Ayuda para una misión popular en el sur de Cuba
Desde hace unos 18 años, un equipo de misioneros laicos viajan, domingo tras domingo, a las remotas aldeas de Guamà II, un suburbio del municipio de Guamà en la provincia de Santiago de Cuba, en el sur de Cuba. Llevar el mensaje evangélico de Cristo a la gente del distrito pastoral de Guamà II no es una tarea fácil. Sentados en la parte trasera de un camión prestado, estos misioneros laicos viajan durante horas y horas en todos los climas, a veces hasta 95 millas en caminos costeros accidentados y peligrosos, dominados por afloramientos rocosos. No es cuestión de comodidad, e incluso traen su propia comida y ropa de cama, ya que la gente que visitan es extremadamente pobre.
El compromiso desinteresado de estos misioneros laicos es una respuesta a la aguda escasez de sacerdotes en la región. Las sectas fundamentalistas se están extendiendo cada vez más y tratan de alejar a los católicos de su fe. Si la Iglesia no puede estar visiblemente presente, a menudo es demasiado tarde. Y aún así la gente está muy abierta a la fe religiosa.
Sor María Asunción Domínguez Castañeda, que pertenece a la Congregación de las Hermanas Catequistas de Dolores Sopeña y que dirige el programa, escribe: “El pueblo tiene sed de Dios, y esta es nuestra manera de llegar a él como Iglesia. Mucha gente que nunca ha tenido ningún contacto con la Iglesia está ahora pidiendo recibir los sacramentos.” Un sacerdote también acompaña a estos misioneros laicos tan a menudo como sea posible, administrando los sacramentos a aquellos que los buscan.
El trabajo de las Hermanas incluye el entrenamiento de estos misioneros laicos en cursos intensivos de una semana y cursos mensuales adicionales. Una vez que han completado su formación, los misioneros actúan como líderes de la comunidad, dirigiendo la Liturgia de la Palabra, ayudando a distribuir la Sagrada Comunión y dando instrucción catequética. Incluyen a personas de todas las edades, e incluso a varios jóvenes.
“Los fieles católicos de las comunidades aprecian mucho la implicación de estos jóvenes”, comenta la hermana María Asunción. “Creo que lo que somos capaces de hacer en este momento por Cuba realmente vale la pena el esfuerzo”, añade.
Ayuda a la Iglesia que Sufre ha proporcionado 13.800 dólares para el apoyo de este programa.
Nuestro más sincero agradecimiento a todos los que han contribuido!
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