Papúa Nueva Guinea: Los cristianos, entusiasmados ante la próxima visita papal
El próximo mes de septiembre, el Papa Francisco realizará su primer viaje a Papúa Nueva Guinea, un país introducido en el cristianismo hace unos 70 años. En este rincón del mundo, los cristianos se preparan con entusiasmo para su llegada, con la ayuda de misioneros como el padre Martín Prado, del Instituto del Verbo Encarnado. Desde hace 10 años, este misionero vive en Vanimo, ciudad costera que visitará el Papa, y ha compartido su testimonio con Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), explicando cómo es vivir la fe en un país de selvas tropicales y paisajes sobrecogedores.
Se esperaba la visita del Papa hace unos años, pero el viaje se pospuso a causa del COVID. ¿Cuáles son las expectativas de los cristianos ahora que por fin viene el Papa Francisco?
La visita del Santo Padre a Papúa Nueva Guinea, y en particular a Vanimo, fue recibida con gran sorpresa y alegría por todos. Debido al limitado acceso a las noticias y a las redes sociales, no mucha gente sabía que viajaba. Todos estamos muy emocionados y trabajamos duro para poder acoger al Papa lo mejor posible, a pesar de la sencillez y la pobreza en la que vivimos. La única manera de ir o venir de Vanimo es en avión o en barco.
¿Qué frutos para la comunidad católica esperan de la visita del Papa?
Creemos que la visita del Papa fortalecerá nuestra fe y nuestra vida espiritual. Hemos improvisado un local en el campo de fútbol local, y todas las noches hemos rezado el Rosario. Organizamos charlas, himnos y algunos bailes, cosas que gustan mucho a los papúes. Además, hemos tenido confesiones, a las que han asistido personas de todas las parroquias, que venían a pie o en camiones. Ha sido muy emocionante. En algunas de las veladas más concurridas, hemos contado con la participación de miles de personas. La gente espera la llegada del Santo Padre con entusiasmo y emoción, y aguarda el encuentro con el Señor que tanto desea.
La fe de los cristianos aquí es muy viva y muy sencilla. Es una fe joven, de la que aprendo mucho. Los primeros misioneros solo llegaron aquí hace 70 años, y muchos siguen interpretando el cristianismo en el marco de sus creencias ancestrales, ya que la espiritualidad indígena sigue siendo muy influyente, lo que les dificulta alcanzar una comprensión plena del cristianismo. A pesar de ello, mucha gente está muy abierta a la fe, y vemos conversiones a través de cosas muy sencillas, lo que demuestra que Dios está realmente detrás de todo, y que el Espíritu Santo actúa en ellos. En la selva, por ejemplo, hemos tenido la oportunidad de bautizar a familias enteras, de enseñarles a persignarse y de predicar el Evangelio por primera vez. Hay gente que tiene verdadera sed de Dios, de vida espiritual. Solo hace poco, por ejemplo, un niño se me acercó y me dijo: «Padre, quiero comulgar, quiero recibir la Eucaristía. Por favor, ayúdeme».
La fe llegó a Papúa Nueva Guinea hace muy poco tiempo. ¿Cómo viven allí los cristianos? ¿Qué se aprende de su fe?
Pero la evangelización no puede ser fácil…
Aquí hay un fuerte compromiso con tradiciones ancestrales y culturales que no son compatibles con el Evangelio. Las creencias espirituales y las supersticiones son persistentes y a veces se mezclan con la fe católica. Nuestro trabajo, como misioneros, es ayudar a los cristianos a comprender que estas cosas no van juntas e intentar que cambien. A veces son ellos los primeros en darse cuenta. Muchas personas son capaces de discernir lo que es verdadero de lo que es falso, a pesar de no saber leer o de no haber tenido ningún tipo de formación sofisticada. Sin embargo, cuando no se cuida la vida espiritual ni se vive para los demás, es muy fácil dejarse influir por la superstición y los elementos superficiales.
¿Y los jóvenes? ¿A qué dificultades se enfrentan?
Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los jóvenes de Papúa Nueva Guinea es el matrimonio y formar una familia. A diferencia de la cultura occidental, aquí solo existe una idea general del matrimonio. Los jóvenes no tienen modelos que seguir o que les sirvan de inspiración, y solo unos pocos cuentan con el apoyo y el acompañamiento de sus padres para comprometerse con sus cónyuges de por vida. Formar buenas familias es un reto, pero vemos que, poco a poco, las cosas empiezan a cambiar.
¿Cómo podemos ayudar a los cristianos de Papúa Nueva Guinea?
Lo primero es la oración: rezar por nuestros hermanos, por las almas que aún no conocen a Cristo y por todos los lugares a los que todavía no ha llegado el mensaje del Evangelio. Rezar también por los misioneros y por las vocaciones, que es lo que realmente puede llevar al cambio. En 2019, iniciamos un grupo para rezar por las vocaciones, y desde entonces, el número de sacerdotes se ha duplicado. Hemos empezado a ver vocaciones locales, que nunca antes habíamos tenido. Ya tenemos tres seminaristas y dos novicios.
También necesitamos ayuda material. La gente vive en condiciones muy precarias y casi no tiene medicinas; estamos intentando construir un hogar para niños discapacitados, una escuela y un hogar para niñas huérfanas víctimas de la violencia. Siempre necesitamos ayuda para eso, pero sabemos que Dios siempre proveerá. Su ayuda llegará a través de los corazones de benefactores generosos. Estamos muy agradecidos a Ayuda a la Iglesia Necesitada: gracias a la fundación, hemos podido llevar a cabo muchos proyectos diferentes y ayudar a introducir a más personas en el amor de Cristo.
– Maria Lozano y Teresa Fontes