A pesar de las condiciones de guerra, los cristianos sudaneses se acercan más a Dios
El padre Jacob Thelekkadan permaneció en Sudán durante la guerra civil para apoyar a las religiosas salesianas en Dar Mariam. Las hermanas proporcionan refugio y ayuda básica a los desplazados, y a pesar de los bombardeos y la extrema escasez, mantienen una atmósfera de fe y serenidad.
La guerra civil en Sudán comenzó en abril de 2023. En aquel momento, el padre Jacob Thelekkadan, sacerdote salesiano, era el director del Centro de Formación Profesional San José, en Jartum. Él y sus colegas tuvieron que abandonar el centro de formación debido a los intensos bombardeos. Pero mientras los demás abandonaban el país, el sacerdote nacido en la India decidió quedarse y apoyar a un grupo de religiosas salesianas en la residencia de Dar Mariam, a seis kilómetros de Jartum. Es uno de los pocos sacerdotes que se quedaron en Sudán.
Esta zona se ha visto gravemente afectada por la “trágica y desafortunada guerra” que, según él, sigue causando “desplazamientos masivos de personas, un gran número de víctimas, una destrucción lamentable e inimaginable y traumas psicológicos y físicos”, así como “miedo, hambre, sed, soledad y enfermedad en los corazones y las vidas del pueblo [sudanés]”.
En Dar Mariam, cientos de residentes se han refugiado en el centro, donde las hermanas proporcionan los pocos alimentos y cuidados que pueden.
En un mensaje enviado a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), el padre Jacob explica que cada vez es más difícil conseguir combustible para el generador, necesario para suministrar electricidad y hacer funcionar la bomba de agua. El generador está conectado a la bomba de agua durante dos horas al día, pero fuera de este tiempo, los residentes deben intentar sobrevivir al calor despiadado; la temperatura supera a veces los 109 grados. La gente tiene que recurrir a técnicas rudimentarias para mantenerse fresca, como usar toallas mojadas y rociar el suelo con agua.
“Nuestra comida diaria son gachas de harina o lentejas, o ‘keezra’ (una especie de tortita) sin fruta, verduras, carne ni huevos”, explica el sacerdote. Todos están “desnutridos y débiles”, especialmente los niños.
Al estar tan cerca de Jartum, Dar Mariam se encuentra a menudo en medio del fuego cruzado de la guerra y, al menos en tres ocasiones, han estallado bombas en el edificio. Según informa ACN, “una bomba explotó en la residencia de las hermanas, destruyendo tres habitaciones y otras propiedades” e hiriendo a “una hermana, un profesor voluntario, tres niños y su madre”, aunque ninguno resultó muerto. El 25 de noviembre, “otra bomba destruyó las aulas del primer piso, adyacentes a la residencia de las hermanas, [pero] no causó heridos”, y el 3 de enero, otra explosión “provocó un fuerte incendio y redujo a cenizas todas las habitaciones y lo que había dentro en el segundo piso”. Una vez más, la Divina Providencia no permitió que nadie sufriera daño alguno en Dar Mariam”. Anteriormente, el 10 de diciembre, hubo que cancelar una evacuación prevista, tras romperse una tregua; las hermanas y los refugiados tuvieron que permanecer en la zona caliente.
Actualmente, con el peligro de los disparos de francotiradores y las bombas, todos los residentes están confinados en la casa, salvo los valientes voluntarios que se aventuran a salir a por leña. Y además de todo su sufrimiento, esta pequeña comunidad de Sudán siente que el resto del mundo se ha olvidado de ellos.
Afortunadamente, muchos habitantes de Dar Mariam han conseguido escapar a zonas más seguras. Según el padre Jacob, en junio de 2023, las hermanas daban de comer a más de 300 personas, entre cristianos y personas de otros grupos religiosos, pero la cifra se había reducido a unas 150 en diciembre. Ahora, unas 80 personas permanecen en el centro y reciben ayuda alimentaria.
La terrible situación de Dar Mariam, sin ninguna comodidad ni seguridad, hace que las palabras finales del padre Jacob sean aún más sorprendentes: “Con la experiencia de la cercanía de Dios a todos en Dar Mariam, especialmente en estos meses de guerra, algunas personas, incluidos niños y jóvenes, ¡se sienten ahora más cerca de Dios! ¡Esto ha traído una atmósfera serena y pacífica! Así, participan diariamente en la Eucaristía de la mañana, el servicio del rosario y la adoración de media hora al Santísimo Sacramento, con la recitación de la coronilla a la Divina Misericordia por la noche”.
El sacerdote, que permanece en contacto regular con ACN, si las condiciones lo permiten, añade que “solo dos de las 13 parroquias de Jartum celebran la Misa todos los domingos. Dar Mariam, uno de los centros de la parroquia de San José, es una de estas dos. Así, a pesar de sufrir por muchos motivos, en Dar Mariam reina una atmósfera de paz, alegría, satisfacción y jovialidad.
ACN sigue pidiendo la paz en Sudán y está dispuesta a restaurar los proyectos existentes antes de la guerra civil, para ayudar a sostener una Iglesia pequeña pero llena de energía.
—Filipe d’Avillez