Brasil: Rescatar a los hijos de Dios de la esclavitud de la adicción

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El Padre José Luis de Menezes habla con Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) sobre los orígenes de las Fazendas da Esperança, o Granjas de la Esperanza, una red de centros de rehabilitación apoyados por ACN.

«Nuestras comunidades se dedican a salvar la dignidad de las personas que se han perdido a causa de la adicción», afirmó el Padre José Luís de Menezes, durante su visita a la sede internacional de Ayuda a la Iglesia que Sufre.

A lo largo de su conversación con ACN, el sacerdote brasileño repitió la palabra «dignidad», un concepto que, en este contexto, admite, es únicamente cristiano. «Vemos a todos como hijos de Dios. Los acogemos y cuidamos, y una de las cosas que hacemos es intentar reconstruir la conexión con sus seres queridos. En muchos casos, hemos conseguido sanar también esa relación».

La red de centros de rehabilitación empezó en Brasil —de ahí su nombre en portugués—, pero incluye 170 comunidades en 27 países. Actualmente acuden a ellos unos 4.500 hombres y mujeres que quieren escapar de la esclavitud de la adicción. Y según el Padre José Luís, desde que el programa fue fundado por el Hermano Hans Stapel hace más de cuatro décadas, casi 100.000 personas se han beneficiado de él.

Un poco de historia

Hans Stapel nació en Alemania en 1945. Un día, su familia conoció la labor de lo que más tarde se llamaría Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), y su misión de prestar apoyo a los católicos alemanes y de Europa del Este que lo habían perdido todo a causa de la guerra. Aquel encuentro cambió la vida de Stapel, que se hizo religioso y misionero.

Celebración Eucarística de los misioneros de la Familia de la Esperanza, Fazenda da Esperança. ©ACN

En 1983 fundó la primera Fazenda da Esperança en Brasil. Desde el principio, su trabajo con los adictos tuvo una dimensión espiritual. «Todas las personas con las que trabajamos nos cuentan lo mismo. Dicen que, debido a su adicción, perdieron el sentido de la vida, se alejaron de Dios. A través de la oración y del Evangelio, recuperan esa relación con Dios. Encuentran fe y sentido, y eso les da fuerzas para reconstruir su vida. Este despertar espiritual les ayuda a empezar de nuevo», dice el padre José Luis.

Fincas repletas de frutos

El padre José Luís es actualmente presidente de la Família da Esperança, o Familia de la Esperanza, una organización paraguas que dirige las Fazendas, pero también cientos de grupos de apoyo familiar, e incluye a muchos voluntarios laicos, sacerdotes, religiosos e incluso algunos obispos que, tras jubilarse, se dedicaron a la misión de ayudar a los adictos.

«La Familia de la Esperanza es el alma de la Fazenda», explica. Hay incluso un monasterio de monjas clarisas que reza exclusivamente por la misión. «Es una gracia especial, y creo que esta oración es la razón por la que la comunidad sigue creciendo, y dando tantos frutos».

Entre esos frutos se encuentra un grupo de seminaristas que se están preparando para servir al proyecto a través del sacerdocio. Uno de estos seminaristas es Dimitri, cuyo camino hacia la Iglesia fue, cuando menos, tortuoso. «Dimitri estudia filosofía. Es de São Paulo, está tatuado y era punk. Se drogaba y todo lo demás, y la adicción le llevó a tocar fondo. Cuando sus padres intentaron volver a ponerse en contacto con él, pidió ayuda. Se recuperó con nosotros y, una vez recuperado, trabajó como voluntario en una fazenda de Guatemala durante tres años. Durante esa experiencia, se dio cuenta de que faltaban sacerdotes, y se preguntó por qué no podía serlo él. Fue una de las tres vocaciones actuales que nacieron de nuestro movimiento», cuenta el padre José Luís.

Como Dimitri, todas las personas que acuden a las Fazendas tienen que pedir ayuda libremente. «Ofrecemos un tratamiento voluntario. Hay organizaciones que hacen un tratamiento obligatorio, pero nosotros no. Por eso, lo primero que hacemos es una entrevista, y le pedimos a la persona que escriba una carta, comprometiéndose con el programa, y esto lo hace mucho más fácil y mucho más exitoso.»

«¡Busca ayuda!»

El consejo del padre José Luís a los familiares de personas que sufren adicción es que busquen ayuda externa. «Pueden buscar en internet, o a través de la Iglesia, de la parroquia. Hay muchas organizaciones, además de la nuestra. Encontrarán mucha solidaridad, porque esa es una marca de los que han pasado por esto. Además, necesitarán ese apoyo hasta que su ser querido finalmente pida ayuda. Siempre es más fácil pasar por esto con personas que ya han pasado por la experiencia, porque existe un grave riesgo de codependencia, en la que el adicto arrastra a su familia con él. Necesitas ayuda y apoyo para evitar esa trampa y rescatar por fin a tu ser querido».

En el caso de las Fazendas da Esperança, gran parte de este apoyo procede de los laicos, y a veces de familias enteras, que lo han dejado todo para ayudar a quienes sufren adicción. Pero para que esta dedicación sea completa, el movimiento tiene que proveer a su sustento. «Por eso hemos acudido a ACN. Nuestra relación se remonta a nuestros respectivos fundadores, y ACN nos ha ayudado varias veces con proyectos de construcción o rehabilitación, etcétera. Pero en este momento, nuestra principal preocupación es mantener a aquellos que están plenamente dedicados a esta misión, a este servicio, y estamos hablando de cómo podemos asegurar su sustento, para que puedan sentirse seguros en su entrega para salvar la dignidad de tantos de nuestros hermanos y hermanas».

— Filipe d’Avillez