Los obispos de Haití expresan su tristeza por el asesinato del presidente y condenan el espiral de violencia

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EN UNA DECLARACIÓN recibida por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) el 7 de julio, la conferencia episcopal de Haití ha expresado su asombro y sus condolencias por la noticia del asesinato del presidente Jovenel Moïse, la noche del 6 al 7 de julio en su residencia privada. Durante el atentado, la esposa del presidente, Martine Moïse, también recibió un disparo. En la madrugada del 7 de julio, fue trasladada a un hospital de Miami, donde se encuentra en estado crítico pero estable. Los obispos condenaron “este inaceptable y espantoso asesinato y ofrecen sus más profundas condolencias a los padres y amigos” de las víctimas.

“Este triste acontecimiento marca un desafortunado punto de inflexión en la historia de nuestro pueblo” —dijeron los obispos de Haití— marcada “durante algún tiempo por la elección deliberada de la violencia, por muchos sectores de la población como método de supervivencia y resolución de disputas.”

La violencia en el país ha aumentado drásticamente en los últimos años. Según un informe de la Comisión Episcopal Nacional de Justicia y Paz. La violencia y la delincuencia en el área metropolitana de Puerto Príncipe aumentaron gravemente entre enero y marzo de 2021. En el área metropolitana se produjeron 131 muertes violentas, de las cuales 34 víctimas ni siquiera pudieron ser identificadas.

En su informe, la Comisión constató el sentimiento generalizado de miedo entre la población debido a la falta de seguridad e indicó que los secuestros eran una amenaza real para los habitantes de Puerto Príncipe, con una media de uno o dos secuestros diarios, pero hasta cinco o seis en determinados días.

Ante la caótica situación, los obispos recuerdan que “la violencia alimenta más violencia y esta solo puede conducir al horror”. El país, que se encuentra en un “impasse político”, solo puede resolver sus problemas “mediante el diálogo y el consenso”. Los obispos sugieren la creación de un foro nacional de discusión y diálogo que incluya a todos los sectores y que pida a la población que abandone las armas y elija la vida.

Foto de Valerian Mazataud/KEYSTONE

Por su parte, Rafael D’Aquí, responsable de los proyectos en Haití de Ayuda a la Iglesia que Sufre, dijo que el asesinato del presidente “es un signo de la total falta de estabilidad que existe en el país. Es un gran desafío para la Iglesia, que tiene un papel clave como promotora de la paz”.

Hablando del trabajo de ACN en Haití, D’Aqui destacó el apoyo prestado durante muchos años “a este país profundamente afectado por la pobreza y la injusticia social”. “La creación de un liderazgo con un corazón profundamente arraigado en la fe es un pilar fundamental para la reconstrucción de Haití”, explicó D’Aqui.

D’Aqui pidió oraciones por el pueblo de Haití: “Reconozco el gran esfuerzo de la Iglesia para dar signos de esperanza a la gente en una situación de desesperación, después de muchas catástrofes naturales y debido a la extrema pobreza. No podemos abandonarlos. Unámonos a la petición de los obispos y pidamos a la Virgen del Perpetuo Socorro, patrona y protectora de Haití, que les ayude, y libere a Haití de las ataduras del odio y del mal.”

—Maria Lozano