En tiempos de guerra en Alepo: “muchos días fueron como vivir en una película”

Compartir esta noticia:

JAD ABED es un niño sirio ortodoxo de 10 años que vive en Alepo, Siria, y está en 5° grado. En esta entrevista, reflexiona sobre su vida en la ciudad que vio algunos de los combates más intensos de la guerra civil de su país, enfrentando al régimen con varios grupos rebeldes. Aunque la vida normal se está reanudando lentamente, el dolor del sufrimiento y las privaciones perduran para Jad.

Jad Abed

“Actualmente, voy a una nueva escuela porque la anterior fue destruida en un bombardeo. Nos mudamos a otro lugar, y ciertamente no es como nuestra primera escuela, ya que es una instalación subterránea que carece de calefacción y energía. Sin embargo, con la ayuda de los que se preocupan, logramos pasar el frío y pudimos sentir el calor hasta cierto punto, y la energía volvió a iluminar nuestra escuela y hogares”.

“Me encanta el baloncesto. Es mi deporte favorito, y soy miembro del Club Deportivo Al Jalaa, donde juego todo el tiempo y he ganado muchas medallas. Deseo representar a mi país, por eso realmente quiero que Siria participe en los juegos internacionales”.

“Lo hermoso es que los deportes y la música no se detuvieron durante la guerra. Yo también amo la música, creo que la gente mala no canta, y por eso la música ha sido tan importante durante la guerra”.

“Tengo 2 hermanos mayores, ambos se han ido al extranjero, el primero como inmigrante a Canadá, y el segundo está esperando por sus papeles en el Líbano, para poder ir a Europa. Ahora, mi madre, mi padre y yo estamos viviendo juntos, esperando su regreso. Honestamente, siento que he empezado a odiar a Europa porque nos ha robado amigos y seres queridos; nos ha robado poder verlos. Sin embargo, mi fe es grande, y siento que todos volverán, incluso después de muchos años”.

“También perdí a un amigo cercano, que murió en un bombardeo; él estaba esperando el autobús escolar. Ahora tenemos un representante en el cielo que le dirá a Dios lo que está pasando con nosotros”.

“Nuestro hogar también ha tenido su cuota de bombardeos. Recuerdo el sonido de las bombas acercándose, y cuando una de ellas golpeó el techo, una parte de él se derrumbó. Mi padre nos sacó de inmediato y luego nos llevó al lugar donde aún vivimos hoy. No podemos volver a casa, ya que una gran parte de ella ha sido destruida. Desearía que mis juguetes no se dañaran. En nuestra antigua casa había muchas fotos y recuerdos que no pudimos sacar, cosas que los fuegos de la guerra se han devorado”.

“Hemos soportado muchos días que fueron como vivir en una película. Una Navidad, estábamos bajo asedio y los mercados estaban medio vacíos. Recuerdo que entonces no teníamos para comprar pan. Oímos el sonido de un silbido por la noche en nuestra calle. Estaban llamando a la gente para que bajara de sus casas. Mis hermanos y yo estábamos aterrorizados. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que venían con autos llenos de pan, con un poco para cada casa. Fue una de las Navidades más difíciles, pero recuerdo muy bien que la Iglesia nos ayudó, nos proporcionó ropa y dio dulces a los niños. De hecho, todos los niños pudieron escoger ropa, según su gusto”.

“Nuestra Iglesia ha jugado un papel primordial en los últimos años. Mi padre recoge un paquete de provisiones de la Iglesia todos los meses, que incluye comida y otros productos. Los estudiantes reciben un estipendio mensual para cubrir las cuotas escolares”.

“La Iglesia siempre responde a nuestras preguntas, especialmente en situaciones difíciles. He empezado a hacer algunas relacionadas con Dios, por ejemplo, si realmente existe; si está satisfecho con lo que nos está pasando; por qué nos ha elegido para vivir en estos tiempos de conflicto; cuál es su mensaje; si realmente está con nosotros; y si nos ama de verdad”.

“La Iglesia respondió todas estas preguntas en la escuela dominical y, además, a través de otras actividades y juegos que nos introdujeron en la Palabra de Dios, mostrándonos cuánto nos ama”.

“Les agradezco que me hayan dado la oportunidad de hablar. Normalmente, hacen entrevistas con adultos, no con niños. Sin embargo, los niños siempre tienen mucho que contar”.

“Por último, les pido a todos los que lean este artículo que recen por nosotros; que recen por los niños de Siria, a los que se les prohibió vivir su infancia. Pedimos al Señor que nos conceda la paz y la felicidad, y que llene todos nuestros corazones, para que podamos curar nuestras heridas y volver a nuestra vida normal lo antes posible”.

—Nagham Koudsiah

AYUDA A LOS CRISTIANOS DE MEDIO ORIENTE