Haití: el secuestro de un sacerdote es “indignante”

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DOS SACERDOTES FUERON SECUESTRADOS EN LAS ÚLTIMAS SEMANAS EN HAITÍ, UN PAÍS SUMIDO EN UNA PROFUNDA CRISIS. Mientras uno de ellos logró escapar tras varios días en manos de sus secuestradores, el otro fue liberado el 23 de marzo.

“¿Cuándo acabará esta racha de violencia?”, se pregunta el padre Dudley Pierre, superior del padre Médidor —de la comunidad de los Clérigos de Saint-Viator—, secuestrado el 11 de marzo y liberado casi dos semanas después, el 23 de marzo.

En un mensaje enviado al arzobispo de Puerto Príncipe, monseñor Max Leroy Mésidor, y remitido también a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), el provincial describe el ataque que tuvo lugar la mañana del 11 de marzo, cerca de la residencia de la comunidad, en las afueras de Croix-des-Bouquets. El padre Jean-Yves Médidor salía de la casa cuando ocurrió. “Al cerrar la puerta, uno de nuestros guardias vio a unos hombres enmascarados perseguir al padre Jean-Yves. Más tarde, nos dimos cuenta de que había otros vehículos esperando junto al cruce”.

Ante este suceso “doloroso e indignante”, el provincial de los Clérigos de San Viator utiliza términos como “violencia” y “anarquía” para describir la “hora oscura” que vive el país.

El secuestro del padre Jean-Yves se produjo pocas semanas después de que otro sacerdote, el camerunés padre Antoine Christian Noah, consiguiera escapar ileso de los criminales que le habían mantenido en cautividad durante 10 días. De 33 años de edad, el sacerdote claretiano regresaba a Haití el 7 de febrero, procedente de un retiro en la República Dominicana, cuando fue capturado. Sin embargo, dice que consiguió escapar al estilo de Hollywood haciendo un agujero en el tejado de la casa donde estaba retenido. El intento de fuga tuvo éxito y, tras ponerse a salvo, el sacerdote fue trasladado a otro país.

Hablando de los días en que estuvo cautivo, el padre Fausto Cruz Rosa, superior de los claretianos, dice que “nunca tuvo miedo, porque rezaba a su patrón”, San Antonio de Padua, y al Inmaculado Corazón de María. Es un hombre de oración, muy espiritual, muy sereno”. Los secuestradores se sorprendieron de cómo un sacerdote podía soportarlo, porque a lo largo de los diez días solo le dieron de comer cuatro veces y un poco de agua”, añadió el responsable de los claretianos en Haití.

Hermana Marjorie Boursiquot (Familia Claretiana)

Estos episodios ilustran el clima de gran inestabilidad e inseguridad que vive Haití. Naciones Unidas calcula que solo el año pasado se produjeron más de 1.300 secuestros y más de 2.000 asesinatos. La situación es especialmente grave desde julio de 2021, cuando fue asesinado el presidente Jovenal Moïse. Esta violencia, que hunde aún más al país en la miseria, fue denunciada durante la “Noche de los Testigos”, organizada por ACN en Francia el 17 de enero. La hermana Marjorie Boursiquot estuvo presente en el acto y explicó que “todos los días hay asesinatos, violaciones y robos”, y que en cierto modo 2021 destaca en este ambiente de inseguridad, hasta el punto de que califica el año de “página oscura”. (Video testimonio)

“Asistimos a un nivel de violencia sin precedentes entre bandas, al asesinato del Presidente Jovenal Moïse, a otro terremoto —el segundo en una década— que mató a 2.500 personas, a un sistema sanitario al borde del colapso y a niveles dramáticos de inseguridad alimentaria”.

Con el país invadido por bandas armadas, nadie se siente seguro en ninguna parte y ni siquiera la Iglesia ha escapado a esta ola de violencia. “Todos, de alguna manera, somos víctimas de esta situación. Ha habido casos de secuestros en la Iglesia”, dice la hermana Marjorie Boursiquot, señalando la situación de la hermana italiana Luisa Dell’Orto, que pertenecía a las Hermanitas del Evangelio y fue asesinada en junio del año pasado, durante un robo en Puerto Príncipe. “He aquí una hermana que realmente se entregó por completo durante 20 años de servicio a los niños pobres de uno de los suburbios de la capital. Su muerte nos ha conmocionado a todos”.

Sor Marjorie añadió que “muchas parroquias de las zonas más anárquicas tuvieron que cerrar sus puertas debido a las amenazas de los delincuentes” y que a veces “los delincuentes incluso entran en algunas instituciones religiosas y matan y secuestran a su antojo. Las cosas están muy complicadas, pero no nos rendiremos”.

—Paulo Aido