Mensaje del P. Anton Lässer CP

Queridos amigos:

He aquí una hermosa escena del Evangelio  de  San  Lucas:  cuando  María  y  José  entran en el Templo con el Niño Jesús, dos personas se dan cuenta inmediatamente de que no se trata de un niño cualquiera. Simeón y Ana declaran allí en voz alta que Jesús es el Salvador. El testimonio de Simeón y Ana sobre Jesús  (Lc 2,22-40) es el punto de partida de la solemnidad que celebramos el 2 de febrero: la Presentación del Señor, conocida popularmente como la Candelaria. Ese día, la Iglesia celebra la revelación de una realidad oculta que no puede ser captada por nuestra capacidad natural de conocimiento porque la trasciende, a saber, que el Niño Jesús, llevado al templo por María y José, es el Hijo predilecto de Dios. 

“Quiero que lo escuchéis” (cfr. Mc 9,7): a la luz de todo lo que el Hijo de Dios nos dice y muestra en lenguaje humano, podemos percibir el origen y el fin, la redención y la salvación, el sentido y la plenitud. 

“La presencia en todo el mundo de los religiosos marca a menudo la diferencia decisiva”. 

 En  la  Iglesia  católica,  el  2  de  febrero  es también  la  Jornada  Mundial  de  la  Vida Consagrada. El Papa Francisco dijo en su homilía de 2024: “Pienso en ustedes, hermanas y hermanos consagrados, y en el  don  que  representan”.  Refiriéndose  a Ana  y  Simeón  en  el  templo,  prosiguió: 

“Nos hace bien mirar a estos dos ancianos pacientes  en  la  espera,  vigilantes  en  el espíritu y perseverantes en la oración. Sus corazones permanecen velando, como una antorcha siempre encendida. Son de edad  avanzada,  pero  tienen  la  juventud del corazón; no se dejan consumir por los días que pasan porque sus ojos permanecen  fijos  en  Dios,  en  la  espera  (cf.  Sal 145,15).  […]  A  lo  largo  del  camino  de  la vida experimentaron dificultades y decepciones, pero no se rindieron al derrotismo: no ‘jubilaron’ la esperanza. Y así, contemplando al Niño, reconocieron que se había cumplido el tiempo, la profecía se había hecho  realidad,  había  llegado  Aquel  a quien buscaban y por quien suspiraban, el Mesías de las naciones. Habiendo mantenido despierta la espera del Señor, se  hicieron  capaces  de  acogerlo  en  la novedad de su venida”.  

Cuántas  veces  podemos  comprobar  en Ayuda a la Iglesia que Sufre el tesoro que representan los religiosos para la Iglesia. Su  presencia  en  todo  el  mundo  marca  a menudo la diferencia decisiva. Pienso, por ejemplo,  en  las  15  religiosas  de Nuestra Señora del Buen Servicio que acogieron a unos 800 desplazados en el recinto de su convento en el Líbano y los atendieron heroicamente.  

Les deseo de todo corazón la constante luz de la gracia de la solemnidad del 2 de febrero,  los  invito  hoy  a  apoyar  con  profunda gratitud, con la oración y con ayuda activa a las personas consagradas a Dios. 

Con mis mejores deseos y bendiciones  

Suyo,

Padre Anton Lässer CP
Asistente Eclesiástico

ACN INTERNACIONAL