Mensaje del P. Anton Lässer CP – Marzo 2

Queridos amigos:

Con el austero rito de la imposición de la ceniza comienza cada año el tiempo litúrgico de la Cuaresma que, al igual que el Adviento, se califica con justicia de “tiempo fuerte”. Estamos, pues, llamados a celebrar este período en modo “fuerte”, a saber, profundamente motivados, de manera auténtica y verdadera.

¿Cuál es el significado del rito de la bendición y la imposición de la ceniza? La respuesta a esta pregunta la encierran las palabras pronunciadas durante el mismo rito de imposición. Es necesario tomar conciencia de la muerte, pero, al hacerlo, hay que distinguir entre el plano puramente natural y el sobrenatural. En el primero, la muerte es un obstáculo, podría decirse una broma pesada de la vida, capaz de ensombrecer incluso los días más bellos. En cambio, desde el punto de vista sobrenatural, la muerte marca el final del tiempo de prueba, es decir, la muerte lleva a la madurez final e irrevocable lo que se ha logrado en la vida. Es el último momento en que podemos ejercer nuestra libertad sobre el bien y el mal, en el que podemos pecar o bien adquirir méritos. Al final, solo una cosa cuenta en la vida: nuestro mérito personal. Y esto proyecta la felicidad, la gloria y la paz en la eternidad misma. Quien se resigna o desciende al nivel natural sufre y teme a la muerte. En cambio, quien asciende al nivel sobrenatural también sufrirá, pero de manera meritoria, y esperará con razón una gracia para morir sin miedo y en santa paz. La muerte acompaña nuestra vida y, de hecho, ocurre cada día: cada día, una parte de nuestra capacidad biológica se extingue; cada día cae una hoja del árbol, cada día algo pasa que no se repetirá nunca más en esta vida. La muerte acompaña a la vida, pero, visto desde el punto de vista sobrenatural, la vida puede estar llena de gozo. En el momento en que decimos “ahora”, el momento presente ya pertenece al pasado y, desde este punto de vista, la vida adquiere su gravedad; solo así se piensa con anticipación y sabiduría, y todo se ve animado por la esperanza cristiana.

“El tiempo de prueba termina con la muerte; la muerte lleva a la madurez  final e irrevocable lo que se ha logrado en la vida”.

¡Recordemos esto especialmente a lo largo de nuestro camino cuaresmal en este Año Santo! Debemos atravesar esa Puerta Santa con la intención correcta y pensar sabiamente en la muerte para amar más la vida. El tiempo es, en efecto, el medio para crecer, el medio para aumentar nuestros méritos, el medio para asegurar lo que podemos hacer en aras de la recompensa eterna. Saber que podemos aprovechar cada momento reaviva nuestra esperanza, nos estimula a hacer el bien y alimenta nuestra alegría. Cada segundo puede constituir una oportunidad irrepetible para amar. El tiempo es la misericordia de Dios que nos es otorgada hasta el final: hagamos buen uso de él en coherencia con nuestro bautismo y nuestra fe. El rito de las cenizas y toda la liturgia cuaresmal nos animan a hacerlo.

Con mis mejores deseos y bendiciones  

Suyo,

Padre Anton Lässer CP
Asistente Eclesiástico

ACN INTERNACIONAL