Misioneras en Cuba: «En nuestros talleres, las mujeres descubren muchos dones que ni siquiera sabían que tenían»

Compartir esta noticia:

En el Día Internacional de la Mujer, destacamos la labor de un grupo de religiosas de la Compañía de María en Cuba, que han logrado atender a jóvenes, ancianos y mujeres con la ayuda de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).

«Este es un tiempo para compartir y recibir esperanza, para mirar con audacia hacia el futuro», nos dicen las religiosas en Cuba, de la Fundación Compañía de María de México. La isla de Cuba atraviesa un periodo crítico. Con la dolarización de casi todos los sectores, agravada por la inflación, hay una gran carencia de medicamentos e insumos, así como de combustible e incluso de empleos. Todo ello repercute en la labor pastoral de las instituciones religiosas, entre las que, por supuesto, se encuentra la Compañía de María. «A pesar de todo, somos testigos de cómo Dios ayuda a las personas a descubrir que son amadas», dicen las hermanas a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN). Con sede en La Habana, a través de sus retos diarios ayudan a sostener algo mucho más grande: la creencia de que un pequeño acto de amor puede cambiarlo todo.

El barrio de Diezmero, en las afueras de La Habana, es donde se desarrolla la mayor parte de su trabajo, pero también trabajan en otros lugares. Muchas familias de Diezmero se enfrentan a dificultades por la falta de recursos y oportunidades. Muchos de los que viven allí proceden originalmente de otras partes de Cuba, pero el desempleo, entre otras cosas, les dificulta ascender en la vida. El trabajo de los misioneros se centra en mitigar esas dificultades para quienes viven al margen del sistema. «La crisis nos ha afectado mucho», explican las hermanas. «Todos los precios han subido. Cada día llama más gente a nuestra puerta para pedir ayuda. Pero seguimos empeñadas en mantener nuestra presencia y nuestro trabajo aquí». Las hermanas realizan una labor encomiable con los ancianos y los jóvenes, a los que ayudan a «mantenerse ocupados, para evitar que caigan en la adicción y otros peligros sociales presentes en el barrio», dicen.

Talleres para mujeres: solidaridad, creatividad y autodescubrimiento

En otras zonas de Cuba también imparten talleres de formación, mixtos de artesanía y bordado, a los que asisten muchas mujeres. Hay tres talleres, en Esmeralda, La Filial y Caonao. «En La Filial, las mujeres que asisten a nuestros talleres ya venden sus creaciones y comparten el dinero entre ellas, con mucha honestidad y solidaridad. Dicen que estar juntas es como una terapia, y que cuando bordan se olvidan de sus preocupaciones», cuentan las religiosas a ACN.

Gracias a la formación que reciben en estos talleres, en los que también se tratan temas como la autoestima, la dignidad y la honestidad, «no solo aumentan su autoestima y su sentimiento de dignidad como mujeres, sino que descubren muchos dones que ni siquiera sabían que tenían», afirman las religiosas.

«El cariño de la gente y su confianza en nosotros son la mayor recompensa que recibimos» 

En los últimos años, ACN ha colaborado con la Compañía de María en varios proyectos en Cuba, como la rehabilitación de centros comunitarios, la distribución de material catequético y la organización de sesiones de formación para laicos y religiosos. Esta ayuda, dicen las hermanas, ha hecho posible llevar a cabo su misión con mayor eficacia. «El amor de la gente y su confianza en nosotras son nuestra mayor recompensa», dicen las hermanas. «Son personas de gran fe, y eso se nos contagia, llenándonos de deleite en el Señor que habita en ellas».

«Poder compartir nuestra vida con la gente del barrio, saludarles cada día y escucharles rezar juntos nos hace muy felices. Nos sentimos felices de compartir sus vidas. Compartir sus sueños nos motiva a seguir invirtiendo en esta misión», concluyen, y añaden: «Estamos muy agradecidos a ACN por ayudarnos a seguir alimentando esta porción del Reino que se nos dio para construir».

En 2024, ACN apoyó 936 proyectos con religiosas de todo el mundo, por un total de más de 11 millones de dólares. Este apoyo se materializó principalmente en proyectos de construcción (3 millones de dólares), vehículos (1,5 millones de dólares), formación religiosa (3 millones de dólares) y ayuda de subsistencia (2,7 millones de dólares). También se destinó ayuda de emergencia a religiosas de zonas muy pobres y desatendidas de América Latina, así como a apoyar escuelas dirigidas por congregaciones femeninas en Líbano. 

― Lucía Ballester Bellver