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“Es una situación de subsistencia. No se trata de prosperidad o crecimiento, sino de supervivencia. Apenas sobrevivimos aquí en Líbano. La educación nunca ha sido un trabajo para nosotros, siempre ha sido una misión. Pero ahora es muy difícil seguir adelante con esta misión”.

“También es Navidad en Siria y en el Líbano, donde los niños no tienen la experiencia de una Navidad como la de antes, sin preocupaciones, y en cuanto a los adultos, hace mucho tiempo que no pueden sentarse alrededor de un árbol de Navidad. Hagamos de la Navidad un tiempo de solidaridad con nuestros hermanos y hermanas de Oriente Medio, y este año especialmente con nuestros hermanos y hermanas de Siria y Líbano”.

María está tan cerca de nosotros que forma parte de nuestra vida cotidiana y se la invoca con todos los nombres posibles: “Nuestra Señora de la Calle”, “Nuestra Señora del Pozo”… Toda la tierra ha sido consagrada al corazón de María y al de su Hijo.

Las escuelas privadas del Líbano dependen en su mayoría de instituciones religiosas. En este contexto, las escuelas católicas desempeñan un papel de coordinación y reunión, lo que significa que las escuelas católicas difunden la conciencia entre los estudiantes de diferentes religiones, reuniéndolos.

María, estudiante de arquitectura, dice que tiene que usar la luz de la linterna de su teléfono móvil para hacer los trabajos de su carrera y resume el estado de ánimo general.

Los Salvatorianos se han dirigido a todos los que podrían ofrecer ayuda, incluida Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), que aprobó la solicitud y proporciona dinero para ayudar a cubrir los salarios de los profesores y comprar combustible para mantener el generador en funcionamiento.

“El Líbano está en una situación muy mala, pero no es una situación desesperada, todavía hay esperanza cuando la gente se sienta junta y se pone de acuerdo en elegir una buena persona para gobernar”.

Si las escuelas y los profesores católicos empiezan a desaparecer por falta de medios económicos, el equilibrio demográfico cambiará rápidamente”, ya que el número de cristianos disminuiría drásticamente.

Podemos compartir la madurez que hemos adquirido en nuestra vida cotidiana al convivir con los musulmanes, con los drusos, enfrentando la guerra, la muerte, la inestabilidad y todo tipo de persecuciones.