En Mozambique, la falta de esperanza empuja a los jóvenes a unirse a las filas terroristas

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LOS OBISPOS DE MOZAMBIQUE, reunidos en su asamblea plenaria, emitieron una declaración el 16 de abril sobre la situación en la provincia norteña de Cabo Delgado, donde los terroristas islamistas han estado sembrando muerte y destrucción. A continuación se incluyen extractos de la misma.

“… Deploramos y condenamos todos los actos de barbarie cometidos en Cabo Delgado, las personas indefensas son asesinadas, heridas y maltratadas. Ven sus posesiones saqueadas, la privacidad de sus hogares violada, sus casas destruidas y los cadáveres de sus familiares profanados. Se ven obligados a abandonar la tierra que les vio nacer y donde están enterrados sus antepasados. Estos semejantes nuestros, en su mayoría mujeres y niños, se ven empujados al precipicio de la inseguridad y el miedo. Deploramos la prevalencia de este estado de cosas, sin que haya indicios claros de que se vayan a superar pronto las causas que alimentan este conflicto. Esta coyuntura aumenta y consolida la percepción de que detrás de este conflicto hay intereses de diversa índole y origen, concretamente de ciertos grupos para apoderarse de la nación y sus recursos. Recursos que, en lugar de ser puestos al servicio de las comunidades locales y convertirse en fuente de sustento y desarrollo, con la construcción de infraestructura, servicios básicos, oportunidades de empleo, son tomados con una total falta de transparencia, alimentando la revuelta y el resentimiento, particularmente en el corazón de los jóvenes, y convirtiéndose en fuente de descontento, división y luto.

Desplazados en Cabo Delgado
Desplazados en Cabo Delgado

Reconocemos que una de las poderosas razones que motivan a nuestros jóvenes a dejarse seducir y unirse a las diversas formas de insurgencia —desde la delincuencia hasta el terrorismo, o también a esa otra insurgencia, no menos dañina, del extremismo político o religioso—, se basa en que ellos experimentan la perdida de la esperanza en un futuro más favorable. Para la mayoría de ellos, no hay oportunidades para construir una vida digna. Sienten que la sociedad y los responsables de la toma de decisiones ignoran su sufrimiento y no escuchan su voz. Es fácil atraer a personas, llenas de vida y de sueños, pero sin perspectivas y que se sienten agraviadas y víctimas de una cultura de la corrupción, para que se adhieran a propuestas de un nuevo orden social impuesto con violencia o para que sigan ilusiones de enriquecimiento fácil que conducen a la ruina. ¿Cómo pueden los jóvenes tener expectativas si el propio país no parece tener un rumbo, un proyecto común, en el que se les invite a ser sus colaboradores activos y que esto alimente sus esperanzas?

Instamos a las fuerzas políticas nacionales, a las organizaciones presentes en el país y a la comunidad internacional a que unan sus fuerzas y, dejando a un lado sus intereses, garanticen la ayuda a las poblaciones desplazadas, que viven con graves carencias alimentarias, expuestas a enfermedades endémicas y sin acceso a los servicios básicos. También es urgente crear más oportunidades de trabajo y desarrollo para todos, en particular para los jóvenes y, para ello, utilizar las ganancias de los recursos naturales existentes en la comunidad. Finalmente, llamamos a todos a contribuir a la pacificación, protegiendo a la población, cerrando las vías de financiación de la guerra, aislando y deteniendo a los individuos o grupos que se aprovechan de la tragedia de Cabo Delgado.