Los cristianos de todo el mundo sufren persecución por diversos motivos, como la opresión gubernamental, la hostilidad cultural, los ataques extremistas, la dominación religiosa oficial y las violaciones de la libertad religiosa.

En regímenes autoritarios como Corea del Norte, China o Eritrea, el cristianismo se considera una amenaza para el poder y el control. En culturas donde predomina una religión mayoritaria, los cristianos pueden ser vistos como forasteros y objeto de abusos.

Grupos extremistas, como los extremistas islámicos de Oriente Próximo y Nigeria, atacan a los cristianos por odio religioso. Algunos países tienen leyes y políticas que limitan o prohíben la práctica del cristianismo, a menudo en nombre del servicio a la religión dominante. La libertad religiosa no suele tenerse en cuenta como un derecho humano básico, lo que conduce a la persecución, el sufrimiento y la negación de derechos.