Las mujeres protegen la fe en Ucrania

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Con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ACN celebra a las esposas, hermanas, madres y religiosas que mantienen viva la fe y la esperanza en una Ucrania devastada por la guerra.

La guerra en Ucrania no es solo un asalto a una nación independiente en lucha, sino también una guerra contra la familia, señaló en febrero el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk.

Mientras muchos hombres luchan en el frente, las mujeres se enfrentan solas a los retos domésticos, incluida la carga de criar a los hijos y cuidar de los parientes, y el inmenso sufrimiento que supone no saber si sus hijos y maridos volverán a casa de la guerra.

Durante una visita a Ucrania, una delegación de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) escuchó los testimonios de mujeres sumidas hasta el cuello en la guerra, prestando una asistencia muy necesaria a personas desplazadas y traumatizadas.

La gente llora sin lágrimas

Trágicamente, hoy en día no faltan viudas en Ucrania. Nadiya, de Lviv, perdió a su marido en el primer año de guerra. Recuerda lo importante que fue para ella el apoyo de los capellanes militares. “Siempre estuvieron a mi lado, y siguen estándolo. Una vez al mes, nos reunimos en un servicio por los caídos. La gente llora sin lágrimas; grita sin voz. Y gracias al apoyo que he recibido, y a la oración, ahora puedo ayudar a otras viudas. Aquí todo el mundo es un héroe: unos en el frente y otros en la retaguardia, repartiendo paquetes y redes de camuflaje”, explica.

Olha es otra de estas mujeres valientes. Su marido se fue a luchar en 2014 y se quedó hasta la invasión total en 2022, cuando fue destinado a Kharkiv. “Su última llamada fue a las 11 de la noche, y le dije: ‘Llámame mañana, porque ahora estás muy cansado’. Murió a la mañana siguiente, a las 6:30 am. El edificio en el que estaba fue tiroteado; recibió una herida en la cabeza y luchó por su vida durante 40 minutos”.

 

Olha

 

Olha se quedó con dos hijos. “Pasaron una época muy difícil, y los capellanes les ayudaron a salir adelante. Dos de ellos, especialmente, nos cuidan tan bien que mis hijos ahora dicen que tienen tres padres”, dijo a la delegación del ACN.

Ser la esposa de un soldado significa sufrir

Historias como ésta no dejan dormir a Nataliya, otra joven madre. “Ser la esposa de un soldado en el frente significa mucho sufrimiento. Lo único que quieres es que tu marido sobreviva. Pero ahora mismo me parece que todo el mundo lleva una carga: todos mis amigos, mi familia. No quiero causarles más penas”.

Encontró el acompañamiento que necesita en la Casa de la Misericordia, fundada por la arquidiócesis de Lviv. “Aquí no me siento sola. Puedo hablar de mis miedos. Venir aquí me da estabilidad, por mi propio bien y por el de mi marido. Me ayuda a prevenir la locura y me siento más fuerte. Me ha permitido volver a una vida normal; había estado vagando como un espíritu perdido”.

En Kiev, la psicóloga Lyudmila trabaja con familias de militares, especialmente con aquellas cuyos hijos están desaparecidos o muertos. “Las mujeres que han perdido un hijo se aíslan y ponen a sus familias en tensión porque no pueden superar su dolor. Siempre me preocupa lo que puedo decirles, pero luego me asombra lo mucho que cambian en tan poco tiempo, recuperan el valor para enfrentarse a la vida y empiezan a crear redes”. El programa de cinco días que dirige se desarrolla con la ayuda de frailes capuchinos e incluye un momento de reflexión llamado Capuchino con los Capuchinos, con momentos para reflexionar, compartir y rezar.

La oración es nuestra mejor defensa

Lviv está bastante lejos del frente y recibió a muchos desplazados cuando Rusia comenzó su invasión a gran escala. Con financiación de ACN, las Hermanas Albertinas ya habían estado trabajando en la construcción de un refugio para personas sin hogar, que ahora es más útil que nunca. “Realmente elegimos el momento más difícil posible para un proyecto de construcción. Primero la pandemia, luego la guerra”, dice la Hermana Hieronyma. “Pero ahora es exactamente cuando la casa es más necesaria. Es como un milagro que ahora esté construida”.

Cuarenta mujeres sin hogar, incluidas las que tienen recién nacidos, podrán refugiarse aquí, dijo. El obispo Mieczyslaw Mokrzycki señaló entre risas que la capilla de la casa de mujeres es más grande que la del vecino monasterio de hombres, “porque las mujeres rezan más”.

No hay que subestimar el poder de la oración. La hermana Klara, superiora de las benedictinas, también en Lviv, recibe frecuentes peticiones de oración de los soldados ucranianos. “Lo que más nos ayuda no son los sistemas de defensa antimisiles, sino la oración. Es nuestra arma más poderosa. Y cuando pregunto a los soldados qué necesitan, me dicen lo mismo: ‘Sus oraciones'”.

ACN lleva muchos años trabajando en Ucrania, pero aumentó su presencia tras la invasión rusa a gran escala en 2022. ACN ha prometido no abandonar a la Iglesia ucraniana en su misión de ayudar al pueblo.

—Felipe d’Avillez