Las familias ucranianas sufren “torturas constantes”

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Diez años después del comienzo de la guerra en Ucrania en febrero de 2014 con la incursión militar en Crimea y el Donbás, y dos años después de la invación total en febrero de 2022, ACN quiere dedicar su campaña de Cuaresma de 2024 a la Iglesia sufriente de este país, para que pueda seguir llevando el amor sanador de Dios a la gente.

En una conferencia organizada por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) con motivo del lanzamiento de su campaña anual de Cuaresma y del aniversario de la guerra en Ucrania, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk afirmó que el número de personas muertas, mutiladas o traumatizadas en la guerra sigue aumentando, y que los efectos a largo plazo en la sociedad también se están haciendo evidentes.

“El futuro de Ucrania y de la Iglesia depende de cómo respondamos a este trauma, que ya ha afectado al corazón de la sociedad ucraniana, la familia”, añadió el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana (UGCC).

“Hoy tenemos que ocuparnos de nuevos grupos de familias: las familias de los muertos, las familias de los heridos graves y las familias de los desaparecidos”. Según los registros oficiales, 20.000 niños fueron secuestrados por Rusia, pero también tenemos 35.000 desaparecidos en combate. La vida de sus familias es una tortura constante. Una mujer, de 23 años y madre de dos hijos, me preguntó: “¿Soy viuda? ¿Debo rezar por mi marido como si estuviera vivo o muerto? Cada vez que tenemos intercambios de prisioneros, y sus maridos no regresan, su dolor se renueva, por lo que es una tortura física y psicológica constante para cada familia”, dijo.

Según el Nuncio Apostólico en Ucrania, el Arzobispo Visvaldas Kulbokas, para los que regresan, la libertad del cautiverio ruso también tiene sus retos. “Cuando hablamos con las personas que regresan a Ucrania y nos describen las condiciones en las que se encuentran, son horribles, especialmente para los militares. Algunos no pueden hablar, están muy traumatizados”.

Pero otras familias también sufren, según el arzobispo mayor Shevchuk. “Hoy, la mayoría de las familias viven separadas, porque los hombres están en el ejército, y las mujeres con hijos han abandonado sus ciudades, o incluso el país”.

Las estadísticas son desgarradoras. “En 2023, tuvimos 170.000 familias nuevas, pero hubo 120.000 divorcios. Son las cifras de divorcios más altas de la historia de la Ucrania independiente. Ayudar a estas personas es un gran reto para nuestra Iglesia. Muy a menudo no se puede hacer otra cosa que estar presente, llorar con ellos, coger la mano de esa mujer, o de ese soldado que sufre. Este es el mayor reto pastoral para mí y para la Iglesia de hoy”, declaró el jefe de la mayor Iglesia de rito oriental en comunión con Roma.

¿Un conflicto olvidado?

Al comienzo de la conferencia, Regina Lynch, presidenta ejecutiva de ACN, advirtió de que “con tantos conflictos y disturbios en todo el mundo, corremos el peligro real de olvidar Ucrania, ya que la atención mundial se desplaza a la siguiente crisis. En ACN estamos decididos a que eso no ocurra, y esa es en parte la razón por la que aprovechamos la Campaña de Cuaresma de este año para poner de relieve la situación en Ucrania.”

Hermana Bernadette Venglovska en Solonka, Ucrania

“Ucrania está viviendo su propio Vía Crucis. El objetivo de la campaña es proporcionar el apoyo que tanto se necesita durante el conflicto, incluida la ayuda a los seminaristas, sacerdotes y religiosas, que ayudan a atender a las personas desplazadas y empobrecidas, y a curar los traumas de los soldados y sus familias. También nos centramos en la pastoral juvenil y familiar. Instamos a todos nuestros amigos y benefactores a no olvidar a nuestros hermanos y hermanas de Ucrania y a rezar por ellos durante el periodo de Cuaresma”, declaró Lynch.

El arzobispo Visvaldas Kulbokas añadió: “Para la gente de fuera es difícil imaginar lo que está pasando aquí. Algunos tienen la tentación de pensar que todo ha terminado, pero estamos perdiendo cientos de vidas cada día, tanto militares como civiles”.

Para quienes viven cerca de los frentes, o en la Ucrania ocupada, la guerra es imposible de olvidar. “La situación en los frentes es peor que el purgatorio. Hay muchas personas a las que no tenemos posibilidad de llegar, ni siquiera para darles comida o agua”, dijo el Nuncio.

En los territorios ocupados, la UGCC se ha visto obligada a pasar a la clandestinidad, explicó el arzobispo mayor Shevchuk. “Ya no hay sacerdotes católicos en esta parte de Ucrania. Recibimos información de que en Donetsk, nuestra gente iba a la iglesia a rezar cada domingo, incluso sin el sacerdote, pero la iglesia fue tomada y las puertas cerradas. En las zonas ocupadas de la región de Zaporizhzhia, las autoridades rusas emitieron un decreto especial prohibiendo la existencia de la UGCC y confiscaron nuestras propiedades, por lo que la gente reza en sus casas y, si pueden, siguen nuestros servicios litúrgicos por Internet”.

Un duro recordatorio del peligro al que se enfrentan los católicos en la Ucrania ocupada es la continua detención de los padres Ivan Levitskyi y Bohdan Heleta, arrestados en noviembre de 2022. “¿Están vivos o muertos? Desde su detención, no tenemos ninguna información”, dijo el arzobispo mayor Shevchuk.

“Gracias, ACN, por estar con nosotros”

Ante estos enormes desafíos, la Iglesia católica en Ucrania sigue haciendo lo que puede. La UGCC ha invertido significativamente en tratar de ayudar a la gente, especialmente a través de programas que proporcionan apoyo psicológico a los traumatizados. La Iglesia también debe prestar asistencia a unos siete millones de ucranianos que sufren escasez de alimentos, especialmente los que se encuentran a menos de 50 kilómetros de la línea del frente.

Hasta ahora, explicó el Arzobispo Mayor Shevchuk, la respuesta internacional coordinada ha hecho posibles los milagros. “El año pasado pudimos resistir la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”. Ahora, sin embargo, “la euforia de ayudar a Ucrania está remitiendo, por lo que necesitamos desarrollar nuestra propia logística para asistir a los necesitados.”

ACN ha sido una parte importante de este esfuerzo, y en los dos últimos años Ucrania ha sido el mayor beneficiario de la ayuda de la organización. La organización benéfica internacional ha apoyado más de 600 proyectos desde el 24 de febrero de 2022 —cuando Rusia invadió Ucrania—, incluyendo la construcción de 11 centros para proporcionar apoyo psicológico y espiritual; campamentos de verano para niños afectados por los combates; la compra de vehículos para que sacerdotes y religiosos puedan llevar a cabo su ministerio pastoral; y la instalación de sistemas de calefacción y hornos en instituciones gestionadas por la Iglesia para ayudarles a pasar el duro invierno.

“Gracias a ACN por su valentía, por sus visitas a lo largo de los años, por viajar con nosotros en estas dolorosas circunstancias. Gracias por estar con nosotros en estos momentos difíciles”, concluyó el Arzobispo Mayor Sviatoslav Shevchuk.

—Filipe d’Avillez