Catedral de República Centroafricana alberga musulmanes en peligro inminente
DESDE SU ESCONDITE, el padre Yovane Cox, misionero chileno en la República Centroafricana, nos ha contactado por una petición urgente de nuestras oraciones. “La Catedral de Bangassou está siendo atacada”, nos dijo, y añadió: “La situación es bastante crítica, porque este ataque ya había sido anunciado, y sin embargo las fuerzas de paz de la ONU a cargo de la seguridad aquí no prestaron atención a lo que la gente les dijo. Parece como si quisieran ver una masacre en la catedral, en la zona donde los musulmanes se están refugiando”.
En mayo de 2017, unos 2.000 musulmanes se refugiaron en los terrenos del seminario menor de la Diócesis de Bangassou (a poca distancia de la catedral), buscando protección. Actualmente, casi 1.000 musulmanes siguen viviendo en el campamento.
“Por todo este lugar hay hombres armados al acecho, con la esperanza de que uno de los musulmanes aparezca, para poder matarlo”, explicó el padre Yovane. También dijo que sus condiciones de vida son atroces. Añadió: “Algunos de los musulmanes tratan de salir del sitio para buscar leña, mientras que otros lo hacen para buscar comida en las casas que han sido abandonadas en la zona”.
Un hombre musulmán fue capturado por los anti-Balaka, (las bandas rebeldes antimusulmanas) y asesinado en el lugar. Esto causó una gran preocupación entre los musulmanes del campamento. Según el padre Yovane, si no hubiera sido por el contingente de soldados cameruneses que intervino, la situación habría sido aún más crítica.
Los sacerdotes locales observan impotentes, esperando que en cualquier momento los anti-Balakas puedan invadir el campamento, y sin que nadie intervenga para impedirlo. El padre Yovane dijo: “Por el silencio de las autoridades estatales y la inacción de las fuerzas de la ONU al no querer trasladar a los musulmanes que aún quedan aquí, están simplemente invitando a una confrontación entre los dos grupos y un baño de sangre latente. Los estamos alertando y les estamos pidiendo que por favor los reubiquen en otro sitio, porque es la única manera de salvar a los que aún quedan aquí, en su mayoría mujeres y niños”.
Han pasado 9 meses desde que se rompió la tregua entre los anti-Balakas y los musulmanes. “Estamos en una situación en la que nadie tiene el control, ni el Gobierno, ni la ONU, ni las autoridades locales, y menos aún nosotros mismos en la Iglesia católica”, explicó el padre Yovane, y añadió que la Iglesia es la única entidad que ha permanecido aquí para ayudar.
Dijo: “Los cristianos viven en su mayoría escondidos en sus pueblos o en los suburbios. Están demasiado asustados para reunirse en las iglesias o en la catedral. Cuando celebramos la Santa Misa los domingos, los que asisten no son más de 15. Los sacerdotes estamos limitados en lo que podemos hacer y nuestro trabajo pastoral está paralizado. Algunos de los clérigos viven en la capital y el resto están confinados en sus actividades”.
La situación se debe al profundo abismo entre las posiciones de los musulmanes radicales, que ven a la Iglesia católica como cómplice (de los anti-Balakas), y los propios anti-Balakas, que ven a la Iglesia como traidora por proteger a los musulmanes y darles refugio. “Hay una incomprensión mutua, un antagonismo muy profundo, y la Iglesia se encuentra atrapada en medio de ellos, un blanco perfecto para cualquiera que haya perdido el control de la situación”, explicó el padre Yovane.
Solo 2 de las 8 parroquias de la diócesis siguen funcionando, y la mayoría de los sacerdotes viven en la Catedral de Bangassou por su propia seguridad. La violencia en la región ha obligado a la Iglesia local a cerrar todas las escuelas de la diócesis. “No podemos reunir a los niños en las escuelas, sabiendo que sería inmensamente difícil garantizar su seguridad en las aulas”, dijo el padre Yovane.
De 2014 a 2016, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre apoyó a la Iglesia católica en la República Centroafricana con 2,8 millones de dólares.
—Loreta Prado