ACN pide al mundo que recuerde a Myanmar
El Papa Francisco ha dicho que el verdadero tesoro de Myanmar es su gente. A medida que se agrava el conflicto entre el régimen militar y su oposición, Ayuda a la Iglesia que Sufre apoya los repetidos llamamientos de la Iglesia católica local en favor de la paz y la justicia, no solo para los cristianos, sino para todos los ciudadanos del país.
El 1 de febrero de 2021, un golpe militar puso fin al gobierno civil en Myanmar, desencadenando un conflicto que continúa hasta hoy.
En el tercer aniversario del golpe, Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) subraya la importancia de seguir rezando y trabajando por el establecimiento de la paz y la justicia en Myanmar.
El conflicto, que enfrenta a las fuerzas gubernamentales con grupos armados de resistencia y milicias étnicas, se ha agravado significativamente en el último año, con combates que afectan a casi todo el país. La situación actual hace sufrir a todos los sectores de la sociedad y supone un peligro especial para las comunidades minoritarias vulnerables, entre ellas los cristianos.
Durante su visita al país en 2017, el Papa Francisco dijo: “Myanmar ha sido bendecido con una gran belleza natural y recursos, sin embargo, su mayor tesoro es su gente.” Añadió que los birmanos “han sufrido mucho, y siguen sufriendo, por el conflicto civil y las hostilidades que han durado demasiado tiempo y han creado profundas divisiones.” Desde febrero de 2021, y especialmente en los últimos tres meses, este sufrimiento se ha intensificado.
“Con tantos conflictos de gran repercusión en el mundo actual, es fácil que Myanmar caiga en el olvido. Es crucial que no permitamos que esto ocurra. Pedimos a la comunidad internacional que redoble sus esfuerzos para restablecer la paz y la justicia en el país. Todos los actores del conflicto deberían intentar poner el amor a la paz y al prójimo por encima de las ambiciones y ganancias personales”, afirma Regina Lynch, presidenta ejecutiva de ACN Internacional.
“En este contexto, es inspirador ver cómo los líderes de la Iglesia, incluidos sacerdotes, religiosos y catequistas, siguen al lado de su pueblo, llevando consuelo y la gracia de Dios a las zonas más remotas”, añade.
Testimonios obtenidos por ACN afirman que el país corre el riesgo de convertirse en un Estado fallido y que la guerra ha matado y desplazado a muchas personas, entre ellas discapacitados, ancianos y mujeres con hijos.
Ayuda a la Iglesia que Sufre sigue abogando por la paz y el respeto a la vida, independientemente de la religión: “Están recorriendo un camino de cruz, esperando siempre en la resurrección de Jesucristo. Me hablaron de una canción que se oyó cantar a unos niños en un campo de desplazados: ‘¡Ningún lugar adonde ir, ninguna tierra donde vivir, ninguna cama donde dormir, ningún lugar adonde huir, ningún lugar donde esconderse! ¡No hay forma de sobrevivir! Necesitamos la paz como una canción, necesitamos la justicia como un río, necesitamos la libertad como un viento, y el dolor de la guerra debe terminar”. ¿Cómo no unir nuestras voces para rezar con las súplicas de estos niños?”, dice Lynch.
“Instamos a todos nuestros benefactores a rezar por Myanmar, su Iglesia y su pueblo con especial intensidad el 1 de febrero, pues estamos seguros de que ‘si el Señor no bendice la casa, en vano se afana el carpintero’ (Sal. 127)”, concluye.
—Filipe d’Avillez & Maria Lozano