APOYO A RELIGIOSAS EN ARGENTINA
Con una superficie de poco más de un millón de kilómetros cuadrados, Argentina es el octavo país más grande del mundo. Pero el país de origen del Papa Francisco atraviesa hoy una grave crisis económica. La pobreza va en aumento, incluso cuando, en 2019, alrededor del 40% de los 44 millones de habitantes del país ya estaban clasificados como “pobres”. La pandemia agravó aún más los problemas, siendo Argentina el país más afectado: hasta mediados de junio de 2021 se habían registrado 14,2 millones de casos y más de 87.000 muertes a causa del COVID-19.
La crisis también ha golpeado duramente a la Iglesia. El año pasado, la congregación de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima (MJVV) informó de que su situación era “muy, muy difícil”. Se enfrentan a graves dificultades financieras y, debido al COVID, la congregación no podía ni siquiera aceptar a las jóvenes que esperaban unirse a su comunidad: además, tenían que obtener un permiso especial de una autoridad administrativa simplemente para viajar de una provincia a otra.
La congregación se fundó en 1961 en Perú, y su carisma consiste especialmente en ejercer el ministerio en regiones remotas e inaccesibles, donde escasean los sacerdotes. Se dedican a la atención pastoral y social de los más pobres y marginados. En la actualidad, la congregación cuenta con más de 400 hermanas que trabajan en varios países de América Latina. Su trabajo las lleva a realizar largos viajes en auto desde su puesto de misión por carreteras accidentadas y sin asfaltar, o a veces incluso a pie, a lomos de una mula o en barco, para llegar a aldeas o granjas remotas, a menudo con solo un puñado de familias. Por algo el lema de las Hermanas es que su misión solo empieza donde acaban las carreteras asfaltadas.
Actualmente, la congregación cuenta con 20 hermanas en Argentina, algunas de las cuales aún están completando su formación. Una de ellas es la hermana María Agustina. Tiene 24 años y ya ha hecho sus votos temporales. Escribe: “Doy gracias a Dios por haberme permitido ser miembro de esta congregación, y rezo cada día por la gracia de ser fiel hasta el final de mi vida. Es obvio que, como en todo matrimonio, habrá cruces que soportar y pruebas que superar, pero estos son los momentos en los que podemos mostrar verdaderamente nuestro amor por nuestro Esposo crucificado y por Dios. Hoy, en este momento, la Iglesia nos necesita más que nunca, porque los hombres se han alejado de Dios y la Iglesia es salvajemente atacada”.
Continúa: “Confiando en la palabra del Señor: ‘Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida’, me abandono por completo en sus divinas manos, hasta ese momento en que me llamará a nuestro eterno banquete de bodas.”
Gracias a la ayuda de nuestros generosos benefactores, hemos podido entregar 13 mil doscientos dólares para el sostenimiento de las Hermanas de la congregación en Argentina, en parte para la formación de las Hermanas más jóvenes y en parte para el sostenimiento de las 20 misioneras de la congregación.
Las Hermanas les envían su más sincero agradecimiento y prometen rezar por todos nuestros generosos benefactores.
Ayuda a la Iglesia que Sufre se compromete a invertir sus fondos donde tengan el mayor impacto para la Iglesia a la que servimos. Los fondos donados a los proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre se destinarán a las principales necesidades en nuestros programas para ayudar a mantener viva la Fe.
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