Honduras: “Comunidades que antes se mataban ahora rezan juntas”

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La vida no es fácil para los cristianos en Honduras. Deben lidiar con bandas criminales, pobreza y escasez de vocaciones. Verónica Katz, coordinadora de proyectos para Centroamérica de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), visitó recientemente el país y asegura que los frutos del trabajo pastoral y el compromiso de los católicos del país son una fuente de esperanza.

¿Qué encontró en Honduras?

Honduras es el segundo país más pobre de América Latina, con un 75% de la población en situación de pobreza y altos niveles de desigualdad. El país se enfrenta a una grave crisis energética, con constantes apagones para racionar la electricidad. Además, las condiciones climáticas extremas han provocado temporadas de sequía o, en otras ocasiones, lluvias torrenciales e inundaciones masivas, terribles para la agricultura. Sin embargo, hay una amenaza aún mayor: la violencia de las «maras».

¿Quiénes son las «maras»?

Son bandas centroamericanas que operan en el mercado de la droga, y son muy violentas. Honduras es una ruta de tránsito para el tráfico de drogas hacia la Unión Europea y otros países. Las «maras» hondureñas lo controlan prácticamente todo. Las familias tienen problemas para mantener a flote los negocios, debido al «impuesto de guerra», una tasa que las «maras» imponen a los ciudadanos y que a menudo es imposible pagar.

¿Y cómo le va a la Iglesia hondureña en este clima?

Durante nuestra visita a la capital, nuestros anfitriones nos explicaron que en algunas zonas es muy difícil llevar a cabo la labor pastoral, sobre todo con todos los conflictos entre las «maras», ya que las distintas bandas se disputan el territorio. Visitamos una parroquia en una zona de la ciudad controlada por las bandas, lo que complica enormemente el trabajo de la Iglesia. La Conferencia Episcopal ha hecho un llamamiento a la paz y ha pedido al gobierno que aplaque la inseguridad en el país. Todo esto hace que la labor pastoral de la Iglesia católica sea más importante que nunca.

¿A qué otros retos se enfrenta la Iglesia?

La falta de sacerdotes es un problema. En Honduras, los sacerdotes atienden a cuatro veces más personas que en Francia, por ejemplo. Además, el nivel educativo es bajo, el transporte fuera de las ciudades es difícil y apenas hay formación en las parroquias. Los fieles son muy pobres y hay una gran carencia de material catequético. No tienen medios para comprarlo.

Y el gobierno dificulta mucho la obtención de visados para los religiosos extranjeros. Deben cumplir todo tipo de requisitos y presentar muchos documentos, lo que dificulta su entrada y permanencia en el país.

Catedral de Tegucigalpa, Honduras (HervéBossy/ACN)

¿Qué fue lo más destacado de su viaje?

Hubo algo que me resultó muy conmovedor. Un sacerdote me contó que, cuando llegó a su parroquia, había un grave conflicto entre dos comunidades. Dijo que gracias a la oración constante, Dios intervino, y ahora estos dos grupos se han reconciliado. Esto es difícil de entender: comunidades que antes se mataban ahora rezan juntas.

Los hondureños están muy abiertos a lo divino, y eso es bueno, porque buscan sinceramente a Dios. Pero también los hace abiertos a cualquier espiritualidad, lo que los convierte en presa fácil de las sectas, que se han extendido por todo el país. También hay un alto grado de superstición en Honduras.

¿Por qué crecen estas sectas?

Los hondureños son un pueblo de mucha fe. Necesitan a Dios. Sin embargo, como he mencionado, no hay suficientes sacerdotes católicos para satisfacer las necesidades espirituales de todos. Los pocos sacerdotes que hay ya tienen una carga de trabajo muy pesada. Honduras tiene el mayor porcentaje de protestantes de todos los países de América Latina. Se ha producido un notable aumento del número de iglesias evangélicas, y actualmente los protestantes superan en número a los católicos. Muchas de estas sectas protestantes están financiadas por grupos de Estados Unidos, y sus pastores acuden a lugares desatendidos por los sacerdotes católicos. Los católicos se sienten atraídos por esas sectas básicamente por costumbre, más que por convicción. La Iglesia está haciendo un gran esfuerzo por educar a sus fieles, para que puedan resistir mejor esta invasión de otras confesiones y sectas.

¿Cómo es el compromiso de los fieles, con todos estos desafíos?

La mayoría de los católicos están profundamente comprometidos con sus parroquias y participan activamente en las actividades sociales. Me sorprendió ver cómo personas que trabajan incansablemente todo el día, en sus cafetales o maizales, o cuidando el ganado, pasan toda la tarde en sus parroquias. Sus agendas están llenas de actividades religiosas que ocupan su tiempo libre. Encontramos comunidades llenas de vida y muy bien organizadas. En lugar de vivir una fe individual, viven su fe juntos, como una comunidad, lo que es muy hermoso. Hay sacerdotes motivados, laicos comprometidos y una pastoral estructurada. Cuando se tiene esta combinación, realmente se empiezan a ver resultados positivos y frutos pastorales.

Usted ha visitado muchos de los proyectos de ACN en Honduras. ¿Qué tipo de trabajo apoya ACN allí?

En los últimos cinco años, ACN ha financiado 65 proyectos en Honduras, por valor de más de un millón de dólares. Casi un tercio están relacionados con la construcción y renovación de parroquias, capillas rurales y salones parroquiales. También hemos apoyado la formación de agentes de pastoral y seminaristas, y hemos proporcionado ayuda para religiosos, material catequético y medios de comunicación, así como para la compra de vehículos.

—Lucia Ballister