Mensaje del P. Anton Lässer CP

Queridos amigos:

“La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Esta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28, 20); en la sagrada Eucaristía, por la transformación del pan y el vino en el cuerpo y en la sangre del Señor, se alegra de esta presencia con una intensidad única. Este divino Sacramento ha marcado sus días, llenándolos de confiada esperanza”.

Con estas palabras comienza el Papa san Juan Pablo II su carta encíclica Ecclesia de Eucharistia (La Iglesia vive de la Eucaristía), que puede considerarse una de las conclusiones testamentarias de su pontificado y que encarecidamente les recomiendo, para que su contenido sea un regalo para ustedes. Es necesario contemplar siempre de nuevo este misterio central de nuestra fe, comprenderlo con creciente amor, celebrarlo con creciente devoción y hacerlo fecundo.

“Para muchos sacerdotes, las intenciones de Misa son auténticas ayudas de emergencia”.

En la Santa Misa, Jesucristo, el Resucitado, completamente “pro-existencia”, está a la derecha de Dios y actúa en aras de nuestra salvación, es decir, por nosotros. A este respecto, en la Carta a los Romanos se afirma: “El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?” (Rm 8, 32 ss.).

Esta clara conciencia de la fe de la Iglesia nos mueve a pedirles que ofrezcan intenciones de Misa como medio preferente para ayudar a los sacerdotes necesitados. El año pasado pudimos apoyar a unos 40.000 sacerdotes con sus intenciones destinadas a misas individuales, triduos, novenas y misas gregorianas. Para muchos de ellos, son auténticas ayudas de emergencia.
Los estipendios de Misa que nos donan para rezar por sus seres queridos fallecidos, o por intenciones especiales, tienen un triple efecto. En primer lugar, a través de la celebración de la Sagrada Eucaristía, se realiza la obra redentora de Jesús en la forma más elevada y, al mismo tiempo, se ofrecen alabanzas y gracias a Dios. Además, se auxilian las almas del purgatorio y se intercede de la manera más poderosa por las intenciones correspondientes. Finalmente, proporcionan ayuda material a los sacerdotes, a menudo con muchas necesidades para sobrevivir.

Con esta invitación a seguir confiándonos sus intenciones de Misa, me despido con mi bendición.

Padre Anton Lässer CP
Asistente Eclesiástico

ACN INTERNACIONAL