Secuestrado por yihadistas, salvado por Dios

Los sacerdotes aclaman a su nuevo arzobispo en su ordenación episcopal.

¡Axios! (¡Digno es!): Tres veces repite el Patriarca Ignacio José III esta exclamación mientras los sacerdotes alzan en su trono episcopal al nuevo arzobispo siro-católico de Homs. ¿Qué pastor más digno que este hombre que ha seguido a Cristo en el Vía Crucis? En marzo de este año, el padre Jacques Mourad, que permaneció cinco meses secuestrado por los yihadistas, fue consagrado obispo.

La noche del 21 de mayo de 2015, un grupo de hombres armados y enmascarados penetró en el monasterio sirio de Mar Elián, en Quaryatayn, y secuestró al padre Jacques. Los secuestradores amenazaron repetidamente al monje con decapitarlo si no renegaba de Cristo y se convertía al islam. Él se mantuvo fiel a su fe.

El devastado monasterio de San Elian en Al-Qaryateyn. Aquí fue secuestrado Jacques Mourad.

Los yihadistas no solo lo insultaron y humillaron: también escenificaron un simulacro de ejecución para disuadirle de su fe. “Viví cada día como si fuera el último”, recuerda Mourad. “En los momentos difíciles, oía dentro de mí la Palabra de Dios —‘Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad’ (2 Cor 12,9)— y me alegraba de poder aplicar de forma concreta la Palabra del Evangelio: ‘Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian’” (Lc 6,27s.). Su “arma espiritual”, como dice, fue el rezo del Rosario. En silencio y con una sonrisa fue así capaz de soportarlo todo.

“Bienaventurados los perseguidos…” (Mt 5,10). El arzobispo Mourad perseveró en su fe.

Solo supo que la ciudad de Quaryateyn había sido tomada por el Estado Islámico, que habían sido arrasados el monasterio y el cementerio —incluida la tumba de San Julián de Emesa, mártir del siglo III— y que 250 creyentes habían sido tomados como rehenes, cuando sus captores lo llevaron junto a los demás secuestrados en agosto. Al menos entonces podían celebrar la Misa clandestinamente en un espacio subterráneo, y el 10 de octubre, el padre Jacques recuperó la libertad. “Una vez más, la mano misericordiosa de Dios y la Virgen María me protegieron y guiaron”, dice, agradecido.

En Ayuda a la Iglesia que Sufre siempre hemos asumido como “compromiso de honor” ayudar precisamente a los que, de una manera especial, están cerca del Señor crucificado. Y por eso queremos apoyar al arzobispo Mourad y a los 14 sacerdotes siro-católicos de su arquidiócesis con intenciones de Misa. Porque no solo han pasado penurias ellos mismos, sino que también ayudan a llevar la cruz a todos los que sufren en Homs. ¿Quieres ayudarlos?

 

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