En Alepo, Siria, un adolescente recurrió a su fe para superar los días más oscuros de la guerra civil

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Piter Essa
Piter Essa

PITER ESSA, 17 años, acaba de graduarse de la escuela secundaria en Alepo, Siria. Es sirio-ortodoxo, y le cuenta a Ayuda a la Iglesia que Sufre algunas de sus dolorosas experiencias durante la guerra civil de su país:

“He sobrevivido a esta horrible guerra, y vivo mi vida como antes. Mi escuela no cerró en absoluto, así que pude continuar con mis estudios; me gradué de la escuela secundaria este año”.

“Me separé de muchos amigos que se vieron obligados a huir. Personalmente, experimenté la violencia entre bombas y misiles, que causaron daños tanto físicos como psicológicos. Traté de mantenerme fuerte por mis seres queridos: Les di respaldo y les dije que todo estaría bien, pero yo mismo no lo creía del todo.

“Quiero mencionar un incidente en particular, uno de los muchos incidentes similares que ocurrieron durante la guerra: un día, estaba ayudando a mi padre con las compras, y estuvimos caminando y charlando en paz hasta que una enorme nube de fuego apareció frente a mí. Fue una explosión de mortero. No oí nada más que bebés gritando y un agudo silbido; no vi nada más que cuerpos, y había sangre por todas partes. Mi padre y yo corrimos sin mirar atrás y solo nos detuvimos cuando llegamos a una zona segura”.

“En ese momento, no estaba ni enfadado ni triste. Estaba aterrorizado. No había visto nada parecido antes, excepto en las películas. Fue horrible, y se queda conmigo incluso ahora. A veces sueño con ese día… gente inocente asesinada por nada, absolutamente nada”.

“Nuestro momento más triste fue cuando tuvimos que dejar nuestra casa. Había demasiadas bombas cayendo a nuestro alrededor, y no podíamos seguir arriesgando nuestras vidas. Así que nos mudamos a otra zona”.

“Las oraciones me ayudaron a seguir adelante, al igual que el apoyo de mi familia; me mantuvieron y me permitieron vivir la vida de un adolescente. Mis pasatiempos también me distrajeron de la violencia: escuchaba música todo el tiempo, ya que me ofrecía una escapatoria de lo que estábamos enfrentando afuera. Y llevaba una cruz alrededor de mi cuello para recordarme que, incluso cuando me sentía perdido, no estaba solo”.

“Hoy, me siento seguro de nuevo. No ha habido bombas, misiles, explosiones o gritos, y mi comunidad está prosperando. He encontrado verdaderos amigos que me entienden y me aceptan como soy, y la fe de mi familia ha perdurado. Amo a mi país y su historia. Me siento conectado a él”.

“Planeo estudiar en el extranjero y especializarme en el área de Inteligencia Artificial. Después regresaré a Siria. Para mí, Internet es una herramienta importante de comunicación: la uso todos los días y puedo ver cómo otros países están reaccionando a nuestra crisis. En mi opinión, hay pocos países que se preocupen seriamente por nosotros; muchos otros solo lo fingen. Siento que la mayoría de la gente no está respondiendo”.

“Pero todavía tengo fe, y eso era todo lo que teníamos para sobrevivir. Y sueño con que, un día, todos podamos vivir en nuestro país en una paz duradera”.

Desde 2011, cuando comenzó la guerra civil en Siria, hasta 2018, Ayuda a la Iglesia que Sufre ha apoyado la misión pastoral y humanitaria de las distintas Iglesias con proyectos por un total de más de 36 millones de dólares.

—Jony Azar