Belén: ‘Sin fe, no podría continuar ni un minuto’
EN UNA ENTREVISTA CON AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE (ACN), RONY TABASH, UN CRISTIANO CUYA FAMILIA HA VIVIDO EN BELÉN DURANTE GENERACIONES, describe cómo el conflicto actual está afectando directamente a la comunidad cristiana de Cisjordania. En medio de la desesperación y la incertidumbre, muchos residentes de Belén deben decidir si deben abandonar sus hogares debido a la pérdida de esperanza y la falta de oportunidades. “La situación es terrible. No es nada fácil. Cada día surgen nuevos retos. Nunca había vivido algo así, ¡nunca! Es una guerra. No como una guerra, es una guerra”, dice Tabash.
“No puedo dejar esto; no puedo dejar a mi padre”, dice Tabash. “Nuestra familia es propietaria de esta tienda desde 1927, cuando empezó a alquilar el local a la Iglesia Armenia. Mi padre me dice: ‘Ten fe. Belén es un lugar sagrado. No lo tocarán’. Sí, me quedaré porque es un lugar sagrado; vivimos en el lugar donde nació Jesús; no podemos irnos. Si no fuera por eso, me iría al instante”.
Tabash es propietario de una tienda en la Plaza del Pesebre que vende artículos religiosos. Esperaba saldar por fin sus deudas y recuperarse económicamente de la pandemia del COVID-19, pero ahora se enfrenta a una sombría realidad. La ausencia de peregrinos ha dejado la economía local en ruinas, afectando a todos los sectores que dependen del turismo religioso, desde hoteles y restaurantes hasta la artesanía en madera de olivo y la venta de recuerdos. Tabash subraya la importancia de los peregrinos para la comunidad cristiana de Belén: sin ellos, muchas familias se quedan “sin trabajo y sin esperanza”.
“No hay peregrinos; todo está vacío. Y dicen que durará hasta Pascua. No me preocupa sólo el dinero o la economía, aunque no sé cómo llegaré a fin de mes, sino el futuro de los lugares cristianos y de las familias cristianas”, se lamenta.
Bombas sobre Belén
Tabash también comparte su preocupación por la seguridad de su familia y de los ciudadanos de Belén. “Estos días hay bombas en el cielo de Belén; los niños tienen miedo y mis hijos no quieren separarse de nosotros”, afirma.
Según Tabash, muchas personas que perdieron su trabajo en la pandemia fueron a Jerusalén en busca de empleo, pero ahora los puestos de control están cerrados y a los palestinos se les niegan los permisos de entrada. Dice que las pocas personas que tienen doble nacionalidad están abandonando su patria porque han perdido la esperanza; un amigo suyo con un pequeño negocio dejará Tierra Santa esta semana. Sin embargo, la gran mayoría de los habitantes de Belén no tienen esta opción. Y algunos, como Tabash, han decidido quedarse: aunque podrían marcharse. “Abro mi tienda todos los días. Voy a la plaza, frente a la Basílica de la Natividad, y la gente me pregunta por qué voy; soy el único que abre la tienda. Lo único que me sostiene es la fe. Sin fe, no podría continuar, ni siquiera un minuto. Hemos perdido la esperanza; lo único que nos queda es la fe”.
Un lugar sagrado para todos
“Pero como cristiano palestino, mi misión es estar aquí, aunque cada día surjan nuevos desafíos. La guerra tiene que terminar. Estamos cansados; queremos paz, sólo paz para nuestros hijos y nuestras familias”.
Y durante su conversación con ACN, Tabash hizo un llamamiento a la preservación de este lugar sagrado. “¿Este lugar sólo es sagrado para mí, para mi familia, para nosotros los palestinos de Cisjordania? ¿No es un lugar sagrado para todos los cristianos del mundo?”, se pregunta. “Mucha gente tiene el deseo de venir a Tierra Santa, y es hora de ayudarnos, de estar presentes en estos lugares sagrados”.
Debido a las restricciones para viajar y al peligro en la región, Tabash sabe que la gente no puede venir físicamente, pero les insta a estar presentes de otras maneras: “Vengan con sus oraciones. Vengan con sus acciones pidiendo la paz. Vengan defendiendo la integridad de estos lugares. El silencio me asusta. Venid con vuestro apoyo a las familias cristianas de Tierra Santa”.
—Maria Lozano