Consagrada a Nuestra Señora de Fátima, Ayuda a la Iglesia que Sufre cumple 70 años

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Por Eva-María Kolmann

NUEVA YORK – La canonización del 13 de mayo de 2 pastores portugueses a los que la Virgen se les apareció hace 100 años en Fátima que realizará el Papa Francisco tiene una resonancia especial para la organización benéfica católica internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre.

El padre van Straaten frente a la Basílica de la Santísima Trinidad, Fátima, Portugal, foto de ACN

Ayuda a la Iglesia que Sufre fue consagrada hace 50 años a Nuestra Señora de Fátima, y este año celebra su 70º aniversario desde su fundación. La llegada del Papa a Fátima se da en el marco de la canonización de Jacinta Marto y su hermano Francisco, los más jóvenes no mártires proclamados santos en la historia de la Iglesia.

Nuestra Señora de Fátima, ciertamente, ha hecho maravillas para Ayuda a la Iglesia que Sufre. George Marlin, presidente de ACN-USA, explicó: “Desde el principio, esta caridad ha sido un milagro: ha dado la fuerza para perdonar y mostrar una magnanimidad incondicional a innumerables personas. La organización surgió de la creencia en Jesucristo y de la firme convicción de que el Evangelio contiene la verdad”.

“Hasta el día de hoy, nuestra caridad continúa dando testimonio del Dios vivo mientras cientos de miles de personas en todo el mundo apoyan a nuestros hermanos y hermanas en la fe en su nombre”.

Ayuda a la Iglesia que Sufre fue fundada en 1947 por el sacerdote premostratense holandés padre Werenfried van Straaten. Desde el principio, se centró en fomentar la reconciliación así como en conseguir el amor de los enemigos, como se pide en el Evangelio. La caridad comenzó como una campaña de ayuda a los refugiados alemanes después de la Segunda Guerra Mundial, fue lanzada en Bélgica y los Países Bajos, cuyas poblaciones habían sufrido mucho bajo la ocupación alemana.

La ayuda a los “enemigos de ayer” no solo tenía por objeto aliviar la angustia inmediata del pueblo, sino también superar el odio, fomentar la reconciliación en una Europa devastada y hostil y, al mismo tiempo, convertirse en una “escuela de amor” para los que concedían la ayuda.

Creciendo rápidamente, Ayuda a la Iglesia que Sufre amplió sus actividades para abarcar los países situados tras el Telón de Acero, así como los de Asia, África y América Latina. Con el tiempo, comenzó a centrar sus esfuerzos en el apoyo a la labor pastoral de la Iglesia católica en países y regiones en los que los fieles sufrían diversas formas de discriminación y persecución, o en los que las Iglesias locales carecían de los medios necesarios para cumplir su misión.

Además de proporcionar ayuda material, una de las principales preocupaciones era dar voz a la perseguida “Iglesia del Silencio”.

La labor de Ayuda a la iglesia que Sufre está estrechamente vinculada al mensaje de Fátima y la organización está planificando diversas campañas de celebración del centenario de sus apariciones. Las festividades culminarán con una gran peregrinación internacional de trabajadores y donantes de Ayuda a la Iglesia que Sufre al santuario portugués, en septiembre de 2017.

El padre Martín Barta, asistente eclesiástico internacional de Ayuda a la Iglesia que Sufre, explica que la fundación de la asociación debe considerarse en el contexto de la Revolución de Octubre y las apariciones de Fátima, durante las cuales Nuestra Señora advirtió de los peligros del comunismo.

El padre Barta dijo que Ayuda a la Iglesia que Sufre, siguiendo el ejemplo de los mensajes de Fátima, ha “crecido hasta convertirse en un movimiento espiritual mundial” que reclama una “rebelión del corazón”, una “revolución” que no se basa en los “falsos mitos del comunismo sin Dios o el relativismo humanista, sino en la realidad de la cruz de Jesucristo, su corazón traspasado”. Y añadió: “Al final, el Inmaculado Corazón [de Nuestra Señora de Fátima] triunfará”.

Ayuda a la Iglesia que Sufre fue consagrada a Nuestra Señora de Fátima porque el padre van Straaten consideró que el fundamento de la caridad era una respuesta a su mensaje, que había advertido de “una total rebelión contra Dios”. Esa amenaza se produjo por primera vez en la Revolución de Octubre, en Rusia, que inició una persecución de la Iglesia con una severidad sin igual; y su legado aún continúa de varias formas en todo el mundo.

El trabajo de Ayuda a la Iglesia que Sufre es una respuesta inmediata a la conversión de la llamada de la Madre de Dios y un giro hacia Dios, sugiere el padre Barta, añadiendo que: “Como fundación pontificia, queremos intensificar nuestros esfuerzos para ayudar a la Iglesia a llevar el triunfo del Inmaculado Corazón de María por todo el mundo”.

Actualmente, Ayuda a la Iglesia que Sufre apoya más de 5.000 proyectos cada año en más de 140 países, con fondos recaudados a través del trabajo de 23 oficinas nacionales. En la actualidad, el principal objetivo es ayudar a los cristianos perseguidos y amenazados en Medio Oriente e impedir la purga de las comunidades cristianas desde la cuna del cristianismo. Otro de los principales objetivos es apoyar a la joven y vigorosa, pero materialmente pobre, Iglesia de África.