El coronavirus en Venezuela: “un momento difícil y una prueba”

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VENEZUELA ha registrado sus primeras docenas de infecciones de coronavirus. El país ya ha cerrado sus fronteras e impuesto una cuarentena social obligatoria a partir del 16 de marzo. Es una situación que supone una gran amenaza para una población que ya es extremadamente vulnerable, dado el estado tan frágil del sistema hospitalario venezolano.

La conferencia episcopal venezolana también ha tomado medidas preventivas, incluyendo la suspensión de las misas públicas. En una declaración del 15 de marzo, los obispos declararon: “Este es un momento difícil y una prueba, de la que saldremos victoriosos, gracias a nuestra fe y esperanza, que ahora debe expresarse en obras de caridad y solidaridad. Así que invitamos a todos nuestros hermanos y hermanas de nuestra nación a acercarse a Dios. En estos tiempos de crisis sanitaria debemos recordar que el Señor está entre nosotros y no nos abandonará. Él es la roca que nos salva”.

El Santísimo Sacramento en las calles de San Cristóbal

Un médico que trabaja en uno de los principales centros hospitalarios del país, que pidió no ser identificado, dijo a Ayuda en la Iglesia que Sufre que “el sistema hospitalario venezolano no está preparado para la gran emergencia que podría resultar de que numerosas personas se infectaran por el COVID-19″. La precaria situación de los hospitales del país y la escasez de medicamentos ya es bien conocida en todo el mundo”.

Debido a la falta de equipos de prueba para determinar si las personas han sido infectadas por el coronavirus, es imposible tener una idea real de cuántos venezolanos son de hecho víctimas de COVID-19.

Asimismo, existe una gran preocupación entre los miembros de la población que deben trabajar para ganarse la vida y alimentarse, y que ahora se ven impedidos de hacerlo debido a la imposición del distanciamiento social. “No sé cuánto tiempo tendremos que aguantar la cuarentena, pero si el virus no nos mata, nos moriremos de hambre”, dijo Ester Chacón, una pequeña comerciante.

El domingo 22 de marzo, los más de 150 sacerdotes de la Diócesis de San Cristóbal fueron invitados por el obispo Mario Moronta a tocar las campanas de su iglesia a las 12 del mediodía —cuidando las reglas de distanciamiento social— y a llevar el Santísimo Sacramento a las puertas de sus iglesias para “desde allí bendecir toda la ciudad, todo el país, el país vecino de Colombia y el mundo entero, pidiendo a Dios que nos libere de esta pandemia”.

Al mismo tiempo, el obispo Mario Moronta pidió a las autoridades que “garanticen a sus ciudadanos un acceso seguro a los alimentos, las medicinas y la atención médica, y que se aseguren de que no haya cortes de electricidad o escasez de agua y otros servicios esenciales. También les pedimos que tomen nota de las prácticas inmorales de ciertas personas que están explotando la emergencia sanitaria al aumentar injustificadamente los precios de los productos básicos para todo el pueblo. Los que se comportan de esta manera no tienen miedo de Dios”, añadió.

Ayuda a la Iglesia que Sufre ha estado financiando numerosas campañas de ayuda para apoyar a la Iglesia en Venezuela. Durante el año 2019 ha dado más de 1 millón de dólares en ayudas, para el apoyo de sacerdotes y religiosos, para la formación sacerdotal y la atención pastoral y para varios proyectos de ayuda de emergencia, como cocinas, perforadoras y generadores de electricidad.

—Johan Pacheco