En Tierra Santa, las iglesias denuncian los persistentes ataques anticristianos

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DURANTE LOS ÚLTIMOS 10 AÑOS, ha habido un notable aumento en el número de ataques e incidentes contra los cristianos en Tierra Santa. Perpetrados por judíos intransigentes, han sido denunciados regularmente por las Iglesias Cristianas de Tierra Santa, que han apelado a las autoridades civiles. Ayuda a la Iglesia que Sufre habló de la situación con el obispo auxiliar Giacinto-Boulos Marcuzzo, del Patriarcado Latino de Jerusalén. Es el vicario patriarcal de Jerusalén y Palestina.

El 11 de febrero de 2020, cerca de 100 neumáticos fueron dañados en la ciudad árabe de Jish en el norte de Israel. Al mismo tiempo, se encontraron grafitis racistas, garabateados en hebreo, en los muros de la ciudad. Jish es un pueblo de alrededor de 3.000 almas, más del 50% de las cuales son cristianos maronitas, mientras que el 10% son melquitas y el 35% son musulmanes. El grafiti decía: “Despierten, judíos… ¡Dejen de asimilar!”.

Arson damaged Church of Loaves and Fishes, in Galilee in 2015 (Latin Patriarchate of Jerusalem)

Como respuesta inmediata, la Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa (Assemblée des Ordinaires Catholiques de Terre Sainte, AOCTS), que representa a los obispos católicos y a los vicarios episcopales de los ritos latinos y orientales, pidió a “las autoridades civiles y de seguridad del Estado” que “asuman sus responsabilidades tanto en materia de educación como de seguridad para no permitir que estos crímenes se repitan en el futuro”. Fue el último de muchos de esos reclamos. El obispo Marcuzzo, dijo: “Durante más de 10 años la AOCTS ha pedido una reunión con los ministros o incluso con el propio primer ministro. Pero hasta ahora, nada!”.

Ha habido casos de escupitajos, insultos, grafitis ofensivos y actos de vandalismo contra lugares de culto cristianos. Se han contabilizado docenas de estos ataques de todo tipo en la última década, con más de 5 casos registrados en el curso de los últimos 2 años. En el lado positivo, el obispo reconoció que estos incidentes son condenados por el Gobierno israelí, los medios de comunicación y la opinión pública. Pero, con frecuencia, las acciones no se materializan. Una excepción fue el ataque incendiario de junio de 2015 contra el santuario de la Iglesia de la Multiplicación de los Panes y los Peces en el norte de Israel, por el que los autores fueron detenidos y condenados.

“La cuestión es, sin duda alguna, de educación, y se debe a un problema más general de una determinada perspectiva cultural, a saber, el rechazo a aceptar la diversidad del otro”, dijo el obispo Marcuzzo, y añadió:

“Estamos sumamente preocupados, porque la aceptación mutua es la única base sólida de toda sociedad, sobre todo en medio de la enorme diversidad étnica, cultural, religiosa y política de Israel y del Medio Oriente. Esa actitud socava la base misma de la cohesión social y la solidaridad, que son el fundamento de todos los países”.

El AOCTS ya había dado alarma en octubre de 2012, cuando hizo públicamente las siguientes preguntas: “¿Qué está sucediendo hoy en la sociedad israelí, que los cristianos se convierten en los chivos expiatorios y son el blanco de estos actos de violencia? ¿Qué tipo de enseñanza de desprecio hacia los cristianos se está enseñando en las escuelas? ¿Y por qué los responsables nunca son arrestados o llevados a juicio?”. El AOCTS también ha pedido expresamente “que el sistema educativo sea modificado radicalmente, ya que de lo contrario las mismas causas [conducirán a] los mismos efectos”.

Jerusalén

Las Iglesias plantean estos problemas en todos los niveles y en numerosas ocasiones, pero como su voz no está respaldada por un peso político y financiero (solo somos el 2% de la población), sigue sin ser escuchada, lo que plantea además el problema de la protección jurídica y los derechos de las minorías”, dijo el obispo Marcuzzo.

El incidente en Jish refleja la política del “precio a pagar” (tag mehir en hebreo), que motiva a los colonos fundamentalistas y a otros activistas de la extrema derecha. Afirman que el vandalismo es una venganza por los límites impuestos por el Gobierno y el Ejército a sus esfuerzos por apoderarse del territorio palestino.

En un raro comunicado, fechado el 20 de junio de 2019, el patriarcado armenio de Jerusalén rompió su silencio. Se emitió tras un altercado entre algunos de sus seminaristas y 3 jóvenes judíos en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Los jóvenes escupieron a los seminaristas y gritaron: “¡Muerte a los cristianos!” y “los eliminaremos de este país”. La declaración cuestionaba: “Pensábamos que Israel era un país democrático”; “¿Quién se atrevería a escupir a los judíos en Europa o en los Estados Unidos?” “¿Está permitido en Israel escupir a los cristianos?”. La declaración también pedía a las autoridades israelíes “castigar a los responsables y condenar enfáticamente este comportamiento hacia los cristianos, y en particular hacia la comunidad armenia”.

Algunos de los ataques se han centrado en una parte de Jerusalén donde los judíos veneran la tumba del rey David. Por ejemplo, dos intentos de incendio, en mayo de 2014 y febrero de 2015, se dirigieron a la Abadía Benedictina de la Dormición. En 2012 y 2013, grafitis abiertamente anticristianos fueron garabateados en el edificio. Y de nuevo en enero de 2016, los muros del monasterio fueron cubiertos con eslóganes en hebreo llenos de odio, como “Muerte a los paganos cristianos, los enemigos de Israel”, “Que su nombre (es decir, Jesús) y su memoria se apaguen” y “Al infierno con los cristianos”.

En octubre de 2018 (tras un acto de profanación en diciembre de 2015), se volcaron las lápidas y se rompieron las cruces en el cementerio del monasterio salesiano de Beit Gemal, cerca de Beit Shemesh, una ciudad con una alta proporción de judíos ultraortodoxos, a unas 20 millas al oeste de Jerusalén. En 2013, se lanzaron bombas molotov en el monasterio y se pintaron lemas, como “Muerte a los no judíos”, en sus paredes.

Hace 2 años, de nuevo en Beit Gemal, los muros del Convento de las Hermanas de la Familia Monástica de Belén fueron embadurnados con grafitis blasfemos en hebreo. Y en marzo de 2014, en las mismas afueras de Beit Shemesh, otro acto de vandalismo tuvo como objetivo el monasterio de Deir Rafat, también conocido como el Santuario de Nuestra Señora Reina de Palestina y de Tierra Santa. Finalmente, entre los actos de violencia más atroces, se encuentra el ataque incendiario a la Iglesia de los Panes y los Peces en Tabgha, en 2015.

—Christoph Lafontaine