Gaza: “Estamos más cerca que nunca del Salvador crucificado”

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La comunidad cristiana de Gaza se encuentra en su punto más bajo desde el comienzo de la guerra.
Las líneas telefónicas están cortadas y las conexiones en línea se interrumpen continuamente. Apenas se entiende lo que dice la hermana Nabila: “bastante”, “bien”, “Iglesia”, y luego la línea se corta. Así están las cosas desde hace semanas. De vez en cuando llegan algunos mensajes escritos: “Estamos bien”. Pero cuando presionas más, te das cuenta de que “bien” significa “estamos vivos, pero no tenemos suficiente, y lo poco que tenemos se debe a la gracia de Dios”.
Sagrada Comunión en la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza
Para la comunidad cristiana de Gaza, éste es el peor periodo desde el comienzo de la guerra. Otro socio del proyecto de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), cuya línea telefónica es estable, pero que la organización benéfica prefiere mantener en el anonimato por motivos de seguridad, afirma: “Nuestra gente sufre constantemente. Cada vez que ambas partes hablan de tregua, aumenta la intensidad de las operaciones militares”. Durante las dos últimas semanas, el barrio de Al Zeyton, donde se encuentra la parroquia de la Sagrada Familia, ha sido testigo de intensos enfrentamientos militares y bombardeos. Según informa ACN, el recinto parroquial acoge actualmente a 128 familias, un total de 512 cristianos, entre ellos 120 niños, 60 personas con discapacidad y 84 mayores de 65 años. Los suministros de alimentos son muy limitados, y “el problema no tiene nada que ver con la disponibilidad de dinero en efectivo”, explica la misma fuente. “Se trata simplemente de que los alimentos escasean, y es difícil encontrarlos en cualquier sitio. La comunidad cristiana apr  ovecha todas las oportunidades posibles para conseguir agua potable y alimentos”.
Con la ayuda de ACN y otras organizaciones, el Patriarcado Latino de Jerusalén puede proporcionar dos comidas semanales por persona y una barra de pan cada dos días. Pero por lo demás, la comunidad tiene que sobrevivir administrando sus provisiones, o tratando de encontrar alimentos en otros lugares. “La gente camina durante horas para conseguir una pequeña caja de comida que, al final, no alcanza ni para tres personas. En esta dieta forzada, compartir forma parte de la vida cotidiana y de la nueva identidad cristiana”, explica la fuente a ACN.
El agua limpia es uno de los problemas actuales más graves. “Tenemos agua sucia para los retretes y las unidades sanitarias, y el agua se purifica con métodos tradicionales”. Otro problema es el saneamiento. “Los niños padecen un virus que provoca náuseas y diarrea, y cuatro de los ancianos se enfrentan a enfermedades graves y requieren hospitalización inmediata, algo imposible por el momento”. Pero la fe anima a la pequeña comunidad, dice el socio del proyecto. Además de la misa, las sesiones de catequesis y el rezo del rosario, la parroquia organiza actividades para niños y reuniones para curar traumas mediante la oración. El personal del centro católico Tomás de Aquino, que se trasladó al recinto parroquial después de que su edificio fuera bombardeado, también participa en estas actividades. El sacerdote y las monjas, como la hermana Nabila, están realizando una labor heroica. “Están todos agotados. Nadie puede experimentar realmente lo que están pasando. Con la gracia de Dios, nuestros niños están ahora más cerca de la fe que nunca. Es una Pascua muy especial. Estamos más cerca que nunca del Salvador crucificado”, concluye el socio del proyecto. Aunque es muy difícil ponerse en contacto con la hermana Nabila, hay una cosa que ella siempre dice a ACN que pida a la gente: “Recen por nosotros, recen por toda la población. Recen para que esta guerra termine”. —Maria Lozano