La clave de la estabilidad del Líbano es la neutralidad, dice el ex presidente Sleiman
Líbano atraviesa actualmente una grave crisis política y económica. Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) ha respondido con asistencia a los cristianos empobrecidos. Tras la explosión de agosto de 2020 en el puerto de Beirut —que causó graves daños en el barrio cristiano de la ciudad— ACN también se embarcó en un amplio programa de reconstrucción de iglesias y edificios eclesiásticos dañados por la explosión. Tras más de un año de estancamiento político, un nuevo gobierno tomó posesión el 10 de septiembre de 2021. En esta entrevista, el presidente Sleiman habla con ACN sobre la situación política del país.
Tradicionalmente, el Líbano ha sido un símbolo que demuestra que cristianos y musulmanes pueden vivir en armonía en Oriente Medio. ¿Cómo están contribuyendo los políticos libaneses con ese mensaje?
Estamos creando una mala impresión del mensaje de nuestro país, ya que no estamos unidos para mostrar la imagen clara del Líbano. Esta debería ser la misión de cada ciudadano libanés, independientemente de su religión. La llegada de los cristianos al país es, para empezar, una petición islámica, ya que los musulmanes desean profundamente que los cristianos sean sus principales interlocutores.
¿Por qué los musulmanes quieren eso?
Así es como se comporta el pueblo libanés en su esencia y ésta es la verdadera naturaleza de nuestro pueblo. Sin embargo, los políticos siempre dividen a los ciudadanos, y los intereses sectarios dividen a los partidos políticos. Un ejemplo de ello son los partidos que apoyan a Irán, hasta el punto de que los ciudadanos chiíes se sienten alejados de los demás ciudadanos libaneses. Sin embargo, personalmente soy optimista y creo que pronto los cristianos cumplirán su verdadero papel en el Líbano y en Medio Oriente.
¿Los políticos cristianos han protegido y fomentado el papel de los cristianos en el Líbano?
Los políticos cristianos no pudieron hacer justicia al rol de los cristianos en el Líbano porque no pudieron establecer alianzas con Hezbolá. En general, los líderes políticos no pudieron ponerse de acuerdo sobre la idea de construir nuestra nación. Parece que Hezbolá no quiere llegar a un acuerdo con ningún partido libanés que quiera que el Líbano sea un país libre e independiente. Hoy en día, el Líbano ya no es un país independiente ni libre debido a la injerencia iraní en los asuntos libaneses llevada a cabo por Hezbolá, que apoya a Irán y se opone a los países árabes y a Estados Unidos, así como a Europa.
¿Qué cree que deben hacer los libaneses al respecto?
Lo único que necesitamos es la neutralidad del Líbano, el país debe ser un Estado neutral. Entonces podremos volver a centrarnos en nuestras instituciones y en la separación de la religión y el Estado. En el Líbano, los políticos que quieren ser presidente o primer ministro se alían con el partido más poderoso del gobierno, que es Hezbolá.
La tradición dicta que el presidente del Líbano debe ser maronita. ¿Esto da poder a los cristianos?
No, porque el presidente del Líbano no tiene poder para gobernar. El primer ministro, que, según la misma concepción, debe ser un musulmán suní, tiene más poder que el presidente. He sugerido que haya una rotación de los cargos clave entre las religiones.
¿Afectaría a la presencia de los cristianos en el Líbano el hecho de que el presidente no tenga que ser cristiano?
En absoluto. La religión del presidente no afecta a los cristianos. Lo más importante es que el Líbano no se vea involucrado en los problemas de la región.
El país está ahora en crisis. ¿Qué hay que hacer para mejorar la situación?
Tenemos elecciones el próximo mes de mayo para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional. Corresponde al pueblo libanés elegir nuevos representantes con buena reputación, libres de corrupción y leales solo al Líbano.
¿Cuál es su visión del futuro?
Nada es posible si no soñamos. La gente debe seguir soñando con el mejor resultado. Durante mi presidencia, no pude alcanzar el sueño libanés. Mi gran logro fue la “Declaración de Baabda” (2012), que establecía que el Líbano no debía involucrarse en los problemas y guerras de la región.
—Diana Khaddaj