La visita del Papa a la mayor ciudad católica de Irak aumenta las esperanzas de que los cristianos regresen

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DESDE 2003, TODOS LOS IRAQUÍES HAN SUFRIDO LAS CARGAS DE LA GUERRA: secuestros, desplazamientos y muertes. Este periodo, sin embargo, ha sido especialmente difícil para los no musulmanes. Bajo Al Qaeda e ISIS, los no musulmanes, como los yezidíes y los cristianos, fueron objetivo específico de asesinatos y extorsiones. En 2010, 58 católicos fueron asesinados por sicarios de Al Qaeda en Bagdad durante la celebración de la misa.

Esta persecución religiosa ha creado un problema específico para los cristianos: la emigración. Sin embargo, con la histórica visita del Papa Francisco a Irak, los residentes de Qaraqosh —reconstruida en gran parte con la ayuda de Ayuda a la Iglesia que Sufre y sus donantes— esperan que esta tendencia empiece a cambiar.

La mayor ciudad católica de Irak, a 20 minutos de Mosul, tenía una población de hasta 55.000 católicos antes de ser ocupada por ISIS durante dos años en 2014-16. Hoy, ya han regresado 23.000 fieles, según el padre Ammar Yako, que dirige un centro para familias desplazadas. El resto vive principalmente en Australia, Estados Unidos, Suecia, Francia y Alemania. Hasta ahora, solo han regresado algunas familias del extranjero, sobre todo de Francia y Alemania. Sin embargo, muchos esperan que el viaje pionero del Papa no solo haga que se frene la emigración, sino que incluso persuada a algunas familias para que se planteen volver a Irak.

Niños en Qaraqosh durante la visita papal
Niños en Qaraqosh durante la visita papal

Revan Possa, de 30 años, que trabaja en la oficina de la Junta Suprema para la Reconstrucción de Baghdeda (el nombre sirio de Qaraqosh), dirigida por la Iglesia, informa de que ya han tenido noticias de posibles repatriados: “Hemos sabido de familias de Qaraqosh que han llorado al ver las fotos del viaje y están pensando en volver a casa. Necesitamos seguridad y apoyo de Occidente para quedarnos aquí. Me gusta esta tierra y quiero quedarme aquí”.

Joseph Giuliana, de 44 años, profesor y escritor, regresó él mismo a Qaraqosh tras muchos años viviendo como refugiado en Francia. “Necesitábamos esta visita para volver a llenarnos de esperanza: la esperanza de que tenemos derecho a quedarnos aquí y vivir aquí como pueblo originario de esta tierra”. Durante años, ha estado construyendo una casa para su mujer y sus tres hijos en las afueras de Qaraqosh, pero lentamente, por miedo a verse obligado a marcharse de nuevo. Ahora, sin embargo, está redoblando la construcción, confiando en que los cristianos están aquí para quedarse.

Dice: “Para los cristianos de aquí, así como para los que viven como refugiados en Europa y América, todos pensamos que esta visita les da esperanza para la vida de los cristianos en Irak. Yo soy uno de ellos. Con la visita del Papa, sentimos que no estamos solos. Sentimos que estamos a salvo porque alguien se preocupa por nosotros”.

El padre Araam Romel Qia, de 40 años, sacerdote católico caldeo de Batnaya, dice que uno de los principales objetivos del Papa es animar a los cristianos a quedarse en Iraq. Sin embargo, al igual que otros, advierte que la Iglesia sigue enfrentándose a desafíos.

“El sufrimiento de los cristianos continúa, mientras haya una constitución islámica que no proteja los derechos de los cristianos y otras minorías. La persecución de los cristianos y las minorías continuará mientras haya milicias militares y un gobierno débil. Esperamos que continúe el apoyo de la comunidad internacional”.

Lo cierto es que existen dificultades que llevan a los residentes del extranjero a dudar de la posibilidad de volver a Qaraqosh. El desempleo juvenil es del 70%; el campo circundante está dominado por las hostiles milicias chiíes respaldadas por Irán; y la ciudad aún lleva las marcas de su ocupación de dos años por ISIS. Sin embargo, los devotos cristianos de Qaraqosh, con un índice de asistencia a misa del 70% —entre los más altos del mundo para un país de renta media—, tienen una vocación más elevada: la preservación del cristianismo en la cuna de la civilización.

—Xavier Bisits