Obispo de Mozambique pide calma tras el estallido del terror yihadista

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EXISTE una grave preocupación en la Iglesia de Mozambique, tras los recientes ataques violentos perpetrados por miembros de un nuevo grupo yihadista que desde octubre pasado ha matado a muchas personas; los terroristas están atacando no solo iglesias cristianas, sino también mezquitas en la provincia de Cabo Delgado.

Fieles en Mozambique

El obispo Luis Fernando Lisboa, de Pemba, ha hecho un llamado de “calma y serenidad” a la población de esta región del norte de Mozambique, que también es una de las más pobres del país.

Poco se sabe de este grupo terrorista, que lleva el mismo nombre que el grupo terrorista somalí Al Shabab, aunque aparentemente no hay vínculos entre ellos. “Este ‘enemigo’ no tiene rostro ni portavoz oficial”, dijo el obispo Lisboa a Ayuda a la Iglesia que Sufre. “No conocemos a nuestro enemigo; no sabemos contra quién luchamos, ni siquiera sabemos el motivo de sus ataques. La gente habla de radicalismo religioso, de un conflicto por los recursos naturales, de tráfico ilegal de armas, de disputas políticas, de rivalidades étnicas”. 

“Pero la verdad es que hasta ahora nadie puede confirmar con certeza con quién estamos tratando”. Y añadió: “No había factores comunes entre las víctimas de los ataques, que eran de diferentes pueblos y de diferentes religiones. No parece ser una persecución de cristianos específicamente”.

Describió la situación de extrema violencia como “absolutamente nueva para todos nosotros”. Ha tomado por sorpresa al Gobierno, a la gente común y a las fuerzas de seguridad. En la provincia de Cabo Delgado, muchas personas han sido detenidas e interrogadas. “Algunos de ellos han sido liberados, pero muchos otros no”. Con las prisiones y su personal mal preparado, “ha habido una reacción en cadena de violaciones de los derechos humanos”, lamentó el obispo.

Con el fin de evitar nuevos ataques, “el Gobierno dijo el obispo ha instalado vehículos blindados en varios distritos, y hay muchos soldados y policías armados que paran y registran a las personas, especialmente en toda la región del norte de la provincia”.

Los factores agravantes son la extrema pobreza del país y el alto nivel de desempleo juvenil, que hace de los jóvenes una presa fácil para los terroristas. “Se dice que a los jóvenes que aceptan participar en este grupo se les prometen grandes sumas de dinero”, informó el obispo Lisboa. Dijo: “Podemos ver que este grupo terrorista quiere expresar su furia o su descontento; es su forma de gritar y de reclamar atención. Los jóvenes que participan en él no son extraños para nosotros, no son extranjeros o “terroristas”, como solemos llamarlos. También incluyen a jóvenes de nuestras propias familias, nuestros propios pueblos, nuestros propios partidos, nuestras propias creencias religiosas”.

El obispo Lisboa continuó: “Estamos trabajando para calmar los espíritus de la gente y pedirles que permanezcan tranquilos. Le hemos pedido a la gente que no transmita imágenes violentas y que no difundan más rumores sobre lo que ha sucedido, porque esto solo crea más pánico y consigue fomentar un ambiente de inseguridad”.

“Estamos rezando fervientemente y pedimos sus oraciones para que estos ataques cesen y las autoridades detengan y condenen a los que están detrás de ellos. No debemos permitir sentirnos atrapados o paralizados, aunque al mismo tiempo debemos tener cuidado”.

El país es rico en recursos naturales, lo que supone una promesa de crecimiento económico que beneficia a todos los ciudadanos. Sin embargo, el obispo dijo: “En los últimos años, tras el descubrimiento de muchos de estos recursos naturales, hemos sido objeto de una verdadera invasión de personas de todo tipo de lugares, empresas y proyectos. Nuestros recursos naturales podrían crear empleo, estabilidad y esperanza para nuestra sociedad si son bien administrados, compartidos y supervisados. Pero las desigualdades que siempre han existido solo pueden superarse si hay un reparto serio y responsable de los beneficios”.

La Iglesia también debe hacer frente a la pobreza, la malnutrición materna e infantil, los matrimonios prematuros, los embarazos de adolescentes, la falta de una atención sanitaria adecuada de la población y la falta de oportunidades educativas. También está la deuda “oculta” contraída por el Gobierno anterior, que ha contribuido al aumento de la pobreza, y la falta de reconciliación nacional después de 2 guerras civiles.

El obispo Lisboa ha animado a todo el pueblo a intensificar sus oraciones y “no dejarnos cegar por prejuicios religiosos, étnicos o políticos, sino formar un gran movimiento de sentimientos bondadosos, de buenas acciones, de buenas relaciones, de buenos consejos y de buenas iniciativas. Para que la paz, que siempre es fruto de la justicia, vuelva y reine de nuevo entre nosotros”.

Monica Zorita y Maria Lozano