Obispo de Odessa, Ucrania: “En esta guerra ambos pueblos son víctimas”
PARA EL OBISPO CATÓLICO ROMANO DE ODESSA, Stanislav Schyrokoradiuk, uno de los principales factores de la invasión de Ucrania es la forma en que se ha desinformado a la población rusa: “Los ucranianos somos las víctimas de la guerra; el pueblo ruso es víctima de la propaganda”. El obispo acaba de participar en una conferencia online en la sede internacional de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
Según el obispo Schyrokoradiuk, la guerra “no es un conflicto entre nuestros dos pueblos”. Sin embargo, la gente que vive en Rusia no tiene acceso a una información completa, “por lo que muchos de ellos apoyan al gobierno ruso”. Esto añade más combustible a la agresión. “Espero que se les abran los ojos, para que llegue la paz”, dice Schyrokoradiuk.
El obispo subraya que su país no tiene alternativa a la independencia, la libertad y la orientación hacia Europa: “Ese es nuestro camino, el que hemos elegido. Queremos seguir por este camino, aunque para todos nosotros sea un camino de la Cruz”.
El obispo dice que su ciudad, Odesa, se encuentra actualmente en el “epicentro de la guerra”. Todos los días hay sirenas de ataques aéreos y atentados. “Tantas ruinas, tantas lágrimas, tanta sangre en nuestro país”. En el primer mes de guerra, cientos de niños murieron o resultaron gravemente heridos. “Los niños han perdido manos o pies en los bombardeos; es terrible”. El puerto de Odesa está actualmente bloqueado; sin embargo, el ejército ucraniano ha podido repeler el avance de la marina rusa.
La situación es tensa en los otros dos puertos de Kherson y Mykolaiv, al noreste. Kherson ha sido completamente ocupado y, aunque el ejército ruso se ha retirado de Mykolaiv, hay ataques aéreos diarios, informa el obispo Schyrokoradiuk.
Durante la noche del 28 al 29 de marzo, un edificio de una parroquia católica fue destruido en un ataque, informa el obispo: “Sin embargo, mucha gente en Mykolaiv quiere quedarse, y esa es mi gran preocupación”. Todos los sacerdotes de las zonas en conflicto también se han quedado. “Los sacerdotes van de pueblo en pueblo llevando a la gente productos de ayuda. Están muy comprometidos con su trabajo, aunque es muy peligroso”.
Como el paso marítimo está cortado, la diócesis de Odessa-Simferopol ha organizado sus propios vehículos de reparto, que recogen alimentos y medicinas desde Lviv, en el oeste, a menudo arriesgando la vida. Lviv es el punto central de distribución de las mercancías que llegan desde Polonia y los países del oeste.
Según el obispo, el suministro de ayuda humanitaria en la región de Odessa ya está asegurado en gran medida: “Ayudamos sin importar la religión o la nacionalidad: en Odesa viven personas de 120 naciones”. La cooperación con otras confesiones cristianas para ayudar a la población que sufre va muy bien, incluso con las iglesias ortodoxas ucranianas y los protestantes.
ACN también es un apoyo importante. La fundación no solo fue la primera en ofrecer ayuda, sino que se ha comprometido a financiar vehículos adicionales para poder garantizar el abastecimiento de los habitantes de las aldeas remotas. “Estamos muy conmovidos por la solidaridad”, subraya el obispo Schyrokoradiuk.
En general, los habitantes de la zona de guerra se mantienen firmes; incluso hay optimismo, confirma el obispo. “La gente no ha perdido el sentido del humor y trata de ver el lado positivo de la vida. Así es Odessa”.
Tras el comienzo de la guerra en Ucrania, ACN envió un paquete de ayuda de emergencia de $1,5 millones de dólares. Otros proyectos de ayuda están en camino. El apoyo ayuda a los sacerdotes y religiosos que trabajan en todo el país con los refugiados, en los orfanatos y en las residencias de ancianos.
—Tobias Lehner