Perú: Desafíos en la “tierra de los santos”

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“Atraviesas la selva amazónica y subes más de cinco kilómetros sobre el nivel del mar en la cordillera de los Andes. Te adentras en el desierto. Ahora estás en lo que el Papa Francisco llama ‘la tierra de los santos'”, dice Luis Vildoso, director de proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) en Perú.

En una entrevista con ACN tras su reciente viaje a Perú, Vildoso describe los retos a los que se enfrenta la Iglesia en zonas alejadas del país.

En Perú hay varias diócesis antiguas, como Cuzco y Lima, que fueron creadas en 1536 y 1541, respectivamente. ¿Qué papel desempeña hoy la Iglesia católica en Perú?

La sociedad peruana reconoce el valor de la Iglesia y su gran importancia. En ciudades como Lima, Cuzco y Arequipa se percibe su presencia en las numerosas capillas, en los nombres de calles y distritos y en el legado de más de 50 santos, beatos y venerables peruanos.

Cuando hablábamos con misioneros extranjeros en el país, nos decían que la Iglesia en Perú es como un jardín que hay que cuidar y regar, porque es muy fácil proclamar la fe. Hay una gran sed de Dios y una fuerte piedad popular.

La Iglesia está presente donde no llega ninguna otra institución. La Iglesia ha desempeñado un papel fundamental en la evangelización de la Amazonia peruana, en el sur de los Andes y en algunas regiones urbanas periféricas. Se dedica a las necesidades materiales y espirituales de la población. Según los testimonios de amor y entrega que muchas personas compartieron con nosotros, estoy convencido de que estos sacerdotes y misioneros ven el rostro de Jesús en la gente, que tiene una gran sed de Dios.

¿Cómo cooperan los laicos con la misión de la Iglesia?

El Papa Francisco dijo que el Perú es una “tierra de santos”, y esto se refleja en las expresiones de fe que uno puede ver en diferentes lugares. Durante nuestro viaje, fue hermoso ver cómo en la Amazonía, los laicos mantienen viva la Iglesia. Son verdaderos héroes, los guardianes de la fe en sus comunidades, porque apenas hay sacerdotes y religiosos. Son los laicos los que celebran la liturgia de la palabra, por ejemplo, y expresan su fe con alegría, para que el pueblo no pierda la suya.

En el Vicariato Apostólico de Yurimaguas, nuestra visita coincidió con una sesión de formación para laicos, que contó con el apoyo de ACN, y fue muy interesante ver cómo se les daba formación bíblica para sostener sus comunidades, que ahora se enfrentan a sectas crecientes.

¿Hubo algo durante el viaje que le llamara especialmente la atención?

Guardo un grato recuerdo de nuestro viaje por la prelatura de Santiago Apóstol de Huancané. Desayunamos con un sacerdote en su casa parroquial, y con una familia que se encarga de cuidar la iglesia. Cuando terminamos de hablar, y nos contaron todas sus necesidades, fuimos a la iglesia, que está al lado de la casa. Nada más entrar, toda la familia se puso de rodillas y empezó a rezar en quechua. Exudaban un sentido muy profundo de religiosidad y reverencia porque se daban cuenta de que estaban en presencia del Santísimo Sacramento.

Peru: Challenges in the ‘land of saints’
Misa en las montañas

También debo mencionar a los misioneros, que sirven en lugares muy remotos de Perú. La experiencia de encontrarme con ellos me conmovió el corazón. Pero, al mismo tiempo, fue un recordatorio de lo duro que es el trabajo misionero. Estas personas arriesgan su vida. La carretera a Sandia, por ejemplo, en la prelatura de Huancané, discurre junto a un profundo precipicio; muchas de las carreteras aquí ni siquiera están asfaltadas. Los misioneros recorren grandes distancias y capean un clima despiadado. Viajan a través de la niebla y están expuestos al sol y al frío de las montañas. Pero están dispuestos a soportar estas condiciones extremas para convivir y servir a la gente más necesitada.

¿Cuáles son los mayores retos para la Iglesia peruana?

Uno de los mayores retos es que en todos los lugares que visitamos había una gran escasez de clero y religiosos. En Arequipa, visitamos un monasterio de clausura de la Congregación de las Canonesas Regulares de Justiniano, cuya vocación es rezar por el clero. Tenemos a la Iglesia contemplativa rezando para que el Señor envíe obreros a su viña .

El segundo desafío es el contraste entre el rico patrimonio cultural y los recursos naturales de Perú, y su injusticia social y desigualdad. Pero a pesar de esta dolorosa realidad, la Iglesia evangeliza, proclama valores y acompaña al pueblo en su camino espiritual.

La pobreza es también un gran desafío para la Iglesia local, porque las comunidades no generan suficiente dinero para mantener a sus sacerdotes o el trabajo pastoral. Por último, algunas de las zonas de misión peruanas están muy alejadas y son de difícil acceso, desde lo alto de los Andes hasta lo más profundo de la selva. También hay comunidades a las que sólo se puede llegar cruzando ríos.

¿Cómo ayuda ACN a la Iglesia en Perú?

La contribución de ACN al país se remonta a varios años atrás. El impacto de esta ayuda puede verse en la formación del clero, que aún continúa. En muchos lugares, los sacerdotes le dirán que lograron completar su formación gracias a ACN. La formación de los seminaristas es una de nuestras prioridades. Tenemos que reconocer la importancia de la formación en la fe y tomarnos en serio las palabras del Papa Francisco de que esta es una “tierra de santos”.

Fue hermoso ver que en lugares como la prelatura de Huancané, la congregación de las Misioneras de Jesús, Palabra y Víctima gestionan la distribución de publicaciones del ACN como la Biblia de los Niños, y “Rezo el Rosario.” Las hermanas las utilizan para alimentar espiritualmente a la población.

—Maria Ximena Rondón