Siria: los frailes se ocupan de los cristianos que viven bajo la ley sharia
LOS PUEBLOS DE KNAYEH Y YACOUBIEH, en la provincia de Idlib, cerca de la frontera turca en el oeste de Siria, siguen bajo el control de grupos yihadistas. Aquí, el temible Gobierno islámico sigue dominando; la sharia, la ley religiosa islámica, está en vigor; las mujeres son obligadas a llevar velo, las propiedades cristianas han sido confiscadas y los símbolos cristianos, como las cruces, han sido derribados.
Entre los habitantes locales que han permanecido a pesar de la terrible situación, hay unas 300 familias cristianas de diferentes denominaciones y grupos étnicos. 2 frailes franciscanos, Luai Bsharat, de 40 años, y Hanna Jallouf, de 67 años, también se han quedado para atenderlos.
Los cristianos que permanecen en estas zonas se enfrentan a la persecución, la violencia y el peligro, e incluso a la muerte. “A pesar de las dificultades, el padre Luai y el padre Hanna se han quedado allí porque creen que esta región no debe ser abandonada. Porque está cerca de Antioquía, donde San Pablo comenzó sus viajes, difundiendo la Palabra de Dios”, explica el padre Firas Lutfi, OFM, que es custodio de la provincia de San Pablo para los franciscanos de Siria, Líbano y Jordania.
En su conversación con Ayuda a la Iglesia que Sufre, dijo: “los sufrimientos comenzaron hace una década. Cuando los grupos rebeldes tomaron el control de la región y proclamaron el Estado Islámico, confiscaron las propiedades cristianas, impusieron la ley islámica sharia a todos los no musulmanes y suprimieron su derecho a circular libremente dentro de sus propias aldeas”.
El padre Firas dijo: “Esos extremistas a menudo han perseguido, atacado, golpeado, torturado e incluso asesinado a algunos de nuestros hermanos y hermanas, como por ejemplo en el notorio caso del padre François Murad, que fue decapitado en 2013, y más recientemente el caso de una maestra de escuela que fue violada y luego asesinada en Yacoubieh”.
En su reciente mensaje, el padre Firas subrayó que los frailes están ahí para ayudar a todos los que necesiten apoyo y orientación, independientemente de su religión, raza, nacionalidad u opiniones políticas. “En muchas ocasiones —explica— los monasterios de Knayeh y Yacoubieh acogieron a decenas de familias musulmanas que buscaban refugio en las iglesias”, cuando la región se convirtió en un campo de batalla.
“La presencia de los franciscanos es un signo de esperanza en medio de la oscuridad y la desesperación”, remarcó el padre. Pero también dependen en gran medida del apoyo externo que puedan obtener, especialmente el apoyo financiero, ya que la población local ya no puede cosechar sus propias tierras, que han sido confiscadas, ni vender sus propios productos, por lo que necesitan constantemente ayuda humanitaria externa.
En la actualidad, Ayuda a la Iglesia que Sufre apoya más de 50 proyectos diferentes para ayudar a los cristianos de Siria. Además de los proyectos de ayuda de emergencia para familias vulnerables en Alepo y Damasco, la organización benéfica patrocina varios proyectos a través del padre Firas Lufti.
—Paulo Aido