Ucrania: La diócesis atiende a personas traumatizadas por la guerra
Un obispo del oeste de Ucrania cuenta a ACN su lucha por ayudar a las 400.000 personas que han llegado a su región desde que comenzó la invasión rusa en febrero de 2022.
La región ucraniana de Zakarpattia, que cuenta con una población de un millón de personas, ha acogido a 400.000 desplazados internos procedentes de otras partes de Ucrania y, en respuesta, la diócesis de Mukachevo les está ayudando.
Los edificios diocesanos se han convertido en lugares de acogida, y “casi la mitad de las familias católicas de la región han alojado a desplazados internos en sus propias casas”, declaró el obispo Mykola Petro Luchok a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
La diócesis también apoya a las organizaciones locales que ofrecen asesoramiento sobre traumas a las personas afectadas por la guerra, incluidos los soldados que regresan del frente y las familias de los que murieron en combate, dijo el obispo auxiliar y administrador apostólico de Mukachevo. Y añadió: “ACN proporcionará financiación para ayudarnos a ofrecer cursos psicológicos y terapéuticos a los profesionales de la salud mental, para que puedan atender en el futuro a quienes regresen con profundas heridas mentales.”
El invierno pasado, cuando la región se quedó sin electricidad tras los ataques aéreos contra centrales térmicas e hidroeléctricas, ACN también proporcionó generadores y sistemas de almacenamiento de energía alimentados por baterías para ayudar a la gente a mantenerse caliente.
Muchos de los que buscan refugio en la región son familias con niños, por lo que la diócesis ha organizado “campamentos de verano en las montañas y otros entornos naturales, con actividades creativas para los niños desplazados” y “actos para que las familias desplazadas fortalezcan y renueven su espíritu”, dijo el obispo.
Destacó el coste psicológico y económico que la guerra ha supuesto tanto para los desplazados internos como para la población local, muchos de los cuales han perdido todos los medios para mantenerse a sí mismos y a sus familias. Como resultado, dijo, “mucha gente ha abandonado Zakarpattia. Muchos de los que dirigen la región y nuestra diócesis también se han marchado. Por eso, uno de los retos ha sido reorganizar por completo el funcionamiento diario”.
El obispo Luchok realiza regularmente viajes pastorales por la diócesis, y allá donde va la gente le cuenta “lo mucho que la guerra les ha herido de diversas maneras”. Dice: “Un aspecto de las penurias es que no hay un final a la vista. La gente está mentalmente fatigada. También están los que han resultado heridos físicamente en la guerra”.
Dijo que en estos tiempos difíciles, “no debemos pensar en cómo eran las cosas antes y por qué nuestro sufrimiento no ha terminado”. En su lugar, “deberíamos sumergirnos en la oración y reflexionar sobre el significado y el poder del Calvario. No debemos centrarnos en lo que hemos perdido, sino concentrarnos en llevar nuestras cruces y en encontrar formas de ayudar a los demás. La vida es más fácil cuando no pensamos en nuestro propio sufrimiento, sino en cómo podemos ayudar a otras personas”.
El obispo Luchok concluyó: “Estamos muy agradecidos a ACN por toda la ayuda que hemos recibido. Esperamos seguir recibiendo apoyo, porque la guerra continúa y ha causado muchas pérdidas en nuestras vidas”.
—Amy Blog