Un centro de microproyectos en Damasco da esperanza a los cristianos asediados por la guerra en Siria
EN EL CENTRO ESPERANZA CRISTIANA, abrió el 22 de julio el primer centro de microproyectos, en el histórico centro cristiano de Damasco, la capital siria. Allí se desarrolla un programa de formación profesional apoyado por la Iglesia católica.
El programa proporcionará a las personas fondos, equipos o formación para iniciar nuevas empresas o reiniciar proyectos interrumpidos durante la década de guerra siria. El centro funciona bajo la dirección espiritual del obispo de rito latino Georges Abou Khazen, vicario apostólico de Alepo.
El centro del programa de microproyectos tiene su sede en Bab Touma, el histórico barrio cristiano de Damasco, frente a la catedral melquita de Nuestra Señora de la Dormición. El personal y los voluntarios están muy ocupados revisando las aplicaciones de los candidatos al programa. El Centro Esperanza Cristiana, en Alepo, pretende reproducir en la capital del país el éxito de los centros de Alepo y Homs, que han tenido una tasa de éxito del 78 por ciento.
Muchos cristianos sirios dicen que la crisis económica actual es peor que durante la década de guerra civil; el 90 por ciento de la población siria vive ahora por debajo del umbral de la pobreza. Aunque Damasco es la capital administrativa del país, muchos cristianos se enfrentan a una grave situación de supervivencia, especialmente en los distritos de Jaramana y Dwelaa. Ambos barrios albergan grandes poblaciones de cristianos que huyeron de la guerra en otras partes del país. La espiral del coste de los alquileres, las medicinas y los alimentos ha hecho que muchos hogares no puedan cubrir sus gastos básicos.
Las familias cristianas en apuros suelen acudir a la Iglesia en busca de apoyo, que les proporciona paquetes de comida, subsidios de alquiler y ayudas para la matrícula. Sin embargo, muchos cristianos dicen que, aunque agradecen la ayuda de emergencia, necesitan la estabilidad de un trabajo regular para mantener a sus familias.
En el contexto de un gran número de familias cristianas que migran en busca de una vida mejor en Occidente, lo que dicen necesitar es esta estabilidad para llevar una vida digna en su patria. Aunque hoy en día Siria es más de un 90 por ciento musulmana, en los años 20 era un 30 por ciento cristiana. El nuevo centro de Damasco se encuentra a pocos pasos de la Vía Recta, mencionada en los Hechos de los Apóstoles como el lugar donde San Pablo fue curado de la vista por Ananías tras su conversión en el camino de Damasco.
Carla Audo, empleada del Centro Esperanza Cristiana, agradeció a los donantes de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) su apoyo al programa de Damasco: “Podemos ayudar a las familias a empezar de nuevo, les damos una razón para quedarse y una oportunidad de reconstruir su país. Solo quiero agradecer a los seguidores de ACN su apoyo y su constante inspiración”.
Johnny Sayegh, de 25 años, es un cristiano local capaz de mantener con éxito a los cuatro miembros de su familia en Alepo gracias a un microproyecto. En 2013, su padre fue secuestrado y asesinado por un grupo militante sirio, dejándolo a él, a su madre y a sus dos hermanos sin una fuente de ingresos estable. Nacido ciego de un ojo y discapacitado tras un incidente en el lugar de trabajo, sus opciones profesionales eran más que limitadas. Sin embargo, el Centro Esperanza Cristiana pudo apoyarle con una subvención para la compra de equipos para una cafetería, que ahora proporciona ingresos para él y su familia.
El nuevo proyecto en Damasco cuenta con el apoyo de ACN y se basa en el trabajo previo de otras organizaciones internacionales que han apoyado al Centro Esperanza Cristiana en Siria (incluyendo Oeuvre d’Orient y Caritas Polonia).
Desde 2011, Ayuda a la Iglesia que Sufre ha destinado unos 50 millones de dólares para proporcionar ayuda pastoral y humanitaria a la población cristiana de Siria contribuyendo a aliviar el impacto de la discriminación, la guerra y la pobreza.
—Xavier Bisits