Venezuela: a pesar de las dificultades, la Iglesia está viva, unida y alegre

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“Venezuela se ha convertido en un país de contradicciones. A pesar de la crisis económica y social, recientemente se han abierto casinos y concesionarios de coches de lujo”, afirma Luis Vildoso, responsable de proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) en el país.

Tras un viaje, en el que visitó 11 diócesis del centro y occidente de Venezuela, habló con ACN sobre la situación actual del país y de la Iglesia, y de cómo ésta sigue muy viva, en medio de las dificultades.

¿Cómo describiría la situación en Venezuela?

Se puede decir que es un país que en algún momento tuvo una buena situación económica. Venezuela es muy rica en recursos energéticos, como petróleo y gas. Todavía se pueden ver buenas infraestructuras, por ejemplo. Destacaría las carreteras. El país está bien comunicado con una red de autopistas en buen estado. Sin embargo, al mismo tiempo hay una situación de pobreza muy grave, las cifras macroeconómicas hablan por sí solas. Un trabajador de la sanidad o la educación públicas, por ejemplo, gana unos 6 ó 12 dólares al mes, pero el coste medio de la vida para una familia de cinco miembros ronda los $200 dólares mensuales. Además, la industria, en general, se ha paralizado o está muy agotada, como la industria petrolera, que funciona por debajo de los niveles mínimos de producción.

Nueva Diócesis en Petare, Caracas, Venezuela

¿Afecta esta situación a la población?

Venezuela se ha convertido en un país de contradicciones. A pesar de la crisis económica y social, recientemente hemos visto la apertura de casinos y concesionarios de coches de lujo, como Ferrari, así como pistas de karting, un nuevo y moderno estadio de béisbol e incluso nuevas clínicas privadas. Sin embargo, todas estas cosas están reservadas para “los conectados”, aquellos que de alguna manera están relacionados con el régimen actual.

¿Cómo describiría la situación actual de la Iglesia?

Encontré una Iglesia muy viva, muy unida y alegre, a pesar de que se enfrenta a una lucha cuesta arriba. Se nota que Dios está presente, sosteniendo a la comunidad; Él es su fuerza. Desde el punto de vista social, la Iglesia lleva a cabo numerosas iniciativas en los ámbitos de la educación y la sanidad. Además de la ayuda material, los católicos también reciben sustento espiritual a través de diversas actividades. Me conmovió mucho ver cómo los laicos están comprometidos con la Iglesia. En medio de la pobreza, la gente se muestra solidaria con sus sacerdotes, poniendo sus vehículos, sus conocimientos y su experiencia a disposición de sus pastores para organizar iniciativas pastorales. Todos, ricos o pobres, contribuyen según sus posibilidades.

En algunos lugares faltan sacerdotes. Muchos sacerdotes y religiosos extranjeros han tenido que abandonar el país porque no se les ha renovado el permiso de residencia. Además, algunos sacerdotes y obispos sufren fatiga porque no ven la luz al final del túnel. Tenemos que ayudar al clero y contribuir a su renovación espiritual, pero también garantizar que se pueda responder a tiempo cuando surjan problemas.

¿La Iglesia sufre algún tipo de persecución?

El control gubernamental sobre la población en general es muy claro, sobre todo a través de las alcabalas, que son puestos de control donde siempre hay un policía vigilando, por ejemplo, en las gasolineras. Los medios de comunicación también están controlados. Al controlar a la población, en cierta medida el gobierno también controla a la Iglesia. En ocasiones, el gobierno ha arremetido contra la Iglesia. Recientemente, unos días después de celebrar misa, un sacerdote recibió una carta del gobierno que decía: “¡Éste ha sido su sermón! Hasta cierto punto, la Iglesia está asediada.

¿Qué opciones ve para mejorar la situación del país?

Los obispos piensan y creen que el cambio se producirá con las generaciones futuras. Por eso, han insistido en la necesidad de apoyar a los jóvenes mediante iniciativas pastorales creativas, para intentar conectar con ellos. Muchos jóvenes contribuyen de manera crucial a la proyección social de la Iglesia. Venezuela tiene una diáspora de unos siete millones de personas, en su mayoría jóvenes profesionales. Así que se presta especial atención a los jóvenes para tratar de evitar la emigración.

¿Cómo responden los jóvenes a estas propuestas?

El obispo de la diócesis de San Carlos Cojedes nos invitó a un encuentro de jóvenes, pero no sabíamos lo grande que iba a ser. Cuando llegamos, nos encontramos con 500 jóvenes que estaban dialogando con el obispo, haciéndole preguntas muy interesantes, y nos invitaron a unirnos a ellos. Cuando salí, me sentí renovado en mi misión y fue hermoso poder dar un testimonio de vida matrimonial a un grupo tan grande de jóvenes que están tratando de discernir su vocación —algunos de los cuales pueden ser llamados a la vida consagrada o religiosa, y otros al matrimonio— y mostrarles que es posible vivir una vida cristiana en una variedad de vocaciones.

Luis Vildoso de ACN

Tuve una experiencia similar en la diócesis de Acarigua Araure. Fuimos a otro encuentro de jóvenes con su obispo, para discernimiento vocacional. Encontramos una Iglesia llena de jóvenes. ¡Solo podíamos desear que las iglesias en Europa también fueran así! La Iglesia en Venezuela es muy latinoamericana, muy viva, muy alegre.

¿Qué más le impactó durante este viaje?

A pesar de la emigración, la población venezolana sigue creciendo. Me impactaron los niveles de hacinamiento en zonas como Petare, en la periferia de Caracas. Al caminar por las calles hay pequeños callejones que llevan a otras casas, todas llenas de gente. Vi un edificio de unos 10 o 12 pisos; aunque no son tanto edificios, sino estructuras, construidas unas sobre otras, sostenidas por pilares que solo parecen mantenerse en pie de milagro. No existe un recuento oficial, pero se dice que en esta zona se hacinan unos dos millones de personas.

¿Cómo cree que ACN puede seguir ayudando?

La Iglesia necesita urgentemente nuestro apoyo, porque la actual crisis económica ha afectado directamente a su sustento. El cuidado del clero sigue siendo una prioridad para nosotros, y lo mismo se aplica a las religiosas, que realizan una labor encomiable, y a todos los agentes de pastoral. Pero, al mismo tiempo, también estamos muy interesados en fomentar la formación de los laicos, y promover experiencias personales con Dios, así como iniciativas que puedan ayudarnos a fomentarlas. De esta manera, la población puede contribuir a la transformación del país.

—Carlos Rosas-Jiménez