Sudán: “No podemos salir de casa y faltan agua, electricidad y comida”

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El 15 de abril estallaron combates entre el ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar legalizado. El ejército actúa bajo las órdenes del actual presidente, el general Abdel Fattah al-Burhan, mientras que las RSF están dirigidas por el vicepresidente, Mohammed Hamdan Daglo, alias Hemedti.

El primer día de los combates, la RSF ya afirmaba haber tomado el control del palacio presidencial y de tres aeropuertos, entre ellos el de Jartum. Sin embargo, es demasiado pronto para saber si están ganando. Mientras tanto, los combates se extienden y, según los medios de comunicación, ya han dejado casi 300 muertos y más de 3.000 heridos.

Kinga von Schierstaedt, coordinadora de proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) en África y responsable de proyectos en Sudán, habló sobre la situación en el país y las consecuencias del conflicto.

¿Qué informan sus contactos sobre la situación en la capital?

Acabo de hablar por teléfono con un socio del proyecto que está en el norte de Jartum, cerca de un lugar donde se refugian las Fuerzas de Apoyo Rápido. Durante la llamada he podido oír los disparos de fondo. Dice que las calles están vacías, como en una ciudad fantasma: no hay autos circulando, no se ve a nadie ni se oyen voces en el barrio.

Tampoco podían salir de casa, o al menos ya no se atrevían a salir. Pero como nadie estaba preparado, no habían comprado una gran provisión de alimentos; y aunque lo hubieran hecho, no les habría servido de mucho, porque la red eléctrica está averiada y por eso el frigorífico solo funciona cuando ponen el generador durante poco tiempo, utilizando su pequeña provisión de gasóleo. Pero peor que el problema de la comida es la falta de agua. Como ya no hay agua corriente, han tenido que bombear agua de un pozo que solo está ahí para regar el jardín y cuya agua hay que hervir. Durante el día se alcanzan actualmente más de 104 grados a la sombra.

Los aviones militares no dejan de sobrevolarles para atacar a la RSF, por lo que temen que las bombas caigan sobre ellos por error.

¿Cuál es el objetivo del intento de golpe de Estado?

Se trata de un intento de Hemedti de derrocar a al-Burhan y es la culminación de la tensión que se ha estado gestando en el país desde el golpe de octubre de 2021. En ese golpe los dos derribaron el gobierno de transición que se estableció tras la destitución del dictador Umar al-Bashir en abril de 2019.

No se trata de ideologías, sino de quién gobernará y cómo, de intereses, poder, riqueza e integración del RSF. Hemedti considera que su RSF es decisiva para la seguridad del país y exige más poder. Las negociaciones sobre la integración de este grupo paramilitar en el ejército fueron un escollo entre ambos, y la decisión de Al-Burhan de reubicar a las tropas de la RSF en diversas partes del país, ya que consideraba que Hemedti podía socavar su poder, fue la chispa que provocó el intento de derrocamiento.

Pero hay otro motivo importante. Sudán es el tercer productor de oro de África, y Hemedti posee minas de oro en el norte del país. Hasta $16.000 millones de dólares salen de allí cada año con destino a los Emiratos Árabes Unidos. Hemedti ha hecho del oro su negocio. El oro es su poder y uno de sus intereses.

Al mismo tiempo, el ejército posee un gran número de edificios y negocios de todo tipo, que sería reacio a entregar a un gobierno civil.

¿Los combates se limitan a la capital o amenazan con extenderse a todo el país?

Además de en la capital, donde los combates son actualmente más encarnizados, también hay enfrentamientos en Merowe, El Obeid y en la región de Darfur. En El Obeid se están produciendo intensos combates. La plaza frente a la catedral se convirtió en un campo de batalla porque hay un campamento de la RSF justo al lado. El jueves cayeron dos grandes artefactos explosivos en los locales de la iglesia; uno hizo saltar por los aires las ventanas de la catedral y el otro destruyó la casa contigua del sacerdote. Gracias a Dios, al cura no le pasó nada, pues ya no estaba en la casa.

Siempre existe el peligro de que los enfrentamientos se extiendan, porque se trata de una lucha por el poder, y las posturas están muy endurecidas. Hablé con un socio del proyecto en Kosti, en el sur del país, en la frontera con Sudán del Sur. Allí la situación es actualmente tranquila.

¿Cuál es entonces la situación de la Iglesia católica? ¿Se ha visto también afectada o limitada de algún modo en su labor?

La Iglesia católica en Sudán es muy pequeña, ya que más del 95% de la población es musulmana. Como no se trata de un conflicto ideológico o religioso, todos los ciudadanos se ven afectados por igual. Los creyentes, sacerdotes y religiosos no pueden salir de sus casas. Se ha dejado de celebrar misa los domingos, y los sacerdotes ya no celebran misa diaria en la iglesia. En las zonas de crisis, la vida de fe continúa solo en las casas.

¿Cuáles son las consecuencias previsibles?

Uno de los socios de nuestro proyecto lo expresa así: “Tengo la sensación de que cada vez es más oscuro el panorama en Sudán”. El país ya se encontraba en una situación económica desesperada: enorme inflación y falta de liquidez. El conflicto está haciendo que los precios suban aún más, mientras la gente no tiene dinero.

Las guerras civiles suelen provocar oleadas de refugiados. ¿Hay indicios de ello?

Mucha gente está abandonando las zonas del centro de las ciudades donde se están produciendo los tiroteos. Además, algunas de ellas carecen de electricidad y del agua que necesitan para sobrevivir, por lo que huyen a casa de amigos y familiares, la mayoría fuera de la ciudad. Todavía no tenemos noticias de grandes oleadas de refugiados ni de campos de refugiados, pero sin duda hay una huida de las ciudades.

¿Existe todavía alguna posibilidad de contener este conflicto, y quién podría influir en él?

Por el momento, las posiciones están increíblemente endurecidas. Nuestras personas de contacto dicen que si ninguno de los dos grupos cede o gana, no pueden creer que haya un final rápido del conflicto. Todos rezamos para que llegue al poder en Sudán un gobierno que busque la justicia y la paz. Eso es lo que piden todos nuestros contactos. Nos dicen que de momento no podemos apoyarles con ayuda material. Me dicen: “Lo único que nos puede dar fuerzas ahora es saber que nos acompañan en la oración”.

—Maria Lozano