La agresión a una mujer cristiana copta en Egipto queda impune

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CUANDO NIVEEN SOBHY fue a buscar un medicamento para su hijo a una farmacia cercana en su pueblo, en la gobernación de Ashmon-Monofyia, a 250 millas al sur de El Cairo, no podía imaginar que sería agredida porque, siendo cristiana copta, no llevaba el hijab, un velo musulmán.

El 27 de abril, cuando los musulmanes celebraban el mes del Ramadán, esta madre cristiana copta de 30 años se enfrentó al farmaceuta musulmán Ali Abu Sa’da, que le gritó por atreverse a salir de su casa durante el Ramadán con una camiseta de manga corta. Cuando la Sra. Sobhy le dijo que no era asunto suyo, el farmaceuta le dio una fuerte bofetada en la cara, dos veces. “La señora Sobhy afirmó que el farmaceuta sabía que era cristiana”.

Todavía temblando por el miedo y el shock, se puso en contacto con su familia, que la llevó a una comisaría de policía para denunciar la agresión. “El comisario llamó al alcalde de nuestro pueblo y al farmaceuta. Éste confesó que me había abofeteado. Sin embargo, mintió, afirmando que solo estaba bromeando conmigo”, dijo la Sra. Sobhy a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).

La Sra. Sobhy y el agresor

En la comisaría, la Sra. Sobhy y su familia fueron presionados para que se reconciliaran con su agresor . “Me dejaron esperando desde las 9 de la noche hasta las 2 de la madrugada, mientras mi hijo estaba muy enfermo, negándose a presentar una denuncia por la agresión y presionándonos a mi marido y a mí para que nos reconciliáramos con el farmaceuta. Cuando insistí en presentar una denuncia, me amenazaron con detenerme”, afirma.

Según la señora Sobhy, el abogado del agresor manipuló la redacción del informe policial, alegando que Abu Sa’da es un amigo de la familia y que solo estaba bromeando con la señora Sobhy. “Nos quedamos sorprendidos cuando leímos el informe en la fiscalía. En la comisaría nos obligaron a firmar el informe sin leerlo”, afirma.

La agresión no es inédita. “La pasada Semana Santa, esta farmaceuta agredió a otra mujer cristiana del pueblo. Lo ha hecho repetidamente, pero las mujeres tienen miedo de denunciarle”, añade la señora Sobhy.

Aunque la Sra. Sobhy hizo un llamamiento al Consejo Nacional de la Mujer, al Ministro del Interior e incluso al Presidente egipcio para que intervinieran y la protegieran a ella y a otras mujeres de ese comportamiento extremista, el asunto terminó con presiones para que ella y su familia se reconciliaran con el agresor en una sesión de reconciliación habitual, que suele acabar con la impunidad del agresor.

Una fotografía de la sesión de reconciliación que se hizo viral en las redes sociales muestra a la Sra. Sobhy de pie entre un grupo de hombres de su familia y su pueblo, junto al agresor y un sacerdote de la iglesia local.

“Fue una típica reconciliación vergonzosa”, dice Kamal Sedra, activista de Derechos Humanos. “Esto es lo que suele ocurrir en los ataques sectarios en Egipto. Las mujeres no tienen derecho a decir que no. Es una mujer en una sociedad que infravalora a las mujeres, mientras que los coptos son ciudadanos de segunda clase. Era de esperar que se viera obligada a participar en una sesión tan habitual en estos casos”.

Sedra cree que la víctima no tenía poder para rechazar la reconciliación. “Ni siquiera los cristianos desplazados por la fuerza de sus hogares tienen la capacidad de rechazar la reconciliación. Los cristianos coptos están indefensos”, dice Sedra, citando el caso de la señora Souad Thabet, la mujer cristiana copta de 75 años que, en mayo de 2016, fue arrastrada desnuda por la calle por una turba musulmana en su pueblo, después de que empezaran a difundirse falsos rumores de un romance entre su hijo casado y una mujer musulmana casada. “La señora Thabet abandonó el pueblo y no puede volver ni exigir ninguna de sus propiedades”, añade Sedra.

“La ley en Egipto no es la norma, las cosas dependen del humor de las autoridades y de la voluntad política. Al final, hay cálculos políticos y un deseo de no enfadar a los islamistas porque representan un importante bloque de votos”, dice Sedra a la ACN, y añade: “En general, en los países árabes e islámicos, existe un conflicto entre los pactos internacionales firmados por esos países y la presión social impulsada por la ley islámica. En Egipto, aunque la constitución estipula que todas las personas son iguales, hay un artículo que establece que la ley islámica Sharia es la principal fuente de legislación”.

Las agresiones a mujeres y niñas que no llevan el hiyab son frecuentes en Egipto, especialmente durante el mes de Ramadán, cuando los islamistas de línea dura lo consideran obligatorio.

—Engy Magdy