Una menor cristiana escapa a la conversión forzada en Pakistán

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“MI HERMANA Y YO HABÍAMOS PEDIDO ROPA NUEVA, pero mis padres no podían permitírselo. Mi madre solo trabajaba en dos casas. Queríamos mantener a nuestros padres”, dijo Saba, de 15 años, a Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN). Un mes después de esperar el prometido vestido de Pascua, Saba decidió unirse a su madre para obtener unos ingresos extra limpiando casas.

El 5 de mayo de 2022, a las 9:30 de la mañana, cuando se dirigía a limpiar una casa, fue secuestrada por su vecino musulmán, Yasir, un trabajador de la construcción.

“Detuvo el mototaxi en una calle. Llegaron otros dos en una moto. Empujó a mi hermana mayor y me metió en el mototaxi. Me puso en la cara un pañuelo empapado con un producto químico embriagador”, contó Saba a ACN.

Saba se despertó en Gujrat, a 130 millas al noreste de Faisalabad. “Le supliqué que me dejara volver con mis padres e incluso dejé de comer durante unos días. Pero no cedió”, dijo Saba.

Saba, sus padres y Lala Robin Daniel

Poco después, la policía de Faisalabad informó a su padre, Nadeem Masih, trabajador de servicios sanitarios, de que Saba se había casado con Yasir. “El oficial de guardia nos pidió que nos fuéramos y esperáramos el nikahnama (contrato matrimonial islámico)”, dijo Masih, que es miembro de la Iglesia de Esmirna de Pakistán, una iglesia protestante.

Las minorías religiosas siguen viviendo con miedo en Pakistán, donde la mayoría de los convertidos a la fuerza son hindúes de casta baja de la provincia meridional de Sindh y cristianos de la provincia de Punjab. Los clérigos locales expiden entonces el nikahnama (contrato matrimonial islámico) que documenta el matrimonio de la víctima con sus secuestradores musulmanes. La pobreza, la falta de educación y el bajo estatus social hacen que las niñas menores de edad de las minorías sean vulnerables al matrimonio forzado y a la conversión.

La Ley de Restricción del Matrimonio Infantil de 1929 establece que las niñas no pueden casarse antes de los 16 años y los niños deben tener 18 años o más. Sin embargo, en la provincia de Sindh el gobierno local fijó la edad en 16 años para ambos sexos, convirtiendo el matrimonio infantil en un delito punible.

Sin embargo, no hay restricciones de edad para la conversión al Islam y se presenta fácilmente un certificado de una determinada escuela religiosa o de un clérigo como prueba de una conversión supuestamente válida. Los incidentes de conversiones forzadas reciben habitualmente la atención de los medios de comunicación, especialmente cuando la niña es menor de edad. Sin embargo, aunque los padres consiguen presentar un caso ante la policía, ésta no suele recuperar a la niña. En muchos casos los padres, por miedo, no acuden a la policía.

Según el Centro para la Justicia Social (CJS), con sede en Lahore, una organización independiente de investigación y defensa, solo en 2021 se registraron al menos 78 casos de conversiones forzadas o involuntarias de 39 niñas menores hindúes y 38 cristianas, además de una niña sij. Según algunas estimaciones, el número de casos anuales de matrimonio y conversión forzados es mucho mayor. Unas 1.000 mujeres de minorías religiosas, como cristianos e hindúes, son convertidas y casadas a la fuerza cada año en Pakistán, según informó la revista Forbes en febrero de 2021, citando a organizaciones de derechos humanos.

Al menos dos importantes proyectos de ley, el de prevención y protección de la violencia doméstica de 2020 y el de prohibición de las conversiones forzadas de 2021, no pudieron aprobarse el año pasado debido a las objeciones del Consejo de Ideología Islámica.

Para llamar la atención sobre el caso de Saba, Lala Robin Daniel, un activista de los derechos cristianos, inició una serie de protestas diarias, desde las 7 de la tarde hasta la medianoche, contra las conversiones y los matrimonios forzados de niñas pertenecientes a minorías en Faisalabad.

En busca de esperanza, los parientes católicos de Masih llevaron a la familia a la oficina diocesana de Faisalabad de la Comisión Nacional de Justicia y Paz (CNJP) de los obispos católicos, cuya labor cuenta con el apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre, donde el personal documentó su caso redactando su estudio y fotografiando a la familia en las oficinas de la Iglesia. Las oficinas diocesanas se encargan de enviar los detalles de los casos de persecución a la oficina nacional de la CNJP en Lahore.

El 29 de mayo, Masih recibió una llamada telefónica del tío de Yasir en la que le decía que su hija había sido abandonada cerca de un parque frente a la comisaría de policía de Madina Town, en Faisalabad.

“Llevé a tres cristianos locales como seguridad para recuperar a mi hija. Lloramos ante la comisaría. Me hubiera gustado llevarla en moto a la casa donde trabajaban mis hijas. Ahora estamos esperando el informe médico de Saba por parte de la policía”, dijo.

El padre Khalid Rashid Asi, director diocesano de CNJP, pidió la detención del autor. “Yasir vivía en la casa de al lado; Saba solía llamarlo su tío. Su mujer afirmó que se había casado tres veces. Ella ha accedido a prestar declaración policial contra él. Ahora es un drogadicto que anda suelto”, dijo.

“La gente se rinde a la mitad. Los logros en la recuperación de este tipo de chicas son escasos. Pero nunca comprometeremos la dignidad de nuestros hijos. Es una flagrante violación de los Derechos Humanos por parte de personas que abusan de la religión”, dijo el sacerdote.

—Kamran Chaudhry