Abad no es ni pro-Israel ni pro-Palestina
Siete meses después del comienzo de la guerra en Gaza, el abad Nikodemus aboga por una perspectiva humanitaria del conflicto, que trascienda las fronteras religiosas y políticas.
Mientras el conflicto palestino-israelí sigue haciendo estragos, Nikodemus Schnabel, abad benedictino de la Abadía de la Dormición en el Monte Sión de Jerusalén y del Priorato de Tabgha en el Mar de Galilea, subraya la importancia de una perspectiva cristiana de la guerra, en una entrevista con Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
«La gente está muriendo mientras el mundo mira, como si fuera un simple juego, en el que uno agita banderas para un equipo u otro. Pero ésta es una situación terrible”, dijo el Abad.
«Esto no es un partido de fútbol, y no se trata de sumar puntos, de ver quién tiene las historias más impresionantes, o las mejores fotos».
La triste realidad es que mucha gente toma partido sin comprender plenamente las complejidades del conflicto, acusó el Abad Nikodemus. «En estos momentos, vivimos en un entorno muy polarizado. Hay mucha presión para elegir un bando y lanzar acusaciones, pero si lo haces te conviertes en parte de este juego. La realidad es muy complicada, con muchas ‘notas a pie de página’, ‘corchetes’ y ‘paréntesis’».
El abad de la Basílica de la Dormición insistió: «No soy ni pro-Israel ni pro-Palestina. Estoy a favor del ser humano. Esta es mi posición teológica». Durante la entrevista, se explayó sobre la creencia -compartida por cristianos, judíos y musulmanes- de que todo ser humano ha sido creado a imagen de Dios y merece respeto y dignidad, independientemente de su nacionalidad o religión.
Los cristianos sufren entre extremos
El abad Nikodemo destaca también la peligrosa retórica de ambos bandos, y sus trágicas consecuencias. «No hablan de seres humanos. Dicen que no son personas, que son monstruos, bestias con forma humana”, afirma. «Hay una peligrosa tendencia a deshumanizar al “otro”. Hablan de ‘neutralizar’ a la gente. No dicen ‘matar’. Hablan de bajas como si fueran meras estadísticas. Ocultan el hecho de que se trata de seres humanos, que mueren a manos de otros seres humanos».

Además, el abad benedictino reflexionó sobre los retos a los que se enfrentan los cristianos en la región, desgarrada por décadas de división, violencia y conflictos políticos entre Israel y Palestina. «Mucha gente piensa que Israel y el judaísmo son lo mismo, y que son lo mismo que el mundo occidental, y que los palestinos son lo mismo que el Islam y Oriente. Pero aunque solo son un pequeño porcentaje, un dos por ciento de la población, los cristianos no encajan en esto y han sufrido mucho. La verdad es que somos víctimas de ambos bandos”, explicó. «Tengo la sensación de que algunas personas piensan que sin los cristianos las cosas serían más sencillas, porque entonces nos quedaríamos realmente con esta maravillosa representación en blanco y negro del conflicto. Pero los cristianos están presentes, y en ambos bandos, lo que complica la narrativa de una clara división entre fuerzas opuestas”, afirmó.
El mensaje cristiano del perdón
A pesar de ser ignorada en gran medida, la comunidad cristiana de Tierra Santa tiene un papel muy importante, según el abad: es el único grupo religioso que sitúa el mensaje del perdón y la compasión en el centro de su proclamación. «Sentimos el dolor y sufrimos con la gente de ambos bandos. Derramamos lágrimas por ambos bandos». Esto lleva al abad benedictino a reclamar una nueva perspectiva, insistiendo en que cada vida, incluida la de un pecador o un criminal, ha sido creada a imagen y semejanza de Dios. Esta creencia básica debe servir como recordatorio de la dignidad y el valor inherentes a cada persona. No permite ver a las personas solo desde un punto de vista militarista.
«Mi punto de referencia son las Sagradas Escrituras, la Biblia. Ahí es donde aprendí de mi Señor Jesucristo que debo rezar por los que me odian y rezar también por los que cometen crímenes. Es un escándalo decirlo hoy en día, pero rezo por los terroristas y por todos los demás implicados en el conflicto”, concluyó el abad Nikodemo.
—Maria Lozano