ACN ofrecerá tres días de oración por Myanmar en el segundo aniversario del golpe de Estado

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“TRISTEMENTE, MI PENSAMIENTO SE VUELVE EN PARTICULAR A MYANMAR, donde la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en la aldea de Can Thar —uno de los lugares de culto más antiguos e importantes del país— fue incendiada y destruida. Estoy cerca de la población civil indefensa sometida a duras pruebas en muchas ciudades”, dijo el Papa Francisco tras el rezo de la oración del Ángelus, el 22 de enero. “Ruega a Dios que este conflicto llegue pronto a su fin, abriendo un nuevo período de perdón, amor y paz. Recemos juntos a la Virgen por Myanmar”, añadió.

Unidos a la petición del Santo Padre de rezar por la paz en Myanmar, Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) ha anunciado una iniciativa de oración coincidiendo con el segundo aniversario del golpe de estado que ha sembrado el terror y el sufrimiento en el país. La iniciativa de oración, de tres días de duración, comenzará el 30 de enero y finalizará el mismo día del aniversario, el 1 de febrero. A continuación reproducimos una declaración sobre la situación en Myanmar del presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern.

“Mientras nos preparamos para conmemorar el segundo aniversario del golpe militar en Myanmar, el 1 de febrero, pedimos a Dios que mueva los corazones de todos aquellos que pueden poner fin a esta tragedia. Rezamos también por todos los desplazados internos, incluidos los niños, las mujeres, los ancianos y los enfermos de las zonas afectadas. Son cientos de miles, y muchos luchan por sobrevivir día a día. Hay innumerables testimonios de sufrimiento”.

“Es desgarrador oír hablar de personas varadas al borde de la carretera, que no saben adónde ir porque han pasado el último año y medio sin encontrar un refugio seguro, a menudo deambulando de un lugar a otro.

“ACN pide también oraciones por quienes acompañan a los fieles en su huida, para que les proporcionen apoyo pastoral y sacramental. En estos 24 meses de lucha y horror hemos sido testigos del consuelo y el apoyo que la presencia de religiosos y religiosas proporciona a los desplazados. Muchos se sienten indefensos y desamparados. La presencia de la Iglesia les da algo de esperanza, pero necesitamos rezar especialmente por los sacerdotes, religiosos y catequistas, ya que están sometidos a un enorme estrés psicológico y físico.

Hermana Ann Nu Tawng (Twitter/Instagram Cardenal Charles Maung Bo)

“Seguimos recibiendo mensajes de Myanmar. “Las cosas van de mal en peor. Recen por nosotros”. No les dejemos solos, pedimos a Dios que los apoye a todos para que puedan seguir adelante con su misión de amor y sacrificio por el pueblo, independientemente de su fe, etnia u origen.

“Los bombardeos aéreos, las minas antipersona, los combates entre grupos armados, los controles militares y los cortes de luz, suponen obstáculos para la labor de la Iglesia en tantos lugares, y es impresionante ser testigo de los actos de heroísmo que tienen lugar en medio de tantas dificultades. “Hacemos lo que podemos para seguir enseñando a los niños, cantamos canciones con ellos para intentar que sonrían”, nos dijo uno de nuestros contactos en una zona de alto peligro.

Algunas de las zonas más afectadas son los estados de Chin, Kayah y Karen, que cuentan con una considerable población cristiana que ha visto cómo muchas actividades pastorales habituales se paralizaban en medio de una crisis humanitaria de grandes proporciones. Al menos 16 parroquias han sido abandonadas y 19 iglesias y edificios religiosos destruidos en el estado de Kayah. Muchos sacerdotes y religiosos han acompañado a su gente, refugiándose en la selva o en comunidades remotas.

“Estos lugares han sido testigos de atrocidades y violencia directa, en otros la Iglesia está ayudando, a pesar de los graves riesgos, a atender a este número cada vez mayor de desplazados internos, carentes incluso de los servicios más básicos para sobrevivir. En los terrenos de la Iglesia, en la selva o en los campamentos, las víctimas reciben apoyo independientemente de su fe. Los voluntarios distribuyen alimentos, mantas, leña, medicinas y otros artículos de ayuda de emergencia a todos los que los necesitan.

“Recemos también por el respeto a la vida y la inviolabilidad de los lugares de culto. Sabemos de iglesias, capillas y casas religiosas que han sido destruidas, quemadas o bombardeadas. Sabemos de lugares sagrados que han sido profanados. Cada casa, monasterio, templo o iglesia que el régimen bombardea o quema supone un ataque a la identidad y la cohesión de la comunidad.

“A medida que los combates se agravan, desaparece el respeto por los lugares de culto en general, incluidos los suyos propios. En julio de 2022, alrededor de un tercio de los 130 edificios religiosos destruidos por el régimen desde el golpe eran monasterios o pagodas budistas”.

“Recemos por el fin de la violencia y la vuelta al diálogo, que sería una fuente considerable de fuerza para el futuro de Myanmar. Lo que más necesita en estos momentos este país, que ha soportado tanto sufrimiento a lo largo de su historia, es paz”.

—Maria Lozano