Arzobispo nigeriano: ‘nuestros sacerdotes, monjas y catequistas no están en venta’
UNA SERIE DE SECUESTROS y actos de violencia contra sacerdotes y religiosos en Nigeria tiene muy preocupados a los católicos del país.
Por primera vez en la historia de la Iglesia católica nigeriana, un obispo -Monseñor Moses Chikwe de la archidiócesis de Owerri- fue secuestrado por bandidos armados y retenido durante unos días a finales del año pasado. Antes, el 15 de diciembre, el padre Valentine Ezeagu, sacerdote de la congregación de los Hijos de María Madre de la Misericordia, fue secuestrado por desconocidos armados y liberado 36 horas después. En noviembre, el padre Matthew Dajo, sacerdote de la archidiócesis de Abuja, fue secuestrado y liberado tras diez días de cautiverio. El 15 de enero, un sacerdote de la diócesis de Minna, el padre John Gbakaan, fue secuestrado y asesinado al día siguiente.
En una entrevista con Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), el arzobispo de Abuja, capital de Nigeria, Ignatius Ayau Kaigama, calificó esta situación como “una enfermedad que se está extendiendo sin que se haga ningún esfuerzo significativo para detenerla”.
En sus declaraciones a la Fundación ACN, el arzobispo explicó: “Los secuestros se han producido durante mucho tiempo en Nigeria, pero la gente pensaba que no les ocurriría a los líderes religiosos. Por eso, cuando ocurre, es una gran noticia”. El arzobispo Kaigama subrayó que, aunque es muy triste que los líderes religiosos del país sean secuestrados y asesinados, hay otros nigerianos que sufren la misma suerte: “Son lo que yo llamaría víctimas silenciosas, y son muchas”, dijo.
Al hablar de los autores de los crímenes, el arzobispo explicó que “las palabras ‘terroristas, ‘bandidos’, ‘hombres armados’ se han utilizado indiscriminadamente para describir a los que están detrás de estos secuestros, pero no se sabe con certeza su identidad”.
El arzobispo lamenta que cientos de personas estén siendo asesinadas en diferentes partes del país y que no se haga nada al respecto. “El hecho de que nuestras fuerzas de seguridad sean incapaces de identificar a estas personas es desconcertante y sugiere que no se esfuerzan mucho por garantizar la seguridad”, dijo el líder de la Iglesia. “Esto sigue y sigue, y siempre nos cuentan la misma historia”, acusó.
El arzobispo Kaigama cree que hay varios motivos detrás de estos secuestros. Hay secuestros económicos perpetrados por delincuentes que “sólo buscan dinero rápido, que mantienen a la gente como rehenes y piden rescates de millones de nairas”, pero también hay fundamentalistas religiosos que buscan la expansión territorial, “para conquistar a los que consideran infieles, y los cristianos son el número uno de su lista”. También atacan y matan a los musulmanes que no profesan el mismo culto que ellos”, dijo.
Según el arzobispo, también hay quienes son simplemente fanáticos religiosos: “Se han olvidado de lo que quieren, pero redoblan sus esfuerzos para matar y destruir”, dijo.
La Iglesia católica nigeriana se distingue por su visibilidad, respeto y reconocimiento en el país, “por lo que los criminales, bandidos o como quiera que se les llame son conscientes de que cuando tocan a un sacerdote o monja católica, se convierte rápidamente en noticia, y creen que esto obliga al gobierno a tomárselo en serio”, dijo.
“Es una estrategia de los terroristas”, subrayó. “Atacan donde la repercusión es más fuerte, y eso es lo que consiguen atacando a sacerdotes y religiosos católicos”.
En cuanto a los rescates exigidos, a veces de millones de nairas, el arzobispo Kaigama explicó la posición de la Iglesia al respecto: “Nosotros, los obispos de Nigeria, hemos acordado por unanimidad en nuestra conferencia episcopal y hemos dejado muy claro que no pagamos rescates. Cuando un sacerdote es secuestrado, deja claro que su Iglesia no paga rescates.
“Pagar un rescate significa poner en venta y en peligro a todos los sacerdotes, monjas y colaboradores de la Iglesia que se mueven continuamente entre los pueblos, sin disfrutar de ningún tipo de comodidad, y siempre dispuestos a sacrificarse por amor a Dios y a su pueblo. Pagar el rescate les pondría en peligro, porque esto fomenta la criminalidad e invita a los secuestradores a hacer más daño”, dijo Kaigama.
El arzobispo dijo que es urgente que el gobierno nigeriano aborde esta situación formando a los agentes de seguridad para que actúen con mayor eficacia. “A estas alturas uno esperaría que con todo el dinero que manejan los políticos, el gobierno invirtiera más en la compra de equipos sofisticados para perseguir a los criminales”, insistió. “Por desgracia, los agentes de seguridad ganan muy poco y tienen que enfrentarse a los criminales que tienen armas más sofisticadas y acaban derrotándolos y matándolos”.
“Hay personas secuestradas desde hace años, por ejemplo las niñas de Chibok, incluida Leah Sharibu, y muchas otras, y aquí lo vemos como algo normal”. Por eso la situación exige “un cambio de actitud”, ya que hay que superar muchos obstáculos para encontrar una solución duradera al problema.
“No aprovechamos bien lo que tenemos: aunque se gaste dinero en comprar equipos de seguridad, el dinero se pierde en el proceso, y cuando se compra, está defectuoso. El gobierno debe utilizar bien el dinero y cuidar a los agentes de seguridad que están en primera línea contra estos delincuentes, y entre todos debemos hacer un esfuerzo más decidido para combatirlos”, concluyó.
Nigeria es un país prioritario para ACN. En 2019 se financiaron allí 121 proyectos, entre ellos la formación de sacerdotes, la construcción de iglesias y la ayuda de emergencia.
—Grace Attu