Brasil: “sus donaciones están salvando vidas”

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ESTAS PALABRAS, DIRIGIDAS A LOS DONANTES DE AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE (ACN), provienen del padre Renato Chiera, un sacerdote italiano que lleva 42 años en Brasil, dedicando su vida a rescatar niños y jóvenes de la calle. Gracias a estos donantes, la Casa del Menor San Miguel Arcángel, en Nova Iguaçu (Río de Janeiro), tiene por fin una capilla propia. Los jóvenes que viven allí podrán por primera vez encontrarse con Dios en este lugar de oración. ACN ya está apoyando a la Casa do Menor con literatura espiritual y religiosa, como la Biblia del Niño de ACN, por ejemplo, y con mejoras en su infraestructura básica.

El trabajo del padre Renato y su equipo es sencillamente transformador: Los niños que hasta ahora sólo conocían la violencia y el odio empiezan a descubrir la semilla del amor en sus corazones: “Solo en Dios encuentran el regazo del amor materno, que les ama de la forma en que necesitan ser amados”, explica el padre Renato.

La historia de la Casa del Menor se remonta a 1978, cuando el padre Renato llegó por primera vez a Brasil y comenzó a explorar algunas de las zonas más pobres y desfavorecidas de Río de Janeiro. Encontró un ambiente de violencia latente, incluso entre los niños, que los arrastraba al mundo de la droga y el narcotráfico. En un solo mes, 36 jóvenes fueron asesinados en su parroquia.

Padre Renato Chiera
Padre Renato Chiera

El padre Renato se dio cuenta de que esto se debía a que los niños no habían conocido “la experiencia más importante que puede conocer un ser humano, la de ser hijo de Dios. Cuando no hay una experiencia positiva de este amor, un niño simplemente no puede crecer de forma armoniosa y, en cambio, sufre profundas formas de privación que intenta compensar sin éxito con drogas y otras distracciones. Estos niños, a los que nunca se les ha permitido ser amados como ‘hijos o hijas’, necesitan ante todo poder vivir la experiencia de ser amados antes de poder empezar a amar ellos mismos”.

El padre Renato ya estaba profundamente preocupado por todo lo que veía allí cuando, en 1982, llegó a su parroquia un pedido de ayuda. “El primer grito de ayuda que nos llegó fue el del joven Pirata, un chico huérfano que vivía en la calle casi como un perro, tomando drogas para intentar matar el hambre de su corazón”, recuerda. El chico le dijo al padre Renato: ‘Padre, no quiero morir. Me han disparado; me van a matar’. La sangre le brotaba del cuello. Lo acogí, y en cuanto empezó a sentirse amado, ya no quiso drogarse ni robar a la gente. Empezó a conocer la fe y a trabajar”.

Trágicamente, este chico fue asesinado un día por un escuadrón de la muerte. Fue entonces cuando el padre Renato empezó a pensar que debía crear algo nuevo para estos jóvenes. Entonces le surgió la idea del hogar para niños San Miguel Arcángel.

“Empecé a acoger a estos chicos, primero en mi propia rectoría, luego en la veranda y después en el garaje. Estaba bien que mi auto pasara la noche en el camino y ‘durmiera’ afuera, pero no para Jesús, que vivía en esos chicos. Así es como empezó mi historia”.

A día de hoy, más de 100.000 niños y jóvenes han pasado por las puertas de la Casa del Menor, que les acoge como miembros de una familia, les ayuda a continuar sus estudios y les permite pasar un tiempo con Dios, ayudando así a su reinserción en la sociedad: “No somos simplemente un refugio, somos un hogar, ¡una familia! Hoy estos jóvenes tienen ‘padres’ y ‘madres’, gracias a los cuales pueden vivir la experiencia de ser hijos e hijas queridos.”

Casa del Menor San Miguel Arcanjo
Casa del Menor San Miguel Arcanjo

El padre Renato cree que la violencia es fruto de la falta de amor. “La mayor violencia no es una cuestión de ser pobre, sino de no ser hijo o hija. La violencia es un grito de auxilio. Con frecuencia, estos jóvenes son a la vez el fruto y el espejo de nuestra sociedad sin amor, cruel y excluyente. La Casa del Menor les señala un camino que tiene un coste menor que el de matar. Amándolos los formamos para que ellos amen, y esa es nuestra forma de evangelizar. Es una evangelización que cura”.

El padre Renato está muy agradecido a los donantes de ACN por permitirle seguir ofreciendo un hogar digno a estos jóvenes y ahora también construir una capilla para la Casa do Menor: “Agradecemos a ACN la importante ayuda que nos ha prestado, tanto para la infraestructura como para la formación y el crecimiento espiritual. Me gustaría que los donantes pudieran alegrarse con nosotros de los milagros de la transformación y el rescate de estas vidas, que antes estaban condenadas a la muerte”.

‘Queridos benefactores, sus donaciones están salvando la vida de bebés, niños, adolescentes y ahora también de jóvenes y adultos, que vivían en un estado de abandono, sin esperanza y sin los medios básicos de vida. Los miles de niños y jóvenes que hemos rescatado a lo largo de 34 años son fruto de los pequeños y grandes gestos de amor de personas desconocidas y generosas como ustedes. Sin ustedes no podríamos hacer nada. Ustedes son los brazos de la providencia de Dios, que los ama a través de nosotros. Ustedes hacen un donativo material y Dios les da la alegría de saber que son útiles, hoy y en el futuro. Y Él les concederá el Paraíso”.

—Rodrigo Arantes