Campamentos de verano en Siria: “Ella sintió que su corazón había empezado a latir de nuevo”

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ESTE AÑO, Ayuda a la Iglesia que Sufre ha apoyado más de 40 programas de verano diferentes en beneficio de las comunidades cristianas en países donde son una minoría, experimentan discriminación o sufren a causa de conflictos.

Casi la mitad de estos proyectos están destinados a comunidades cristianas de Medio Oriente, sobre todo en Siria, donde Ayuda a la Iglesia que Sufre dio apoyo a 28 cursos de verano destinados a jóvenes y familias.

El padre Antoine Mukhallala, sacerdote melquita de la Arquidiócesis de Alepo, acaba de regresar de uno de los 8 cursos de verano organizados por la Comunidad Fe y Vida para discapacitados físicos o mentales y sus familias. Hay una historia en particular que quiere contar a Ayuda a la Iglesia que Sufre. Se trata de una viuda, madre de 2 niñas pequeñas, una de las cuales es autista.

El sacerdote cuenta: “Esta madre sufría terriblemente, porque había perdido a su marido cuando este intentó emigrar en uno de los ‘barcos de la muerte’ con destino a Europa. Sin embargo, no sufrió tanto porque se ahogara, sino porque fue asesinado y tuvo que presenciar cómo le devolvían su cuerpo con la garganta cortada”.

“Esta mujer sufría mucho, pero vivía prisionera en su soledad. Aunque estaba físicamente presente entre el resto del grupo, apenas hablaba, ni siquiera de su marido muerto ni de su hija. Rechazaba toda clase de felicidad, aunque los demás trataban de llegar a ella en su dolor”.

“Poco a poco, sin embargo, durante la semana de campamento de verano, un sentido de amor comenzó a regresar al corazón de esta mujer; la oscuridad comenzó a levantarse de él y comenzó a latir de nuevo con amor. Comenzó a darse cuenta de que la vida es hermosa, en parte gracias al notable cambio de comportamiento de su hija autista, ¡que incluso me invitó a bailar con ella!”.

“Al final de la semana, esta madre nos dijo: ‘Si el campamento durara otra semana, estoy segura de que Jenny hubiera empezado a hablar’. Doy gracias a Dios por lo que esta mujer experimentó y por haber tenido la oportunidad de ser testigo de muchas experiencias espirituales de este tipo”.

Este verano muchos otros grupos de niños, jóvenes y familias participarán en los campamentos, no solo en varias partes de Siria, sino también en Egipto, Jordania, Palestina, Líbano, Crimea y la República Democrática del Congo. Es una oportunidad para que las personas de todas las edades se relajen, se recuperen y encuentren nuevas fuerzas, no solo físicas y psicológicas, sino también espirituales.

—Maria Lozano