‘Casi el 80% de los ucranianos necesita ayuda para superar el trauma’

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CUANDO SE CUMPLE EL PRIMER AÑO DE LA INVASIÓN RUSA A GRAN ESCALA EN UCRANIA, dos importantes figuras de la Iglesia católica del país hablan de cómo la guerra ha afectado al país y a la Iglesia, y de sus esperanzas para una Ucrania de posguerra.

La Iglesia católica de Ucrania quiere ayudar a la población a superar los traumas causados por casi nueve años de guerra en el este, y un año de invasión y ataques a gran escala contra toda la nación.

En una conferencia en línea organizada por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN), el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana, explicó su sueño de formar sacerdotes capaces de reconocer y tratar los problemas psicológicos y físicos.

“De la Iglesia la gente esperaba comida, ropa, pero también una palabra de esperanza. La atención pastoral al pueblo es nuestra misión número uno, sobre todo curar las heridas de la gente. Casi el 80% de los ucranianos necesitan alguna ayuda para superar sus traumas, psicológicos, físicos y otros. Nuestra tarea como Iglesia es ayudar a curar las heridas de nuestra nación”, dijo el arzobispo mayor.

Por supuesto, en una situación normal, estas cuestiones podrían dejarse en manos de otros profesionales, pero hay una razón histórica por la que esto no es fácil en Ucrania. “Los ucranianos tienen miedo de buscar ayuda psicológica, porque en la Unión Soviética la psicología se utilizaba como herramienta de represión por parte del Estado. Cuando la gente tiene un problema, primero acude a un sacerdote. Tenemos que preparar a los sacerdotes para este tipo de asesoramiento espiritual. Es el primer paso hacia cualquier otro tipo de ayuda clínica o psicológica”.

En el último año de guerra, la Iglesia enviaba a las víctimas al extranjero para que recibieran asesoramiento especializado y rehabilitación, pero las necesidades son tan grandes en este momento que es necesario obtener los medios necesarios para hacerlo en casa, preferiblemente con un centro especializado en cada diócesis. Al oír esto, el presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, dijo que la fundación está dispuesta a seguir discutiendo este asunto, y posiblemente adoptarlo como proyecto conjunto.

También estuvo presente en la conferencia, el arzobispo Visvaldas Kulbokas, nuncio apostólico en Ucrania, quien mencionó algunas de sus principales preocupaciones en relación con las regiones ocupadas por Rusia, o cercanas al frente. “Mi preocupación se centra en la gente que vive cerca de la línea del frente y está sometida constantemente a bombardeos. Mis amigos nos dijeron que, cuando visitaron las regiones del frente, encontraron allí a nuestros sacerdotes católicos más abatidos, y más cansados”.

Durante la conferencia, se señaló que hay tres grandes zonas sin ningún sacerdote católico: el Donetsk ocupado, el Luhansk ocupado y partes de la región de Zaporizhzhia que también están bajo ocupación. Se trata de una zona mayor que Croacia, sin un solo sacerdote católico trabajando, porque fueron detenidos, expulsados o no pueden seguir trabajando.

Dos sacerdotes, el padre Ivan Levytsky y el padre Bohdan Heleta, fueron detenidos por las fuerzas rusas el 16 de noviembre y están acusados de liderar la resistencia en la ciudad ocupada de Berdyansk. A pesar de sus constantes esfuerzos, la Iglesia no ha podido conseguir su liberación, y se teme que estén siendo torturados, afirmó el arzobispo mayor Shevchuk.

“No hemos recibido ninguna información oficial sobre nuestros sacerdotes, ni sobre nadie en las cárceles rusas. Solo tenemos información de personas que estuvieron en las celdas con ellos y que fueron liberadas, y nos están diciendo cómo y dónde están. Así es como al menos podemos estar seguros de que siguen vivos y seguir esforzándonos por rescatarlos”.

Sin posibilidad de comunicación directa con las autoridades rusas, el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana —la mayor iglesia católica del país, y la tercera confesión cristiana, después de las dos iglesias ortodoxas— explica que la diplomacia es la apuesta más segura, y que el Papa Francisco ha sido una pieza clave. “Estamos muy agradecidos a todos los diplomáticos de Ucrania, pero en concreto al Papa Francisco, por la mediación para rescatar a los prisioneros de guerra y a los rehenes. No es una tarea fácil”.

Cada vez que visita una parroquia, explicó el Arzobispo Mayor, recoge información sobre familiares de residentes locales que están retenidos como prisioneros de guerra. La Iglesia envía una lista de nombres al Vaticano, y el Papa Francisco se asegura de que se entregue a la embajada rusa. Muchos ya han sido liberados de este modo.

Arzobispo Shevchuk

“Los ucranianos suelen criticar a cualquiera que tenga relación con Rusia, pero estamos muy agradecidos al Papa Francisco y a la Santa Sede por estar en contacto con la parte rusa, porque sin eso no podríamos rescatar a nadie”, dijo Shevchuk.

Mientras tanto, la Iglesia sigue ayudando a tanta gente como puede con ayuda material, gran parte de ella proporcionada por ACN, que en el primer año desde la invasión a gran escala ha ayudado a financiar más de 200 proyectos con más de $10 millones de dólares, beneficiando directamente a más de 15.000 personas.

Además de los siete millones de personas que huyeron del país, hay unos ocho millones de desplazados internos. El invierno está siendo especialmente duro, informó el arzobispo mayor Shevchuk. “Al principio la gente se iba al oeste del país, pero los más pobres no pueden hacerlo, buscan la ciudad segura más cercana en la que quedarse”.

Incluso aquellos que han podido regresar a sus hogares, a menudo encuentran dificultades. “Se ha liberado casi la mitad del territorio ocupado, pero hemos encontrado ciudades destruidas e infraestructuras inexistentes. Muchas personas están regresando, pero no tienen electricidad ni nada para sobrevivir. Rusia está destruyendo metódicamente infraestructuras críticas, el 50% de la red eléctrica está destruida”.

En este contexto, explica el arzobispo Visvaldas Kulbokas, se aprecia especialmente la ayuda prestada a los necesitados, incluida la de ACN. “Durante una guerra como esta, todo lo que hacen ACN, los benefactores y los periodistas es muy importante, tanto desde el punto de vista material como espiritual. Significa cercanía, empatía y amor. Es la oración a través de los hechos”.

“Sentimos su presencia, su cercanía. Vuestras oraciones están produciendo milagros. Cada semana escucho historias sobre milagros en zonas difíciles. La oración y las obras de caridad son muy valiosas”, dijo el Nuncio.

Milagros es exactamente lo que espera el arzobispo mayor Shevchuk. Al final de la conferencia, expresó su esperanza de que éste sea el año en que termine la guerra. “¿Es realista? Quizá no, pero los milagros ocurren”.

—Filipe d’Avillez