Mientras la crisis de Venezuela continúa, “nosotros los sacerdotes también nos sentimos tentados a salir”

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LA CRISIS EN VENEZUELA tiene muchas caras. Entre ellas están los rostros de una pequeña parte de la población que casi nunca se menciona en las noticias: los sacerdotes. La Iglesia venezolana, al igual que el resto de la sociedad, sufre, y los sacerdotes comparten las privaciones de la población, la escasez de alimentos, medicinas, etc.

Padre Angel Colmenares

“Enseño en una escuela y me he hecho cargo de la parroquia de un hospital para tener al menos lo necesario para sobrevivir. También doy clases en el seminario. Esto apenas me mantiene a flote”, dijo el padre Ángel Colmenares. Y añadió: “En estos tiempos críticos, la tentación está en todas partes. La peor tentación es acostumbrarse a estas circunstancias, empezar a creer que ‘los tiempos son malos y, por lo tanto, no hay nada que pueda hacer'”.

Según la ONU, más de 4 millones de personas han emigrado de Venezuela en los últimos años. “Nosotros, los sacerdotes, también nos sentimos tentados de dejar el país. Después de todo, el clero también es necesario en otros lugares. Cuando la familia pasa por momentos difíciles, o los padres o hermanos ya no pueden ganarse la vida, irse se convierte en una forma de ayudarlos”, dijo el padre Colmenares.

El año pasado, unos 10 sacerdotes tuvieron que abandonar el país para recibir tratamiento médico y al menos 4 murieron por falta de medicamentos básicos para el cáncer o la diabetes. Los robos y la violencia son otro problema: el padre Irailuis García, de Barquisimeto, fue asesinado en un robo en julio de 2018.

El padre Colmenares realiza paseos por las calles, senderos y escaleras del barrio de Ezequiel Zamora, un barrio muy pobre de Catia La Mar. Mientras camina por el barrio, los lugareños se alegran mucho de verlo. Dice: “Muchos no pueden creer que alguien venga aquí, a este distrito conflictivo. Pero yo quiero estar cerca de todos y llevarles el Evangelio con alegría y sin ser mezquino con mi tiempo y ayuda”.

El sacerdote se ha convertido en un salvavidas para la comunidad, un padre y un hermano, e incluso un constructor: Él dijo: “Estamos derribando el muro que se construyó alrededor de la iglesia. Se supone que esto es un signo externo de que la Iglesia quiere estar cerca de la gente. Tuvimos que reparar el tejado y preparar varias salas para la catequesis”.

“Las familias aquí no tienen casi nada, pero aún así ayudan con el trabajo que hay que hacer en la iglesia. Yo contribuyo con la misma cantidad de los estipendios de misa que recibo. Poco a poco, vamos haciendo las cosas. Queremos lo mejor para nuestro Señor”, explicó el sacerdote, y añadió: “Animo a todos a estar siempre felices y preparados para difundir el mensaje en todo el vecindario de que el Señor está aquí, que hay una verdad aquí. El Señor quiere que estemos alegres y tenemos que mostrarles a todos nuestra alegría en el Señor resucitado, a pesar de todas las dificultades”.

“Además de la crisis económica, la sociedad en su conjunto está pasando por una profunda crisis moral. Los robos, el abuso del alcohol y la prostitución están en aumento. La gente que quiere sobrevivir no tiene problema en rebajarse a estas cosas. Esto engendra desconfianza e incertidumbre y hace imposible la convivencia”, dijo el padre.

Ayuda a la Iglesia que Sufre es una importante fuente de apoyo para la Iglesia venezolana. El padre Colmenares recibe ayuda en forma de estipendios para la misa. Ayuda a la Iglesia que Sufre también le dio el dinero para una cama, una lavadora y una nevera para mantener frescos los alimentos que la diócesis les da a los pobres.

—Josué Villalón