‘Después de que los talibanes mataran a mis padres, huí de Afganistán cuando tenía ocho años’

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ALI EHSANI ES UN ABOGADO DE 38 AÑOS RESIDENTE EN ITALIA. Tras un viaje muy largo y difícil, llegó a Italia con 13 años; estaba solo. Había huido de Afganistán después de que sus padres cristianos fueran asesinados a causa de su fe. Su único hermano murió en el camino. En Afganistán había vivido su fe en absoluto secreto.

De niño, se consideraba “normal” y no se diferenciaba del resto de sus amigos, todos los cuales crecían en familias musulmanas. Pero no era así. Aunque no era consciente de ello, Ali era cristiano. Sus padres nunca hablaron abiertamente de su religión porque temían que los traicionara sin querer. Recuerda que su madre siempre ponía un sitio libre en la mesa de casa por si alguien necesitado pasaba a pedir algo de comer.

Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) entrevistó a este cristiano afgano, cuya vida ha sido moldeada por la aspiración de seguir a Cristo y ser perseguido por ello.

¿Cómo descubrió que su familia era cristiana?

Cuando tenía 8 años, fui a la escuela y mis compañeros me preguntaron por qué mi padre no iba a la mezquita a rezar. Fui a casa y le pregunté a mi padre y me dijo: “¿Quién ha dicho eso?”. Mi padre me inculcó que no debía decir a nadie que éramos cristianos. Mi padre me explicó que los cristianos iban a la iglesia. Sin embargo, lo dejó así porque temía que yo saliera a hablar de nuestra fe y la gente nos descubriera.

¿Qué pasó después?

Alí Ehsani, abogado afgano residente en Italia

La gente acabó descubriendo que éramos cristianos. Un día volví de la escuela y me encontré con que los talibanes habían destruido nuestra casa y asesinado a mis padres. Mi hermano y yo nos vimos obligados a huir de Afganistán. Él tenía 16 años y yo 8. El viaje duró cinco años. Describí nuestra odisea en mi libro “Esta noche miramos las estrellas”. Fue un viaje angustioso que nos llevó por Afganistán, Pakistán, Irán, Turquía y Grecia, hasta llegar a Italia. Mi hermano murió en el camino.

Junto con su hermano, tomó un barco para llegar a la costa de Grecia. Su hermano Mohammed no lo consiguió. Ali se salvó agarrando un bidón de gasolina. En ese momento, dijo a ACN, pensó: “Si Jesús existe, me salvará de ahogarme”. A los 11 años estaba solo. Cuando llegó a Italia, sabía exactamente lo que quería hacer: iba a estudiar derecho para poder defender a los débiles y ayudar a los que habían sufrido tanto como él.

Nunca ha olvidado sus raíces afganas. Se puso en contacto con una familia cristiana que vivía su religión en secreto en su tierra natal y les apoyó en su fe.

¿Cómo vivían su fe en secreto?

Conocí a esta familia a través de un amigo y hablábamos a menudo. Les enviaba vídeos de la Santa Misa o retransmitía en directo los servicios en mi teléfono móvil. Fue complicado para ellos porque nunca habían asistido a misa. Sin embargo, cuando veían los vídeos, se emocionaban tanto que lloraban… aunque no entendían lo que se decía por la barrera del idioma.

Pero fueron descubiertos por los talibanes…

Mientras veían una de las retransmisiones de la Santa Misa, habían subido el volumen de la televisión para que toda la familia pudiera escucharla. Gracias a ello, un vecino descubrió que eran cristianos y los delató.

¿Qué les ocurrió?

El padre fue detenido y eso fue lo último que supieron de él. La familia se vio obligada a huir y se escondió en una especie de búnker, pagando a un guardia para que los protegiera. Gracias a las autoridades italianas y al Vaticano, pudimos sacarlos del país. Ahora viven en Italia.

¿Qué hizo la familia durante sus primeros días en libertad?

La primera vez que pudieron asistir a misa, estaban tan sobrecogidos que solo podían llorar. Fue muy emocionante tener la libertad de reconocer abiertamente su fe. Y dijeron: “Después de haber vivido en la oscuridad durante tantos años como cristianos en secreto, es como volver a nacer”.

Cuando la familia huyó para salvar la vida, no se llevó nada. Uno de los hijos vestía una camisa confeccionada al estilo típico afgano que no se quitó durante días hasta que llegó a Italia. Esa camisa fue regalada al Papa Francisco por un periodista que le acompañó en el vuelo de Hungría a Eslovaquia.

En el rostro de Alí no hay rastros de dolor y está sonriendo. Como no sabía si sus padres le habían bautizado en su país natal, decidió recibir el sacramento en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Al final de la entrevista, pidió a ACN oraciones por la paz mundial.

—Raquel Martín