El coronavirus afecta económicamente a los cristianos de Tierra Santa

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LOS PEREGRINOS SE MANTIENEN ALEJADOS de Tierra Santa, debido a las medidas de confinamiento por la pandemia de COVID-19. Las calles de Jerusalén estarán bastante vacías en Pascua. La cancelación de las peregrinaciones tendrá serias repercusiones en la industria del turismo religioso del que dependen muchas familias cristianas en Israel y los Territorios Palestinos.

El coronavirus en Tierra Santa ya ha obligado a miles de peregrinos a irse. Es evidente que “muchos cristianos sufrirán por ello, especialmente en Belén, porque trabajan en el sector turístico”, dijo el fraile Ibrahim Faltas, encargado, entre otras cosas, de las relaciones con la Autoridad Palestina e Israel para la Custodia de Tierra Santa. “Sin peregrinos, nadie trabaja”, dijo a Ayuda a la Iglesia que Sufre.

Todo está interconectado en el ecosistema económico de los cristianos de Tierra Santa: los ingresos procedentes del turismo financian las obras sociales y pastorales realizadas por las instituciones cristianas a través de las parroquias, los santuarios, las escuelas, los hospicios, las residencias de ancianos, etc. Muchos cristianos pueden así tener “un trabajo digno” para mantener a sus familias, como ha dicho recientemente el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales.

Patio delantero abandonado de la Iglesia del Santo Sepulcro

En la actualidad, “con el cierre forzoso de todos los hoteles, bares y restaurantes, la mayoría de nuestros empleados están en casa, sin trabajo. Lo mismo ocurrió en el pasado, en el momento de las intifadas. No sabemos cómo vamos a poder pagarles a todos durante este tiempo”, dijo el fraile Alberto Joan Pari, también de la Custodia. y añadió que todas las casas de huéspedes dirigidas por los franciscanos en Tierra Santa están ahora cerradas. Las tiendas de recuerdos y de artesanía, así como las empresas de transporte (taxis, autobuses, alquiler de coches) están tambaleándose.

Los pequeños negocios familiares no son lo suficientemente fuertes para soportar tal impacto. En el pasado, cuando la Tierra Santa sufrió las dificultades de la guerra, algunas personas se las arreglaron para encontrar trabajo temporalmente fuera del turismo. Sin embargo, las medidas de la pandemia han afectado a todos los sectores empresariales y todo está cerrado.

La situación podría empeorar para los cristianos locales si la “colecta del Viernes Santo” se pospone, como se teme. Esta colecta tiene como objetivo mostrar la solidaridad de las Iglesias católicas de todo el mundo con la Iglesia en Tierra Santa. También es una de las principales fuentes de ingresos para el mantenimiento de los santuarios, la acogida de los peregrinos y el apoyo a la Iglesia local en Jerusalén y el Medio Oriente en sus esfuerzos por asegurar que los cristianos permanezcan en sus países.

“Por el momento, la colecta del Viernes Santo no ha sido cancelada, aunque los fieles de Europa y probablemente de América no podrán ir a sus iglesias a hacer sus donaciones. Hay planes para adelantar la fecha de la colecta al verano, pero nada es seguro”, dijo el hermano Alberto. Sin una colecta, “la pérdida representaría el 80% de nuestros ingresos”, advirtió el franciscano.

En el lado palestino, las autoridades pusieron en cuarentena la ciudad de Belén a mediados de marzo. Las escuelas y universidades (incluidas las instituciones cristianas), mezquitas e iglesias están completamente cerradas, incluyendo, desde el 5 de marzo, la Basílica de la Natividad de Belén, el lugar de nacimiento de Jesús. “En el pasado, solo se cerraba en caso de guerra o asedio [como en 2002]”, dijo el hermano Alberto.

Mientras tanto, la atmósfera en Tierra Santa es sombría. El 12 de marzo, la Oficina Franciscana de Peregrinos en Jerusalén canceló hasta nuevo aviso todas las misas reservadas por las empresas de turismo de peregrinación en los santuarios de Tierra Santa. El 25 de marzo, las autoridades israelíes cerraron la Iglesia del Santo Sepulcro. En Jerusalén, las calles están mayormente vacías “¡Pensar que hace apenas un mes los peregrinos no podían encontrar un lugar para dormir! Estaba lleno de gente. Pero ahora no queda nadie, los últimos peregrinos americanos se fueron la semana pasada”, dijo el hermano Ibrahim. Todos esperan que las cosas vuelvan a la normalidad después del verano, para la otra temporada alta de peregrinaje del año, en septiembre y octubre. Mientras tanto, los viajes de peregrinación han sido cancelados hasta agosto.

Ayuda a la Iglesia que Sufre promovió 40 proyectos en Tierra Santa en 2018 y 2019, por un total de más de 750.000 dólares.

—Christophe Lafontaine