El dominio talibán en Afganistán supone una amenaza para los cristianos de Pakistán
MUCHOS PAKISTANIS celebraron el fin de la presencia militar de Estados Unidos en Afganistán, pero otros advierten del aumento de la violencia y el extremismo del islamismo interno. Un ejemplo es el padre Mushtaq Anjum, el único sacerdote pakistaní de la Orden de San Camilo. Tras pasar cuatro años de formación y trabajo pastoral en Indonesia, el padre Anjum regresó a la República Islámica de Pakistán a principios de este año.
Se ha preocupado por el futuro de las minorías religiosas en Pakistán, señalando que varios miembros del nuevo gabinete talibán estudiaron en Darul Uloom Haqqania, un seminario islámico en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en el noroeste de Pakistán. Es una de las más de 22 mil madrasas de Pakistán, escuelas islámicas que alimentan el extremismo. Ofrecen a los estudiantes de familias pobres una educación gratuita, así como alojamiento y comida. El padre Anjum habló recientemente con Ayuda a la Iglesia que Sufre.
¿Cómo ha afectado la victoria de los talibanes en Afganistán a los cristianos de Pakistán?
La amenaza contra ellos ha aumentado, ya que nuestro gobierno apoya la victoria de los talibanes en Afganistán. Las ramificaciones son un tema de discusión habitual entre los sacerdotes estos días. El 22 de septiembre se cumplió el octavo aniversario del doble atentado suicida frente a la iglesia de Todos los Santos de Peshawar, capital de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, donde murieron al menos 85 personas y más de 140 resultaron heridas.
¿Qué le preocupa a los creyentes del país?
Siempre nos hemos quejado del gobierno de la mafia y de la controvertida ley de blasfemia, de la que se ha abusado gravemente, ya que mucha gente hace acusaciones falsas para saldar cuentas personales, para obtener la propiedad de la víctima o para atacar la fe de la persona. Siempre hemos exigido que los musulmanes mayoritarios respeten y acepten la diversidad religiosa en Pakistán.
¿Es la misma situación en otros países de mayoría musulmana?
El Islam pakistaní siempre ha sido diferente al de otros países de mayoría musulmana. Indonesia, por ejemplo, también tiene una ley sobre la blasfemia, pero mantiene el estado de derecho en general. Lamentablemente, Pakistán es un Estado islámico donde la ley se aplica solo a los pobres.
¿Cómo se explica la hostilidad en Pakistán hacia las comunidades minoritarias?
Estos ataques a las iglesias y a las comunidades minoritarias ilustran que Pakistán siempre ha sido receptivo al fundamentalismo. Tanto Afganistán como Pakistán consideran a Estados Unidos un enemigo. Existe un odio muy arraigado hacia los países occidentales en los que los cristianos componen una proporción considerable de la población. La hermandad de los dos países se basa en la Surah Al-Ma’idah 5:51 del Corán, que advierte a los creyentes de que no deben aliarse con judíos y cristianos. En gran medida, las minorías religiosas de Pakistán y Afganistán viven sometidas por los talibanes.
¿Cuál es la mejor respuesta de la comunidad internacional?
Los líderes mundiales deberían estar más atentos a la falta de respeto por los Derechos Humanos y la libertad religiosa en ambos países. Acogemos con satisfacción la reciente resolución del Parlamento Europeo que pide a Islamabad que permita la libertad de las minorías religiosas, y solicita a la Unión Europea que reconsidere el estatus comercial preferencial de Pakistán e insta a las autoridades a derogar las controvertidas leyes sobre la blasfemia del país.
De cara al futuro, ¿qué podemos esperar de Afganistán y Pakistán?
El gobierno talibán trae de nuevo el temor a los atentados, la represión, la opresión y el odio. Podría estallar una guerra civil en Afganistán por el botín de la victoria. Me temo que muchos talibanes volverán a Pakistán y explotarán el extremismo islamista, empujando a los grupos terroristas pakistaníes a intensificar los atentados. Se alimentan de la violencia. El gobierno debería garantizar la protección de las iglesias y los lugares de culto de las minorías antes de su llegada.
—Kamran Chaudhry