En la República Checa, un pilar de la Iglesia perseguida

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Por Eva-Maria Kolmann

NUEVA YORK – El cardenal Miroslav Vlk, que sufrió mucho pero prevaleció mientras guiaba a la Iglesia en la antigua Checoslovaquia a través de décadas de represión comunista, murió el 18 de marzo de 2017.

Cardenal Vlk; foto ACN

“El cardenal Vlk fue un faro de fe en un país puesto a prueba por el comunismo, un país en el que hoy en día los lazos que unen a las personas con la fe son los más débiles de toda Europa”, dijo el padre Martin Barta, que ejerce de asistente eclesiástico internacional de la organización benéfica católica internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre.

El ex arzobispo de Praga, capital de la República Checa, tuvo que trabajar durante años como limpiador de ventanas después de ser ordenado, debido a las políticas anticlericales del Gobierno comunista. Sirvió como sacerdote en secreto y, según el padre Barta, “influyó decisivamente en muchas personas al dar fielmente testimonio sacerdotal en las condiciones más difíciles”.

El sacerdote añadió que el cardenal se convirtió finalmente en una “figura icónica de la fe en una sociedad que tenía que redescubrir el camino hacia Dios” tras la Revolución de Terciopelo del país, que desmanteló el Gobierno comunista.

El cardenal Vlk era también “un viejo amigo de nuestra caridad”, dijo el padre Barta, y añadió que el prelado le devolvió la ayuda que le dio para reconstruir la Iglesia en su arquidiócesis de Praga “en una moneda diferente: la de la oración”, como el cardenal dijo repetidamente a los funcionarios de Ayuda a la Iglesia que Sufre.

En una entrevista con Ayuda a la Iglesia que Sufre, con motivo de su 75º cumpleaños en 2007, el cardenal dijo: “La persecución nos ayudó a ser más fieles a Dios. ¿Quién más podría habernos ayudado de otra manera? Al principio, cuando los comunistas tomaron el poder, mucha gente en Checoslovaquia todavía pensaba que los americanos intervendrían. Pero eso era solo una ilusión”.

“Solo Dios era nuestra luz. Durante la persecución, no había literatura, ni fondos. Uno solo podía elegir y buscar a Dios. Para mí, esto fue una gran misericordia”

Sin embargo, el cardenal Miroslav Vlk también expresó su profunda preocupación por el deterioro de los valores fundamentales de la sociedad checa: la falta de respeto por los demás y por la vida, además de la desaparición del sentido del honor y la expansión del egocentrismo. Acusó: “Una sociedad no puede construirse sobre el egoísmo, sino que es parte de nuestra identidad humana estar abiertos los unos a los otros. Por encima de todo, la Iglesia debe dar testimonio, ya que el testimonio vivo evoca el respeto y puede desencadenar una respuesta en el corazón humano”.

El cardenal deja “un precioso legado que llevaremos en nuestros corazones”, dijo el padre Barta, y añadió: “Esperamos y rezamos para que, incluso después de su muerte, su ejemplo siga llevando a la gente a encontrar la fe que fue radicalmente destruida bajo el comunismo y que solo ahora empieza a florecer de nuevo con suavidad”.

En 1950, el 76% de la población que vivía entonces en la llamada Checoslovaquia era católica; actualmente en la República Checa esa cifra es de solo el 10,4%. Otro 11% pertenece a otras denominaciones cristianas, el 34% no tiene afiliación religiosa y otro 44% no especifica en absoluto su afiliación. Es por eso que la República Checa es el país europeo más marcado por el ateísmo.

En tiempos del comunismo, la antigua Checoslovaquia fue uno de los países en los que la Iglesia católica sufrió las peores persecuciones.